Rally urbano
Siempre se aprende algo cuando salimos por ah¨ª. Observaci¨®n, contagio, sorpresa, agrado, incluso encanto. Es lo bueno de las vacaciones, que nos llevan a lugares nuevos, poco conocidos o vistos con diferente mirada. Se desvirt¨²a el sentido m¨¢s estricto de las jornadas ociosas que so?amos durante el periodo laboral, con el paso lento, perezoso y pasmado de las horas y los d¨ªas. Es agradable y enriquecedor, como ahora se dice de las satisfacciones inmateriales, no el que suele ir ligado a la especulaci¨®n inmobiliaria o a la usura, m¨¢s en boga de lo que pudiera imaginarse. Al paso, un consejo: desconf¨ªen de eso que llaman bajada de los tipos de inter¨¦s, nunca nos ata?e.De las correr¨ªas veraniegas, si mudamos de latitud, pa¨ªs, gentes y h¨¢bitos, suele quedar memoria de lo que imaginamos aplicado a nuestro lugar de residencia, con poco esfuerzo y apenas gastos. Como millares de espa?oles encontr¨¦ la ocasi¨®n de hacer una escapada a Inglaterra, solicitado por la amistad de un excelente colega que desempe?¨®, en los dif¨ªciles a?os sesenta-setenta, la direcci¨®n en Espa?a de la prestigiosa agencia de noticias Reuters. Los periodistas de entonces recordamos el amable talante, entre otros, de John Organ, am¨¦n de una amorosa curiosidad por los asuntos culturales y literarios de nuestra tierra. Hoy vive, jubilado y feliz residente, en la singular ciudad de Canterbury. Grata y campechana estancia en su c¨®moda y modesta casa, que data del siglo XVI, cuando era una villa-fortaleza, donde se alza la catedral que conserva los sucesivos estilos, desde el rom¨¢nico al g¨®tico tard¨ªo. En ese antiguo pueblo, por voluntad de los vecinos y sus regidores, no existe un solo edificio -salvo los numerosos templos- que tenga m¨¢s de dos plantas; ni uno solo.
Lamentan, como en todas partes, el creciente turismo, invasi¨®n cotidiana que habla fuerte y gasta y consume poco, espantando tradicionales visitantes, menos estrepitosos y abigarrados, pero mejor clientela de un notable comercio de antig¨¹edades, ayer floreciente y hoy desmayado, en lenta e inexorable desaparici¨®n. De all¨ª, envidiar la firmeza en la conversaci¨®n del entorno.
Aprovech¨¦ para incorporarme a un tourn¨¦e londinense, que en Madrid se realiza, creo que con poco ¨¦xito y escaso inter¨¦s. En aquella capital, afligida durante la mayor parte del a?o por un clima desapacible, lluvioso, ingrato, existe un servicio regular de autobuses -con distintos itinerarios- que parte del c¨¦ntrico Marble Arch. Pese a la proclamada adversidad atmosf¨¦rica, con un optimismo aparentemente injustificado, esos autobuses tienen el segundo piso descubierto. Sin embargo, Londres resulta m¨¢s acogedor y despejado de lo que los mismos ingleses propagan, quiz¨¢ con el secreto deseo -digo yo- de verse libres de extranjeros. La verdad es que los continentales nos disimulamos entre la muchedumbre de lugare?os del subcontinente indio, otros asi¨¢ticos y africanos que forman los censos fijos y flotantes de aquella populosa metr¨®poli.
Pues bien, esos trayectos parecen disponer de abundante y renovada parroquia que pueden abandonar el veh¨ªculo en cualquier etapa y retomar otro posterior del mismo circuito. Va en ellos un gu¨ªa o una gu¨ªa explicador de las notabilidades por las que se transita, en un ingl¨¦s que procura ser inteligible salpicado de frases ingeniosas y expresiones humor¨ªsticas. Una de estas cicerones, regordeta y entusiasta, anuncia la inminente llegada a la Torre de Londres, echando mano de una f¨®rmula lit¨²rgica: "Si en la pr¨®xima parada alg¨²n viajero desea apearse d¨ªgalo ahora, o calle para siempre". Se percibe una inteligente y meditada improvisaci¨®n que convierte el recorrido en ameno y aleccionador empleo del tiempo. Menudean los toques de donaire que ilustran el panorama urbano y la dosis de informaci¨®n acerca de los tesoros hist¨®ricos.
Es un ejemplo perfectamente adaptable a esta ciudad en que vivimos. Como rese?o m¨¢s arriba, un solitario ¨®mnibus circula por nuestras calles, bajo el pomposo lema Madrid Visi¨®n, m¨¢s bien ramploncete, cuya transformaci¨®n en algo atractivo e interesante s¨®lo estriba en que alguien se lo proponga. Bien planeado ser¨¢ un ¨¦xito con el encanto a?adido de sortear las permanentes obras que har¨¢n de cualquier excursi¨®n un aventurero rally metropolitano.
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