Amores que molestan
El refranero asegura que obras son amores. De acuerdo con ello, las innumerables obras que se encuentran en marcha en la ciudad son seguramente consecuencia directa del afecto que la alcaldesa y los concejales que conforman el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Valencia profesan a los ciudadanos. Y que debe ser enorme, porque ¨²ltimamente no es posible andar cinco minutos -si se circula en un veh¨ªculo motorizado el tiempo se acorta de forma extraordinaria, aunque las desventajas son siempre mayores para los peatones, faltar¨ªa m¨¢s- por las calles sin toparse con una valla, una zanja, una m¨¢quina excavadora o uno de esos martillos neum¨¢ticos. Es un amor que existe desde casi siempre y que normalmente se vuelve m¨¢s pasional en los meses de verano, para volver despu¨¦s a la monoton¨ªa que parece consustancial a toda relaci¨®n amorosa. La llegada de las vacaciones y, especialmente, del mes de agosto, se traduce inmediatamente en un notable incremento del n¨²mero de obras que afloran en la ciudad. Pero la pasi¨®n no suele durar mucho y, no se sabe muy bien por qu¨¦, la cosa vuelve a su estado habitual coincidiendo con el inicio de los colegios. Sin embargo, este a?o, y tambi¨¦n sin que exista una explicaci¨®n -a no ser que haya mediado la Viagra- est¨¢ durando m¨¢s de lo habitual. Entramos en la recta final del mes de septiembre y la ciudad es un caos de obras. No hay escapatoria. Te las encuentras all¨¢ a donde vayas. Circular en coche se convierte en una exasperante aventura, desplazarse a pie significa tanto como no llegar nunca con los zapatos limpios a nuestro destino. Y eso que todav¨ªa no ha llovido en serio. Pese a que las elecciones municipales est¨¢n a la vuelta de la esquina, no hay que poner en duda que el Ayuntamiento de Valencia act¨²a de buena fe y que pone en pr¨¢ctica el refr¨¢n por su amor a los ciudadanos. Pero ¨¦stos empiezan a cansarse. Y es que, seg¨²n advierte tambi¨¦n la sabidur¨ªa popular, hay amores que matan. O que, al menos, molestan.
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