Un "nuevo" curso escolarJOAN SUBIRATS
Vuelve a empezar un nuevo curso escolar, pero, si se me permite la expresi¨®n, no parece que vaya a variar para nada el curso que la escuela catalana ha ido siguiendo hasta ahora. El consejero de Educaci¨®n de la Generalitat present¨® la nueva etapa enfatizando aspectos que no constituyen novedad alguna: m¨¢s inversiones en estructuras educativas, m¨¢s dotaci¨®n para maestros, no distribuci¨®n de escolares de "minor¨ªas culturales" entre distintas escuelas de un mismo territorio. Se me dir¨¢ que no puede considerarse negativo el aumento de recursos para la ense?anza p¨²blica en Catalu?a. Sin duda, pero el problema no es ¨¦se. El problema no es aferrarse al incrementalismo de lo ya tradicional, sino pensar en qu¨¦ escuela quiere el pa¨ªs para los pr¨®ximos 10 a?os. Perm¨ªtaseme expresar algunas propuestas que no parecen estar en el mapa de navegaci¨®n de la actual coalici¨®n convergente-democristiana: 1. Vincular mucho m¨¢s estrechamente las pol¨ªticas educativas y las laborales. Podr¨ªa llegar a pensarse incluso en fusionar las consejer¨ªas de trabajo y educaci¨®n, a fin de impulsar la integralidad de muchas iniciativas. Pero, quiz¨¢ sin necesidad de ello, deber¨ªa avanzarse en la constituci¨®n de consejos territoriales educativos, en los que estuvieran presentes y asumieran responsabilidades ayuntamientos, empresarios, sindicatos, padres y profesionales de la ense?anza, en una l¨®gica de colaboraci¨®n p¨²blico-privada, para abrir mucho m¨¢s las instituciones educativas hacia el entorno social y econ¨®mico en el que se insertan, consiguiendo al mismo tiempo una responsabilizaci¨®n de la comunidad en el funcionamiento de las escuelas. Y no nos referimos s¨®lo a la formaci¨®n profesional, sino a todo el conjunto de la ense?anza obligatoria. Podr¨ªa empezarse con experiencias pilotos en zonas donde ya existe cierta predisposici¨®n a ello, pero confiriendo aut¨¦nticas competencias y autonom¨ªa a esos consejos de zona o de comarca. 2. En esa misma l¨ªnea de descentralizaci¨®n y asunci¨®n de responsabilidades por parte de las instituciones m¨¢s cercanas al ciudadano, deber¨ªa impulsarse una amplia transferencia de responsabilidades educativas de la Generalitat a los ayuntamientos y consejos comarcales. Es inaudito que sigamos con una estructura tan centralizada como la actual, en que las delegaciones territoriales de la consejer¨ªa no acostumbran a tener competencias ni para comprar material; donde los servicios centrales contin¨²an actuando de gestor¨ªa barata y general del sistema, tramitando las n¨®minas a todos los maestros y profesores de Catalu?a, tanto de escuelas p¨²blicas como de escuelas concertadas, y donde los ayuntamientos han de pagar consumos telef¨®nicos, reparaci¨®n de edificios, limpieza y mantenimiento de todas las escuelas, pero en cambio no tienen capacidad alguna para vincular los proyectos y planes estrat¨¦gicos de su ciudad con la formaci¨®n c¨ªvica y de valores de sus escolares, de sus futuros ciudadanos. ?Qu¨¦ impide traspasar a los municipios toda la responsabilidad en cuestiones en las que ya ahora intervienen en alguna medida, como mantenimiento, transporte escolar, personal no docente, servicios complementarios, construcci¨®n, actividades extraescolares...? ?Qu¨¦ impide que los curr¨ªculos educativos puedan tener cierta intervenci¨®n local en los concursos de adscripci¨®n de plazas de los maestros y profesores? ?Pueden continuar haci¨¦ndose los mapas escolares desoyendo a los municipios directamente implicados? Despu¨¦s de la positiva experiencia de Vic, ?por qu¨¦ no dejar que sean los consejos escolares municipales, ahora vac¨ªos de contenido, los que se ocupen de resolver