Lealtades
VICENT FRANCH Celebrada una y otra vez la cuenta de resultados del proceso que ha conducido a la aprobaci¨®n de la ley que crea la AVL, no est¨¢ de m¨¢s recordar, por si determinados olvidos durmiesen en la bocamanga de alguien, o estuviesen al servicio del prurito de alg¨²n descuidero cuyo oficio es el tir¨®n a los jirones de la moralidad p¨²blica, que en los pactos modernos, como en los negocios de cuando este pa¨ªs ten¨ªa leyes propias, la primera regla, aquello que de verdad les confiere rango, es la presunci¨®n de lealtad de las partes. Aqu¨ª y ahora, y vistos los silencios que se ciernen sobre la composici¨®n final de la AVL, o, por lo menos, la incertidumbre que se palpa en la n¨®mina de los ling¨¹istas y escritores que habr¨ªan de representar en el ¨®rgano al sector secesionista, es muy conveniente plantear abiertamente que en la AVL no puede haber ni un solo nombre representando objetivos diferentes a los recogidos, primero en el dictamen del CVC, y segundo, en el pre¨¢mbulo que abre la ley que deb¨ªa publicarse un d¨ªa de ¨¦stos. Aunque el debate sobre la fuerza vinculante de los pre¨¢mbulos de las leyes est¨¢ ya un poco pasado de moda, y a pesar de que lo que el legislador quiere decir lo consigna directamente en el texto articulado, la presencia de las exposiciones de motivos que preceden al texto articulado permite entender de una manera inequ¨ªvoca el sincretismo de los preceptos que s¨®lo enuncian procedimientos o reglas de funcionamiento. La ley que comentamos y su exposici¨®n de motivos proceden directamente de dos compromisos concatenados: el primero, el encargo que las Corts hacen al CVC; el segundo, la aceptaci¨®n que las Corts hacen del dictamen del CVC convirti¨¦ndolo en una ley expresamente motivada. Siendo el objeto evidente del proceso establecer mecanismos de paz pol¨ªtica en el ¨¢mbito del conflicto ling¨¹¨ªstico mediante la provisi¨®n de una instituci¨®n t¨¦cnica donde rescatar el debate del apasionamiento para la tranquilidad erudita, no tiene el menor sentido proveer el ¨®rgano resultante del pacto con actores que por activa y por pasiva han declarado, ellos y/o sus patrocinadores, que no aceptan ni los t¨¦rminos del dictamen que la mayor¨ªa del CVC aprob¨®, ni la ley que el Parlamento vot¨® por abrumadora mayor¨ªa, porque lejos de integrarles al trabajo com¨²n y leal que se supone han de protagonizar, se deslegitima el pacto de mayor¨ªas (tan trabajosamente conseguido) y se da entrada en la Academia a gente cuyas fidelidades est¨¢n cantadas de antemano y pregonadas como entorpecedoras de la normalidad que una instituci¨®n t¨¦cnica y cient¨ªfica necesita. Porque si, adem¨¢s, sus patrocinadores y mentores pol¨ªticos van a continuar echando le?a al conflicto con el decidido prop¨®sito de rentabilizarlo electoralmente, es de necios facilitarles sillones en la academia, porque desde all¨ª har¨¢n de quinta columna de quienes les amparan y jalean. Tendr¨ªan, en ese caso, un doble frente a su disposici¨®n, el pol¨ªtico, para el que son todo lo libres que les permita su falta de responsabilidad hist¨®rica, y el acad¨¦mico, facilitado sin mediar lealtad al pacto. Es muy f¨¢cil imaginarse al perturbador de turno saliendo hoy si y ma?ana tambi¨¦n a buscar la noticia aclam¨¢ndose porque alguien en la AVL ha dicho aquest en lugar de est o la biblioteca ha comprado, por ejemplo, una edici¨®n de la Obra Completa de Ausi¨¤s March editada por Eliseu Climent (?qu¨¦ horror!). Sin lealtad, su lugar est¨¢ en la calle.
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