La tregua y el modelo pol¨ªtico
El anuncio de la tregua indefinida por parte de ETA es, sin duda, una gran noticia. Por su contenido y por el momento en que se ha dado a conocer, la tregua completa la Declaraci¨®n de Estella o de Lizarra y creo que su objetivo fundamental es consolidar un bloque nacionalista capaz de convertir las elecciones vascas en una confrontaci¨®n entre dos nacionalismos, el vasco y el espa?ol. Pero ser¨ªa un grav¨ªsimo error entender la tregua s¨®lo como una maniobra electoral, porque lo que plantea y lo que exige es mucho m¨¢s que esto: es un cambio radical de nuestro sistema pol¨ªtico y de nuestra Constituci¨®n, en un nuevo contexto europeo y con el ejemplo del Acuerdo de Irlanda a la vista. Por esto, por la importancia de lo que est¨¢ en juego, creo que vale la pena empezar a discutir y poner de relieve las posibilidades, las dificultades y las contradicciones del asunto.Empecemos por el contexto. Tanto en la Declaraci¨®n de Estella como en el comunicado de ETA se menciona como punto de referencia el Acuerdo de Irlanda del Norte. Pues bien, este Acuerdo viene a ser lo contrario de lo que dicho comunicado exige. Primero, porque en la lucha suicida entre cat¨®licos y protestantes no se ventilaba ning¨²n proyecto de soberan¨ªa ni de independencia, sino la adscripci¨®n del territorio a la Rep¨²blica de Irlanda o al Reino Unido. Segundo, porque la soluci¨®n dada por dicho Acuerdo consiste en crear un espacio pol¨ªtico, jur¨ªdico y econ¨®mico que es pr¨¢cticamente el mismo para todos. A partir del acuerdo funcionan varios sistemas de cooperaci¨®n en todos los terrenos entre los Gobiernos de Gran Breta?a e Irlanda, entre ambas entidades y las autonom¨ªas brit¨¢nicas -Escocia, Gales, Islas del Canal, Irlanda del Norte- y entre las dos Irlandas. De modo que el sentido del Acuerdo es decirles a unos y a otros que adscribirse a la Rep¨²blica de Irlanda o adscribirse al Reino Unido es y ser¨¢ cada d¨ªa m¨¢s lo mismo, puesto que no tardar¨¢n en tener los mismos derechos, las mismas leyes y, muy pronto, la misma moneda y la misma ciudadan¨ªa. O sea, que donde aqu¨ª se pide ruptura el Acuerdo de Irlanda crea cooperaci¨®n e integraci¨®n, que donde aqu¨ª se pide soberan¨ªa el Acuerdo impulsa la eliminaci¨®n de fronteras y la convivencia en la diversidad.
M¨¢s todav¨ªa, el comunicado de ETA dice que "Europa se est¨¢ construyendo como un espacio pol¨ªtico, social, y econ¨®mico y un centro para las decisiones principales pasando por encima de Madrid y Par¨ªs..." y saca la conclusi¨®n de que Euskal Herria tiene que constituirse inmediatamente en Estado para hacer frente al "proyecto gigante de la econom¨ªa y la cultura unificadas a nivel mundial". Creo que la primera parte de la afirmaci¨®n es aceptable, pero la conclusi¨®n deber¨ªa ser otra: que si Madrid y Par¨ªs no tienen fuerza para controlar el proceso de unificaci¨®n europea y la globalizaci¨®n mundial, menos la tendr¨ªa la capital de una Euskal Herria dividida y encerrada en s¨ª misma, empe?ada en crear nuevas fronteras all¨ª donde se est¨¢n eliminando y forjando con la mano izquierda una soberan¨ªa que tendr¨ªa que entregar r¨¢pidamente a la Uni¨®n Europea con la mano derecha. Yo estoy convencido de que las entidades nacionales como la Euskadi actual y las ciudades m¨¢s din¨¢micas van a tener un protagonismo creciente en la construcci¨®n de la nueva Europa, a condici¨®n de que conecten con sus vecinos, de que sean capaces de liderar proyectos comunes dentro y fuera de las actuales fronteras y de que sepan impulsar y liderar sus Estados respectivos, porque aunque es cierto que ¨¦stos perder¨¢n soberan¨ªa, seguir¨¢n siendo elementos esenciales de una construcci¨®n de Europa que es y ser¨¢ dif¨ªcil, compleja y larga. O sea, que no creo que ni Euskadi ni ninguna otra nacionalidad o regi¨®n de Espa?a o de cualquier otro pa¨ªs saquen ning¨²n provecho del debilitamiento de su actual Estado y que m¨¢s bien les interesa liderar las propuestas y las orientaciones de ¨¦ste en un marco federal y no encerrarse en conceptos sobrepasados en una Europa que avanza hacia la eliminaci¨®n definitiva de sus fronteras internas. Esto me lleva al programa