Las palabras
?Qu¨¦ har¨¢n con las palabras? Los etarras se dar¨¢n cuenta ahora de lo c¨®modo que era matar. Con un tiro en la nuca, que es el acto supremo de expresi¨®n, se ahorraban mil proclamas; con un coche bomba produc¨ªan al natural en un segundo toda la tragedia que el arte y la literatura s¨®lo reflejan p¨¢lidamente en las estampas m¨¢s tremendistas a trav¨¦s del tiempo. Por otra parte, los dem¨®cratas reconocer¨¢n ahora lo f¨¢cil que resultaba presidir el entierro de cualquier v¨ªctima del terrorismo, lanzar repulsas compungidas a los cr¨ªmenes de ETA y emitir comunicados de firmeza y no hacer nada m¨¢s. Las pistolas como convicci¨®n van a ser sustituidas por el di¨¢logo. De este lado no eran pocos los que en el inconsciente deseaban que la lucha armada de ETA continuara en un nivel bajo y controlado. Un asesinato de vez en cuando serv¨ªa de vacuna para mantener en tensi¨®n los anticuerpos del Estado. Justificaba a quienes no est¨¢n dispuestos de ninguna forma a ceder nada de la sagrada unidad de Espa?a bajo cuyo manto de ra¨ªdo terciopelo ocultan sus convicciones. Les hac¨ªa fuertes en la trinchera defendiendo las instituciones o sus propios intereses. Unos y otros se ven ahora desnudos y desarmados ante las palabras y en ambos bandos se percibe un terror nuevo, m¨¢s implacable, frente a la dial¨¦ctica sin pistolas. La democracia es un r¨¦gimen de una enorme dureza e impiedad: nada existe que no pueda ser discutido y despu¨¦s votado, todo se f¨ªa a los argumentos, en teor¨ªa lo que no est¨¢ en el Parlamento no est¨¢ en el mundo. De momento, los etarras se han apoderado del medio del campo y llevan la iniciativa del juego: han impuesto las metas, han marcado el tiempo, han decidido el tema del debate y han pronunciado las palabras independencia y soberan¨ªa que queman la lengua y las manos, palabras y no pistolas. Lo c¨®modo era matar. Lo f¨¢cil era llorar. ?No era la paz lo que todos dese¨¢bamos? Ahora se va a ver qui¨¦n es el pol¨ªtico m¨¢s inteligente, tenaz, maquiav¨¦lico, sutil, pragm¨¢tico y patriota que haga caer la paz de su lado.
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