Selecci¨®n holandesa-Harlem Globe Trotters
Ignoro qu¨¦ viciosos mecanismos de la memoria han llevado a pedirme un art¨ªculo sobre el partido Real Madrid-Barcelona FC, cuando ese partido no va a jugarse propiamente entre los contenidos habituales de los estuches Madrid-Barcelona, sino entre la selecci¨®n holandesa reforzada con Rivaldo y Figo y el Harlem Globe Trotters espa?olizado por Hierro y Ra¨²l. Confieso mi dificultad para recuperar siquiera el sentido de la iron¨ªa con el que escrib¨ªa en el pasado sobre la guerra civil entre el Real Madrid y el Barcelona; mi inapetencia ¨¦pica me parece irreversible y no hay psiquiatra que la arregle: simplemente, he descubierto que esto del f¨²tbol es mentira.A comienzos de a?o estaba yo presenciando en el extranjero el partido Barcelona-Valencia, en casa de un empresario espa?ol y excelente anfitri¨®n; uno de los invitados atendi¨® neutralmente la primera fase del partido, cuando el Barcelona lleg¨® a ganar por 3 a 0. Luego el Valencia fue remontando y cuando consigui¨® dar la vuelta al partido en un 3-4, ante el pasmo de todos los presentes y la incomodidad del anfitri¨®n, el hasta entonces pasivo contertulio se levant¨® r¨ªgido, con la mirada perdida y la respiraci¨®n entrecortada, y grit¨® "?viva Espa?a!" como s¨®lo podr¨ªa emitir el grito un sargento legionario de la Espa?a interior, pero muy interior. Es decir, que el Valencia repleto de argentinos, italianos y brasile?os venciera al Barcelona copado por holandeses, brasile?os y portugueses motivaba una afirmaci¨®n de espa?olidad. Bastaba vencer al Barcelona para ratificar lo espa?ol.
Si nos ponemos en este plan, pueden ustedes seguir intercambi¨¢ndose satisfacciones e insatisfacciones ¨¦picas, pero no cuenten conmigo. Este Barcelona es un equipo de marketing, formado a partir de la relaci¨®n calidad-precio del jugador holand¨¦s, y tal vez por ello Van Gaal se ha tenido que hacer independentista catal¨¢n, para compensar. Este Madrid es un equipo tan espa?ol como cualquier equipo japon¨¦s, menos quiz¨¢, porque por el Jap¨®n andan Salinas, Beriguistain y unos cuantos m¨¢s espa?olizando el f¨²tbol de all¨¢. Si clubes de f¨²tbol como el Barcelona o el Real Madrid, dise?ados progresivamente a imagen y semejanza de la sociedad catalana y madrile?a, se convierten en pura rob¨®tica mercenaria, que nadie se extra?e si Armani o Addidas o Soros o el presidente del Bundesbank forman directamente sus escuadras y crean una superliga prescindiendo ya de una vez de aquella viscosa sentimentalidad que nos hizo amar a nuestro equipo como si fuera una patria.
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