Un largo camino
Los partidos nacionalistas vascos han arrancado a ETA una tregua indefinida a cambio de la cobertura pol¨ªtica que da a su brazo pol¨ªtico la Declaraci¨®n de Estella (o de Lizarra). Durante a?os se consider¨® que una declaraci¨®n de ese tipo era la condici¨®n para reanudar la b¨²squeda de una salida dialogada. Las cosas no han rodado como muchos hab¨ªan previsto, pero la tregua ya est¨¢ aqu¨ª. No es desde luego la paz, que en el mejor de los escenarios exigir¨¢ un proceso largo y con toda seguridad muy dif¨ªcil. Pero la cautela no puede llevarse al extremo de negar que nos encontramos ante una situaci¨®n in¨¦dita: un alto el fuego de ETA sin un plazo tasado. Desaparece as¨ª del primer plano el obst¨¢culo principal para iniciar un debate pol¨ªtico que incluya tambi¨¦n al electorado que se siente representado por HB. Ser¨ªa una torpeza hacer como que no pasa nada. La situaci¨®n ha cambiado y se abren oportunidades que antes no exist¨ªan.No por lo que dice el comunicado de ETA. Se trata de una pieza de autohomenaje, grandilocuente, sectaria, inconsistente desde cualquier l¨®gica democr¨¢tica. Viene a sostener que la historia ha dado la raz¨®n a sus planteamientos y que hoy todos los que aceptaron la v¨ªa auton¨®mica reconocen su error, y que la cosa comenz¨® a enderezarse hace seis a?os; es decir, cuando la actual direcci¨®n de ETA sustituy¨® a la detenida en Bidart. El escrito plantea como objetivo lo que es su programa m¨¢ximo: la independencia, con incorporaci¨®n de Navarra y el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s incluido. En Navarra, el voto nacionalista no supera habitualmente el 20% y es del 5,5% en la Vasconia francesa. ETA propone "hacer frente a quienes son enemigos de ese proyecto", y m¨¢s concretamente, su "persecuci¨®n social".
Pero el escrito incluye el compromiso de suspender los atentados, y eso es lo principal en este momento. La experiencia indica que una cierta dosis de ambig¨¹edad es consustancial a los procesos de paz. En Irlanda, por ejemplo, la autodeterminaci¨®n, que siempre fue una consigna de los unionistas, fue aceptada por los republicanos mediante el expediente de considerar que el sujeto de la misma era el conjunto de la isla, y no s¨®lo el Ulster. En su escrito, ETA sostiene que la tregua ha sido posible porque su lucha incesante ha curado a los autonomistas de su "ceguera". El PNV invierte el an¨¢lisis para sostener, al menos con la misma legitimidad, que este desenlace ha sido posible por su apertura contra viento y marea al mundo de HB, y el ministro Mayor Oreja reivindica con raz¨®n el efecto que ha tenido la firmeza en la aplicaci¨®n de la ley.
Lo que parece evidente es que desde la situaci¨®n existente hace un a?o, tras la movilizaci¨®n que sigui¨® al asesinato de Miguel ?ngel Blanco, el nacionalismo, que entonces se vio desbordado, ha intentado reconstruir su unidad sobre la base de acercarse paulatinamente al mundo radical. Visto en perspectiva, el plan de paz de Ardanza puede considerarse un programa com¨²n del PNV y EA sobre la base, sustancialmente, de los planteamientos del segundo: cuestionamiento del estatuto, reclamaci¨®n de la autodeterminaci¨®n, negociaci¨®n con ETA. A su vez, la Declaraci¨®n de Estella es un intento de integrar a HB sobre la base de los elementos esenciales del programa de esa formaci¨®n -es decir, prescindiendo del marco institucional vigente-, a cambio de una tregua de ETA.
La situaci¨®n actual es, pues, que el conjunto del nacionalismo se acerca al planteamiento cl¨¢sico de ETA seg¨²n el cual, tras 20 a?os de vigencia de la Constituci¨®n y casi tantos del estatuto, es posible (y deseable) modificar el marco pol¨ªtico. Se trata de una pretensi¨®n tan defendible por ellos como discutible por otras fuerzas pol¨ªticas. De entrada, porque no existe una demanda social significativa en ese sentido, seg¨²n demuestran todas las encuestas. Pero sobre todo porque la soluci¨®n auton¨®mica es la ¨²nica de las imaginables capaz de recoger el pluralismo de la sociedad vasca. Pluralismo en cuanto a la identificaci¨®n nacional prioritaria, la lengua materna, la opci¨®n pol¨ªtica... Si se reiniciara la discusi¨®n sin interferencias de la violencia y con voluntad de respetar ese pluralismo, el resultado no ser¨ªa muy diferente de lo que ya hay: una amplia autonom¨ªa compatible con la adscripci¨®n a la comunidad espa?ola. En todo caso es una cuesti¨®n que tendr¨¢ que ser discutida por todos los partidos pol¨ªticos, con el peso que les otorguen las urnas y sin primas por la amenaza del terrorismo.
