Normas para una nueva filosof¨ªa
El pensador argentino Mario Bunge no pudo viajar a Madrid, pero envi¨® su ponencia, en la que, tras analizar las causas de la crisis actual de la filosof¨ªa, propone un dec¨¢logo para su reconstrucci¨®n. Su voluntad, confiesa en el texto, era armar un esc¨¢ndalo. No en vano empezaba afirmando que hablar de la muerte de la filosof¨ªa es "falso e inmoral", y de paso cargaba con sa?a contra "tres enemigos notorios de la filosof¨ªa: Nietzsche, Wittgenstein y Heidegger". Un eufemismo que no encubre que lo que de verdad pretenden es llamarles cantama?anas. La inmoralidad se explica: si alguien afirma la muerte de la filosof¨ªa "hace mal en dedicarse a aquello en lo que no cree".La crisis se debe a que no hay fil¨®sofos sino funcionarios que confunden filosofar con historiar y cultivan la oscuridad fingiendo que es profundidad. Se obsesionan por la lengua hasta el aburrimiento, ignoran la realidad, evitan el sistema e ignoran la ciencia.
Frente a ello, cabe una filosof¨ªa abierta a los conocimientos reales; actual, lo que no quiere decir de moda; que no sea impostora, es decir, que no divague; que sea clara -"la oscuridad es indicador de incompetencia, confusi¨®n o impostura"-; que fomente la cr¨ªtica, porque "filosofar no es repetir"; que sea iluminista, es decir: naturalista, humanista, racionalista, empirista, procient¨ªfica y progresista; que resulte interesante -"no hay peor disuasor que el tedio"-; que sea compatible con la ciencia y que no degrade la condici¨®n humana como hacen "Agust¨ªn, Nietzsche y Heidegger". Las ¨²ltimas recomendaciones indican que sea profunda y no superficial; realista y no fruto de la fantas¨ªa; sist¨¦mica y no fragmentaria, y, finalmente, ¨²til.
Bunge concluye: "Nunca hay que transigir con el llamado pensamiento d¨¦bil que echa por la borda 25 siglos de esfuerzos por salir de las tinieblas".
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