Bella cr¨®nica de la muerte del verano
A finales de agosto y primeros de septiembre, ahora mismo, ah¨ª arriba, en un lugar de Francia, la vida de un hombre va a acabarse y las de los amigos, todos con menos edad, que rozaron el ¨²ltimo tramo de su soledad va a seguir su curso, sus balbuceos, sus idas y venidas. Son gente todav¨ªa joven, pero la muerte del amigo mayor, a finales de este verano, les va a adentrar en el oto?o que se acerca, en el tibio preludio del fr¨ªo y en la busca del calor pactado, comprado. Intuyen vagamente que est¨¢n dejando atr¨¢s sin ruido la juventud y que en estos d¨ªas que rodean a la muerte del amigo mayor comienzan a adentrarse en la zona no elevadora, horizontal, adulta de sus vidas. Tienen miedo, pero lo callan.Son libres e inteligentes, lo pasan bien y mal, meditan y trabajan, hablan y deambulan. Uno se cruza con ellos cada d¨ªa en cada esquina y no se adivina la secreta, la emocionante excepcionalidad que esconde su gesto com¨²n, entero o quebrantado. Pero una c¨¢mara invisible y ¨¢vida de conocimiento, la que gu¨ªa la fraternal mirada de Olivier Assayas, se aventura con pudor, entre elegantes parpadeos de exactos fundidos en negro, en su mundo, y nos hace descubrir que es el nuestro, que viendo la cadencia de su vivir vivimos como propia su vida.
Hay en este hermoso filme un milagro de captura de los transcursos cotidianos, esos que fluyen murmurados, sin sucesos, sin otra aventura que la suprema de estar aqu¨ª o un poco m¨¢s arriba de aqu¨ª, en un lugar de Francia con aroma a lugar de cualquier parte del mundo. Duele la belleza de esta pel¨ªcula, pero reconcilia; inquieta, pero reconforta su fuerza de contagio, su capacidad para envolvernos en la m¨²sica de la imagen, convertida en acorde, que es tambi¨¦n acuerdo, interior nuestro. Es vivificadora su generosidad: afirma siempre, nunca niega. Un reproche: ?porqu¨¦ Assayas nos hace ver una esquina oscura de la sexualidad de Anne? ?Porqu¨¦, en este alarde de dominio de los indirecto, el subrayado de sus manos maniatadas a la espalda? ?No conf¨ªa en que el vigor de su extraordinaria int¨¦rprete transmita por s¨ª sola esa oscuridad y que, al visualizar su humillaci¨®n, nos humilla a nosotros?
Es s¨®lo una gota de imprecisi¨®n en un r¨ªo de matem¨¢tica elocuencia, que convierte a un relato de peque?eces en marco de expresi¨®n de las cuestiones mayores de la existencia, como morir, vivir, dolerse, mantener el tipo ante el roce de la adversidad, seguir el gallardo mandato de Scott Fitzgeral de que hay que seguir intentando hacer algo aunque no haya nada que hacer.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.