Cambio de alianzas
ENRIC COMPANY Con la Declaraci¨®n de Barcelona, los nacionalistas de CiU, el PNV y el BNG han puesto sobre la mesa algo mucho m¨¢s inquietante a corto plazo para los partidos de ¨¢mbito espa?ol que una vaga alusi¨®n al confederalismo. Ese algo es la posibilidad de que se forme lo que no ha existido desde 1977: un bloque de nacionalismos perif¨¦ricos que act¨²e como tal en el plano general espa?ol en todas las cuestiones pol¨ªticas que sus integrantes juzguen oportunas. Esa suma puede convertirles en una potente tercera fuerza imposible de obviar. Y ser¨ªa ingenuo pensar que s¨®lo van a interesarse por discusiones abstractas sobre autonomismo, federalismo y confederalismo. La prueba es que han comenzado por plantear una aspiraci¨®n tan concreta como la de intervenir en la renovaci¨®n de cuatro miembros del Tribunal Constitucional. Es decir, por algo que no est¨¢ en la lista de los desaf¨ªos hist¨®ricos sino en la agenda del d¨ªa a d¨ªa. CiU y el PNV han actuado cada uno por su cuenta desde que en 1978 se form¨® la ponencia que iba a redactar el proyecto de Constituci¨®n. En aquella ponencia entr¨® el convergente Miquel Roca en representaci¨®n conjunta de CiU y el PNV, pero su actuaci¨®n en ella provoc¨® un disgusto profundo en el partido de Xabier Arzalluz. Un disgusto imborrable, que ha alimentado durante dos d¨¦cadas una insuperable desconfianza mutua y ha mantenido congeladas durante 20 a?os las relaciones entre ambas fuerzas. Eso es lo que ahora ha terminado. Con la sustituci¨®n de Roca por Pere Esteve en la secretar¨ªa general de Converg¨¨ncia en enero de 1996, desapareci¨® el obst¨¢culo que imped¨ªa la colaboraci¨®n entre ambos partidos. Eso es una novedad hist¨®rica. Lo que hubo en el pasado fueron sendos episodios de acercamiento entre nacionalistas vascos, catalanes y gallegos frustrados por las dos dictaduras militares que ha conocido Espa?a durante este siglo. La situaci¨®n actual es otra cosa. Es un acuerdo que puede ser operativo a la hora de formar mayor¨ªas en las Cortes. Ejerce una atractiva aunque todav¨ªa imprecisa capacidad de arrastre sobre otras fuerzas nacionalistas, singularmente Coalici¨®n Canaria, y otros grupos menores. Y sus protagonistas tienen la posici¨®n de bisagra en el Parlamento espa?ol. Todo ello abre la expectativa de que este bloque de nacionalismos perif¨¦ricos adopte posiciones conjuntas o de apoyo mutuo en la discusi¨®n y revisi¨®n del modelo auton¨®mico. Eso es tambi¨¦n una novedad hist¨®rica. Baste recordar que en la elaboraci¨®n de la Constituci¨®n y el Estatuto de Catalu?a, los representantes mayoritarios de Catalu?a no proced¨ªan de la derecha nacionalista, sino de la izquierda catalanista: el PSC y el PSUC. Y que el nacionalismo gallego ni siquiera ten¨ªa representaci¨®n parlamentaria. La formaci¨®n del bloque de nacionalismos perif¨¦ricos se orienta a garantizar que el eje del debate sobre la revisi¨®n del modelo auton¨®mico ser¨¢n las posiciones de este bloque. Con este planteamiento, los integrantes del bloque perif¨¦rico aspiran a conseguir, adem¨¢s, el sue?o dorado de todos los partidos nacionalistas: escapar de la dial¨¦ctica derecha-izquierda, entre conservadurismo y progresismo, y quedar definidos ¨²nicamente como partidos nacionales. Y no s¨®lo en sus respectivos territorios y ante sus respectivos electorados. Eso es algo que hasta ahora han conseguido ya en una medida muy satisfactoria para ellos. Pretenden lograr que tambi¨¦n los partidos de ¨¢mbito espa?ol, los que s¨ª se definen primordialmente sobre el eje ideol¨®gico derecha-izquierda, les reconozcan definitivamente como genuinos representantes de cada una de sus respectivas naciones en el escenario pol¨ªtico espa?ol. Eso configura una din¨¢mica en la que se empuja al PP y al PSOE a convertirse en representantes conjuntos del nacionalismo espa?ol, incluso m¨¢s all¨¢ de lo que esa condici¨®n pueda resultarles aceptable a ellos mismos. El riesgo procede, en este caso, de que se dejen atrapar en este esquema. Durante los debates constitucionales, la izquierda catalana y espa?ola fue la aliada de los nacionalistas catalanes. La formaci¨®n del bloque de nacionalismos perif¨¦ricos tiende a sustituir aquella alianza hist¨®rica, que proced¨ªa de la Segunda Rep¨²blica y se hab¨ªa reforzado en la ¨²ltima etapa del franquismo. CiU parece decidida a empujar a la izquierda hacia el espa?olismo y a dejar las alianzas de las etapas de lucha por las libertades como un mero recuerdo hist¨®rico.
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