El casino de Arafat
Se encuentra Oriente en efervescencia pol¨ªtico-social, con la religi¨®n -en concreto la isl¨¢mica- como factor destacado. Dos concepciones distintas del islam est¨¢n a punto de enzarzarse en una lid que puede desestabilizar una parte importante de Asia. Son protagonistas Ir¨¢n y los talib¨¢n, esos denominados estudiantes musulmanes afganos que, al parecer, priman las clases pr¨¢cticas a tiro limpio sobre la te¨®rica y reposada lectura de las suras y aleyas cor¨¢nicas. Claro que ellos sostienen que el islam es sobre todo acci¨®n y en su d¨ªa actuaron contundentemente contra los sovi¨¦ticos y contra todos aquellos que en su pa¨ªs eran m¨¢s templados. Hoy parecen estar a punto de encontrar la horma del zapato persa shi¨ª. En acertada descripci¨®n, el supremo l¨ªder Jamenei acaba de referirse a estos extremistas sun¨ªes afganos como "tribu salvaje, cruel, opresora y dura de mollera".Algo m¨¢s hacia el este, en Pakist¨¢n (sin cuya activa injerencia los talib¨¢n no habr¨ªan llegado a controlar, como hoy hacen, el 90% del pa¨ªs), un primer ministro -que compite nuclearmente con su colega fundamentalista hind¨², Vajpayee- se halla empe?ado en aplicar a sus conciudadanos (??) la sharia, esto es, la ley isl¨¢mica, algo que divide a Pakist¨¢n. Nawaz Sharif ya logr¨® hace unos meses imponer la bomba por antonomasia. Por eso ahora, muy religiosamente, dice que "Dios nos dio la fuerza para explotar un ingenio nuclear y por la gracia de Dios somos el primer pa¨ªs nuclear isl¨¢mico". ?Vaya gracia y menuda sabidur¨ªa!
Sin embargo, el m¨¢s reciente elemento de complicaci¨®n lo constituye la apertura, el pasado mi¨¦rcoles, de una casa de juegos en tierras palestinas, en concreto en Jeric¨®, cerca de donde se supone que existi¨® el b¨ªblico lugar de perdici¨®n, Sodoma y Gomorra. Sabido es que islam y juda¨ªsmo proh¨ªben el juego. De ah¨ª que resulte dif¨ªcil de entender la peculiar apuesta de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Se quieren obtener divisas de la previsible avalancha de israel¨ªes jugadores, haciendo caso omiso del mandamiento religioso. Empero, las contradicciones son flagrantes. ?Pretender¨¢ la ANP con la operaci¨®n casino enviar un mensaje de laicismo a su circunscripci¨®n? Preferible habr¨ªa sido elegir una v¨ªa potencialmente menos provocadora en un pa¨ªs que todav¨ªa ni siquiera existe como Estado y en cuya virtual capital pol¨ªtico-administrativa, Gaza, no se puede beber, por imperativo religioso, una cerveza.
El casino en cuesti¨®n ha sido construido por obreros del vecino campo de refugiados de Aqabat Jaber, donde se hacinan 4.000 personas, ninguna de las cuales -por razones religiosas y econ¨®micas- tendr¨¢, para jugar, acceso a sus salas. No parece saludable crear m¨¢s guetos en la autonom¨ªa palestina. El l¨ªder de Hamas, el jeque fundamentalista Yasin, ya ha clamado contra la surrealista iniciativa: "Es una tragedia en la historia de Palestina. La ANP debe reconsiderar su decisi¨®n antes de que sea tarde para lamentarlo".
La lengua italiana distingue entre casino y casin¨°. Casin¨° (con acento en la ¨°) se traduce por casino, casa de juegos. Sin el acento, significa, por un lado, burdel, por otro, jaleo, foll¨®n. Una cat¨¢strofe volc¨¢nica acaecida en Sodoma -la ciudad m¨¢s c¨¦lebre de la Pent¨¢polis palestina- hizo posible que la Biblia relate su destrucci¨®n a manos de Yav¨¦, harto de las desverg¨¹enzas de sus habitantes.
El compasivo Abraham -vali¨¦ndose de la familiaridad con que trataba tradicionalmente a Yav¨¦- intenta disuadirlo: "?Pero vas a exterminar juntamente al justo con el malvado? Si hubiera cincuenta justos en la ciudad, ?los exterminar¨ªas acaso y no perdonar¨ªas al lugar por los cincuenta justos? El juez de la tierra toda ?no va a hacer justicia?" (G¨¦nesis, 18).
Obviamente, en Sodoma no hab¨ªa hombres justos. Esperemos que ninguna otra ira contempor¨¢nea -que afirme tambi¨¦n actuar por voluntad divina- act¨²e de similar manera. Por si acaso, m¨¢s le valiera a la Autoridad Palestina dotarse de un pu?ado de hombres ¨ªntegros. En cualquier caso, ?qu¨¦ necesidad hab¨ªa de un casino adicional en el peligroso juego de la guerra y la paz en Oriente Pr¨®ximo?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.