Erotismo
Los administradores pol¨ªticos del Ayuntamiento de Baza debaten y averiguan las trazas de su esc¨¢ndalo sexual. Es un esc¨¢ndalo peque?o, fantasmag¨®rico, sin manoseos, v¨ªdeos exculpatorios ni manchas de fluidos delatores, pero de la misma catadura moral y vengadora del esc¨¢ndalo mayor de quienes todos hablan. Ana de la Flor, la concejal de Cultura, cree que el alcalde y compa?ero del Partido Popular, Manuel Urquiza, ha dejado caer con una sutileza un tanto ruda pistas que la se?alan como la persona que marc¨® desde un tel¨¦fono del municipio varias de esas direcciones telef¨®nicas que aparecen escondidas en las secciones de relajo de los peri¨®dicos y que prometen feroces e improbables experiencias amatorias a distancia. "Me quiere desprestigiar porque estamos enfrentados", ha venido a decir la concejal De la Flor. ?Qu¨¦ raro que alguien recurra a estas alturas a los tel¨¦fonos er¨®ticos de los ayuntamientos para obtener placer a hurtadillas o para tramar una venganza! En ambos casos es palmaria la torpeza: del que llama para obtener un extra?o goce a costa del erario p¨²blico, porque cada vez que hunde un dedo en la tecla deja una huella imborrable en la factura del pr¨®ximo bimestre, y del que monta la trampa, pues la argucia est¨¢ m¨¢s usada que el timo que llama la polic¨ªa con propiedad del tocomocho. Llama la atenci¨®n, sin embargo, que el episodio de sexo que ha escandalizado al alcalde, y en el que ya han mediado los dirigentes provinciales del partido, sea tan impalpable. Cuando uno recorre al azar las secciones de relajo de los anuncios por palabras de los diarios, donde se amontonan en letra menuda someras descripciones de org¨ªas y perversiones, comprende que los aficionados a la loter¨ªa sepan diferenciar un n¨²mero bonito de otro feo. Las cifras de las l¨ªneas er¨®ticas trasminan una extra?a melancol¨ªa, un mensaje de ausencia y soledad m¨¢s que de invitaci¨®n al pecado. Me pregunto si coincidir¨¢ conmigo Angel D¨¢maso F. C., el hombre que superpon¨ªa n¨²meros falsos en los billetes de loter¨ªa para fingir premios menores de 25.000 pesetas. Angel D¨¢maso dedicaba su vida a estas sorprendentes trapisondas y confiaba a los n¨²meros toda su fortuna, pues la mayor parte del dinero que cobraba indebidamente la invert¨ªa en billetes para el pr¨®ximo sorteo que, como tampoco resultaban agraciados con un premio que le permitiera un retiro c¨®modo, volv¨ªa a manipular, y as¨ª hasta el infinito. La Guardia Civil le ha librado de una penosa neurosis.
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