pol¨ªtico. ETA sigue reivindicando como elemento central e irrenunciable de su programa un modelo de Estado independiente formado por las tres entidades forales vascas, Navarra y dos departamentos del Pa¨ªs Vasco franc¨¦s. No s¨¦ si los partidos firmantes de la Declaraci¨®n de Estella comparten este objetivo a rajatabla, pero todos hablan de independencia y de autodeterminaci¨®n y precisan en el texto de la Declaraci¨®n que el debate sobre el modelo de Estado se realizar¨¢ s¨®lo en el marco de Euskal Herria y que lo que se decida en este marco ser¨¢ aceptado sin condiciones por parte de los ciudadanos del resto de Espa?a y de Francia y sus instituciones estatales. Pues bien, por todo lo dicho antes sobre el contexto y para evitar malentendidos y demagogias sobre lo posible y lo imposible creo que tiene que quedar bien claro desde el principio que el modelo de Estado independiente que propone ETA es inviable porque va en sentido contrario a la evoluci¨®n del marco europeo, porque no puede usurpar la libre volundad de todas las partes supuestamente implicadas y porque nadie puede aceptar lo que ser¨ªa un cambio radical de dos constituciones, la espa?ola y la francesa, y de los fueros navarros sin que todos los ciudadanos y las ciudadanas de Espa?a y de Francia pudiesen pronunciarse sobre el asunto. Por esto creo que las negociaciones que se abran deben explorar otros caminos, como las posibilidades de cooperaci¨®n estable, la puesta en com¨²n de iniciativas y de realizaciones en diversos terrenos, los desarrollos competenciales y los intercambios econ¨®micos y culturales con el entorno, o sea, caminos que no s¨®lo son m¨¢s factibles, sino que son los que de verdad marcar¨¢n el futuro.
Esto es especialmente importante porque el ¨²ltimo p¨¢rrafo de la Declaraci¨®n de Estella dice que el acuerdo final no tendr¨¢ un car¨¢cter cerrado y definitivo "... sino que posibilitar¨¢ marcos abiertos donde puedan tener cabida nuevas f¨®rmulas que den respuesta a la tradici¨®n y aspiraciones de soberan¨ªa de las ciudadanas y los ciudadanos de Euskal Herria". Dicho as¨ª, esto parece obvio porque ning¨²n proceso social se cierra definitivamente, pero si las cosas no est¨¢n claras se puede entender de otra manera, como un proceso sin fin, que se presta a toda clase de embates y presiones, entre ellas la de poner fin a la tregua o a las treguas que se puedan anunciar.
Es cierto que la Constituci¨®n no es intocable, pero tambi¨¦n es cierto que la Constituci¨®n fue aprobada masivamente por los electores de todo el pa¨ªs y que de ella ha surgido, entre otros, el Estatuto de Autonom¨ªa de Euska-
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di, tambi¨¦n aprobado masivamente por los electores vascos. Naturalmente, se puede reformar y cambiar, pero no sin la participaci¨®n activa de todos los electores de Espa?a, tal como establece la propia Constituci¨®n, sobre todo si lo que est¨¢ en juego es la estructura actual del pa¨ªs, definida en el T¨ªtulo Preliminar de la misma. Ya s¨¦ que hay quien piensa que caben otras f¨®rmulas, como la de la Disposici¨®n Adicional Primera, donde se habla de la posible actualizaci¨®n del r¨¦gimen foral, pero est¨¢ claro que dicha actualizaci¨®n se llevar¨¢ a cabo, en su caso "... en el marco de la Constituci¨®n y de los Estatutos de Autonom¨ªa" y que, por consiguiente, no se puede poner el carro delante de los bueyes.
Dicho todo esto, sigo pensando que el anuncio de una tregua indefinida por parte de ETA es muy importante y que pasar de la defensa de su proyecto con las armas a defenderlo con las palabras es un serio paso adelante. Espero que as¨ª sea hoy, ma?ana y m¨¢s all¨¢, y que ya no se retroceda nunca m¨¢s a la dial¨¦ctica de las armas y del terror. Esto exigir¨¢ claridad sobre el estado real de las cosas y firmeza y capacidad de di¨¢logo y de negociaci¨®n por parte de todos, pero nada se conseguir¨¢ si se desconoce la realidad de todo nuestro entorno y si se piensa que se pueden forzar voluntades colectivas con la amenaza de volver a unas armas que, como se ha demostrado, no pueden resolver ninguno de los problemas planteados.
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