Es leg¨ªtimo que los nacionalistas aspiren a modificar el marco pol¨ªtico siempre que se respeten las normas democr¨¢ticas. Tan leg¨ªtimo como oponerse a esa pretensi¨®n en nombre, precisamente, del pluralismo. Los nacionalistas se han reagrupado en torno a la Declaraci¨®n de Estella, pero partidos representativos de al menos el 40% de la poblaci¨®n vasca -o del 60% si se incluye a Navarra, como pretende ETA- rechazan un planteamiento que prescinde de los l¨ªmites establecidos por la Constituci¨®n y el estatuto. Se enfrentan, pues, dos discursos, el soberanista y el constitucional, y a la vez dos modelos de pacificaci¨®n. Que cada cual defienda sus puntos de vista y los someta a la consideraci¨®n del electorado. El 25 de octubre, sin ir m¨¢s lejos. Tal vez habr¨ªa sido mejor evitar ese debate, que seguramente no se habr¨ªa suscitado si el nacionalismo no lo hubiera ligado a la cuesti¨®n de la pacificaci¨®n, pero ya no tiene remedio.
La duda sobre el efecto pacificador de cualquier concesi¨®n en ese terreno est¨¢ avalada por la experiencia. Por una parte, ETA nunca se ha comprometido a autodisolverse. Una tregua, s¨ª, pero dando por supuesto que su intervenci¨®n seguir¨ªa siendo necesaria hasta la victoria final (es decir, hasta conquistar el poder). Si ETA quiere acabar, dejar paso a un partido legal, lo de menos ser¨¢ la concesi¨®n pol¨ªtica que le sirva para justificar su renuncia a las armas. Mientras que si no quiere desaparecer, ninguna concesi¨®n le parecer¨¢ suficiente e incluso es posible que cuanto m¨¢s se ceda m¨¢s se estimule su convicci¨®n de continuar la lucha armada. Lo fundamental ser¨¢, por tanto, hacer lo necesario para que ETA se convenza de que le conviene m¨¢s dejarlo.
Ya hubo hace 20 a?os un cambio pol¨ªtico de gran calado -la aprobaci¨®n de un estatuto con hacienda y polic¨ªa propias- y eso enerv¨® a¨²n m¨¢s el terrorismo. ?Debe confiarse sin m¨¢s en que tal vez ahora la tregua favorezca la reconversi¨®n pol¨ªtica del mundo de ETA-HB? No hay argumentos definitivos. Se sabe que en el rechazo de la v¨ªa pol¨ªtica a comienzos de la transici¨®n hubo factores casuales: su principal dirigente, Argala, hab¨ªa sido partidario de la misma a mediados de los setenta, pero fue asesinado por mercenarios en 1978. Ahora hay indicios de que el brazo pol¨ªtico de ETA est¨¢ dispuesto a participar. Siempre ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil hacerle aceptar las reglas del juego si ha participado en su dise?o que si ha sido ajeno a ¨¦l. Se a?ade a eso que la tregua es por primera vez indefinida y aparentemente sin condiciones, aunque las declaraciones del portavoz de HB, Arnaldo Otegi, podr¨ªan indicar que s¨ª las hay.
La cuesti¨®n es, por supuesto, de credibilidad, pero tambi¨¦n de precio. Aznar alert¨® ayer sobre el riesgo de que la esperanza pueda convertirse de nuevo en frustraci¨®n porque ETA plantee un precio inasumible, en referencia a que la mayor¨ªa tenga que renunciar al marco institucional en que se reconoce. Tambi¨¦n Almunia condicion¨® la entrada en cualquier iniciativa de di¨¢logo a la existencia de garant¨ªas de que no se utilizar¨¢ el deseo de paz para "torcer la voluntad de la mayor¨ªa".
Despu¨¦s de tantos a?os de pesadilla terrorista es la hora de los pol¨ªticos y resulta imprescindible que los dos grandes partidos sean capaces de superar su propia guerra. La situaci¨®n exige algo m¨¢s que la cautela proclamada y que la gen¨¦rica disposici¨®n de Aznar a "contemplar nuevas posibilidades" si la tregua se consolida. Los partidos constitucionales no deben renunciar a su propio punto de vista en el debate planteado por los nacionalistas. Porque no s¨®lo cuentan con apoyo ciudadano para ello, sino con argumentos poderosos.
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