los problemas crecientemente conflictivos de adscripci¨®n de alumnos? ?No ser¨ªa en definitiva mejor que los Badalona 9 que existen en Catalu?a puedan ser afrontados desde los distintos consejos escolares de las Badalonas que tambi¨¦n existen en el pa¨ªs, manteniendo la Generalitat sus funciones de responsabilidad global del sistema? Ya sabemos que la actual normativa encierra a las administraciones locales en un marco competencial educativo claramente residual o complementario, pero nada impide, si existe voluntad pol¨ªtica para ello, utilizar la v¨ªa de la delegaci¨®n de competencias, iniciando incluso el proceso de forma voluntaria y experimental. Si la actual coalici¨®n en el poder mantiene su tradicional antimunicipalismo, no podemos esperar grandes cambios. Pero ser¨ªa deseable que otras formaciones pol¨ªticas se manifestaran sobre el tema y asumieran compromisos. 3. Con relaci¨®n a la implantaci¨®n de la reforma, los anteriores puntos podr¨ªan resultar altamente positivos, al acercar la conexi¨®n entre escuela y entorno, y facilitar que sea la propia comunidad en la que inserta la escuela la que asuma las responsabilidades sobre una pieza tan esencial de la convivencia actual y futura como son las escuelas. Pero ello no es suficiente. El proceso de descentralizaci¨®n y de acercamiento de las responsabilidades educativas ha de conducir inevitablemente a dotar de mucha m¨¢s autonom¨ªa a cada uno de los centros. La ESO, que ya lleva la obligatoriedad inscrita en su propio nombre, conduce a que los adolescentes est¨¦n obligados a permanecer en la escuela, y ello contradice la forma tradicional de entender la ense?anza secundaria. Los alumnos mantienen actitudes y parten de motivaciones muy distintas a las que se daban en los centros de secundaria. Los profesores se resienten en su identidad y han de modificar sus formas de relaci¨®n con los alumnos. Todo ello impacta en el clima y las normas del centro, y en la estructura y desarrollo del curr¨ªculo. Hasta ahora el control de cada centro se ha venido basando en el cumplimiento de las normas generales de funcionamiento definidas de manera centralizada por la Generalitat y sus servicios de inspecci¨®n, y en los mecanismos de autocontrol de los propios profesionales de la ense?anza. No existen apenas datos sobre resultados ni se incorporan las opiniones de padres y alumnos a la reflexi¨®n sobre qu¨¦ hacer y c¨®mo hacerlo. Si se quiere que el t¨ªmido inicio de los mecanismos de evaluaci¨®n del sistema educativo sirva para mejorar y no acabe siendo un requisito burocr¨¢tico m¨¢s, debe darse mucha m¨¢s autonom¨ªa y la consiguiente responsabilidad a cada centro, a cada director de centro, a cada consejo escolar. S¨®lo as¨ª la reforma podr¨¢ ir ampliando sus aliados, y cada centro ir¨¢ creando las complicidades con el entorno y la comunidad que permitan que su funcionamiento sea una aut¨¦ntica responsabilidad colectiva y los conflictos internos no se estrellen en los estrechos muros y en las fr¨¢giles espaldas de cada escuela y de cada profesor. Se trata en definitiva de un conjunto de propuestas tan discutibles como otras, pero que est¨¢n animadas por un hilo com¨²n: avanzar hacia la superaci¨®n de un modelo centralista y homogeneizador que, si bien ha podido tener sentido en los a?os de institucionalizaci¨®n auton¨®mica, ahora es totalmente insostenible y s¨®lo se explica por los tics antimunicipalistas y por la debilidad organizativa de una consejer¨ªa que tiene atribuidas en solitario las responsabilidades de un material tan altamente sensible para el futuro inmediato de Catalu?a.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB.
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