Reblandecido en azules
Cualquiera que haya estrenado un programa en televisi¨®n sabe la extrema crueldad que supone el ser juzgado por lo que aparece el d¨ªa del debut. Ciertamente, no resulta elegante adelantar un veredicto ¨¢spero a la vista de lo que fue S¨¦ptimo de Caballer¨ªa en TVE-1 el lunes. Algunas de sus deficiencias pueden atribuirse a simples despistes: as¨ª, la ausencia de r¨®tulos de lo que all¨ª se cant¨® proporciona un aire de producto inacabado.Bos¨¦ estaba alborotado y embarullado, aunque la excitaci¨®n no disminuyera su legendaria capacidad de seducci¨®n. Otro asunto es la cortedad de su discurso televisivo: los invitados eran el grupo irland¨¦s que "triunfa en todo el mundo", el cantante que "ha vendido medio mill¨®n de copias", el d¨²o que "estrena aqu¨ª su nuevo single". Argumentos de locutor de radio f¨®rmula en piloto aut¨®matico.
En las entrevistas, el presentador oscilaba entre derramar su simpat¨ªa y disparar las preguntas ingeniosas. Todos los interrogados entraron en el juego y demostraron tantas tablas como buena educaci¨®n. No obstante, fue un barullo el pretender hacer la pelota en ingl¨¦s -y traducir a toda prisa- a The Corrs; es regla infalible que un grupo siempre sale intacto frente a un entrevistador en solitario.Nada tiene de extra?o que la ¨²nica vencedora de esos interludios hablados fuera Roc¨ªo Jurado, cuya monstruosa artificialidad -y su no menos prodigiosa voz- sit¨²an toda conversaci¨®n en la estrastosfera de lo hiperteatral.
La receta de un programa musical no debe limitarse a convocar a tales o cuales artistas; su repertorio determinar¨¢ si finalmente aquello se incendia o si se mantiene en el amable nivel de esos espacios a los que se acude para promocionar su tema.
"La magia del directo", oigo como gran virtud de S¨¦ptimo de Caballer¨ªa. Pero un sonido cuidadoso, una imagen brillante, una realizaci¨®n correcta aunque todav¨ªa t¨ªmida dif¨ªcilmente pueden lograr milagros cuando no hay chispas que mostrar. Partir el cupo de dos canciones de cada participante con una charla o un corte publicitario no contribuye a que fluya la adrenalina. Cierto que el material en exhibici¨®n tampoco se acercaba a lo incandescente, pero la rigidez del esquema milita en contra de la subida del term¨®metro. La locura, la espontaneidad del programa franc¨¦s que Bos¨¦ alega como inspiraci¨®n se extraviaron al hacer la traducci¨®n. Nada grave, si lo del lunes se considera un n¨²mero cero; dentro de un mes ser¨ªa dif¨ªcilmente disculpable.
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