El estado de la tregua
1. Despu¨¦s de Ermua, el Gobierno del PP fantase¨® una estrategia de renacionalizaci¨®n de Euzkadi. Fueron los d¨ªas en que, ampar¨¢ndose en la masiva reacci¨®n ciudadana contra el asesinato de Miguel ?ngel Blanco, la propaganda insist¨ªa en el aislamiento de Herri Batasuna. El PP hablaba del nacimiento de una nueva mayor¨ªa. Y so?aba con un proceso que culminaba en unas elecciones vascas que daban una mayor¨ªa no nacionalista, con el PP a la cabeza, apoyada en la firmeza del Gobierno. Los partidos proponen y la realidad dispone. Todo ha sido muy distinto de como el Gobierno hab¨ªa imaginado. Policialmente, Mayor Oreja ha acertado: las actuaciones contra el ¨¢rea de cobertura -econ¨®mica y medi¨¢tica- de ETA han sido el empuj¨®n definitivo a una organizaci¨®n debilitada. Y, sin embargo, pol¨ªticamente todo ha ido al rev¨¦s de lo que el Gobierno esperaba: una renovada mayor¨ªa nacionalista se dibuja en Euzkadi, con la iniciativa en manos del PNV. Queriendo aislar a HB y construir una nueva mayor¨ªa hegemonizada por el PP han conseguido que el PNV se inclinara hacia el lado abertzale, preparando una futura mayor¨ªa nacionalista. El rechazo al documento Ardanza fue un error del PP y el PSOE (o una astucia del PNV, si se prefiere). Y ahora el problema ser¨¢ lo que habr¨¢ que pagar para retener al PNV a una distancia razonable. Hay quien sustenta que ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil atender las exigencias del PNV que las de la propia ETA.2. ?Por qu¨¦ ETA ha decidido emprender el camino del fin de la violencia? ?Hay alguna raz¨®n s¨®lida que apoye la confianza de los que dicen intuir que esta vez va en serio? Una suma de factores ha actuado sobre el perturbado imaginario pol¨ªtico etarra. La presi¨®n sindical: la alianza de LAB (el sindicato de HB) con ELA-STV (el sindicato pr¨®ximo al PNV) ha dado mucha presencia en las empresas a los sindicalistas abertzales, con lo que ETA y HB han comprendido que ten¨ªan un futuro en la vida social vasca si romp¨ªan el aislamiento dejando de matar. La indiferencia social ante el encarcelamiento de la mesa de HB y el cierre de Egin, que ha hecho comprender a ETA que despu¨¦s de Ermua las cosas ya no eran como antes. El acoso policial al entorno, que amenazaba con asfixiar al mundo cerrado de HB. Y, por supuesto, el reiterado ejemplo irland¨¦s, que ha servido para que se rompiera el pesimismo de la sociedad vasca (?si all¨ª han encontrado una salida, por qu¨¦ no la vamos a encontrar aqu¨ª?) y ha dado una referencia para definir el modelo de negociaci¨®n (prioridad al bloque nacionalista). Sin embargo, estos y otros factores habr¨ªan sido insuficientes sin el factor humano. En este caso, la fatiga. La fatiga de los presos, de los familiares, de los militantes, de los electores, de los colaboradores, hab¨ªa alcanzado la masa cr¨ªtica necesaria para que, al entrar en contacto con una acumulaci¨®n de factores nuevos, produjera un efecto catastr¨®fico sobre ETA que la ha obligado a cambiar de rumbo, simplemente para encontrar nuevas aguas en las que su gente pueda sobrevivir.
3. Los nacionalistas se anticiparon con la declaraci¨®n de Barcelona, h¨¢bilmente orquestada por Arzalluz aprovech¨¢ndose de la querencia de Pujol por estar presente en todos los escenarios. Hay que hacer una nueva lectura de la Constituci¨®n, dicen los convergentes con timidez idiosincr¨¢sica; hay que reformarla, dicen los vascos, que siempre ponen las palabras gruesas por delante, porque el modelo se ha agotado y nosotros venimos avisando desde hace ya tiempo. E incluso insin¨²an: si ETA ha dejado de matar, ya no hay motivos que impidan cambios significativos en la estructura del Estado. No hay que tener miedo a las palabras may¨²sculas. Pero s¨ª protegerse de los ventajistas, que amagan vinculando paz con nacionalismo, como si ¨¦ste fuera la condici¨®n impl¨ªcita para el final feliz de la tregua. La reforma de la Constituci¨®n no s¨®lo no debe ser ning¨²n tab¨², sino que ser¨ªa deseable que el principio de su revisi¨®n temporal estuviera inscrito en los modos pol¨ªticos. Las sociedades cambian. Casi todas las amenazas, ficticias o reales, que planeaban sobre los legisladores cuando la Constituci¨®n se redact¨® han desaparecido. La soberan¨ªa en una Europa atravesada por multitud de espacios sociales transnacionales poco tiene que ver con lo que era hace veinte a?os. Por mucho que pese, la palabra soberan¨ªa est¨¢ ya muy vac¨ªa de contenido. ?Qu¨¦ es la soberan¨ªa de las naciones en una Europa mercado ¨²nico, con moneda ¨²nica, con pol¨ªtica internacional y defensa colegiadas y con una reglamentaci¨®n comunitaria que representa el setenta por ciento de las leyes vigentes? Todav¨ªa es un s¨ªmbolo, amparado en el fetiche de la tierra. Y los hombres se han matado mucho por los s¨ªmbolos. Hay que transigir en lo simb¨®lico, aunque la segunda revoluci¨®n laica avance muy lentamente. La soberan¨ªa no vale una sola muerte m¨¢s. Y, sin embargo, hay que ser exigentes en la defensa de las libertades y de las reglas del juego, para que no se pueda enterrar ninguna libertad individual bajo la losa de la voluntad colectiva. Los nacionalistas razonan en t¨¦rminos de diferencia. "No somos un pa¨ªs cualquiera", dicen, en rid¨ªcula autocomplacencia. Se ha terminado el caf¨¦ para todos, concluyen. Y, sin embargo, a nadie se le puede negar el derecho al caf¨¦. La libertad no es diferencia, la libertad es pluralismo, que es algo muy distinto. Y el pluralismo empieza por la propia casa.
4. Ardanza ha puesto el freno: las cuestiones pol¨ªticas de fondo quedan para el 2000. Ardanza ha puesto fecha a la prueba temporal de la tregua. De momento, el PNV sigue demostrando que es quien domina el tempo del proceso. Aunque lo modifique a cada curva. Ser¨ªa tan negativo que el PP y el PSOE optaran por el numantinismo constitucional como que el PNV (con CiU a rebufo) practicara el ventajismo. Y, sin embargo, hay que resolver la apor¨ªa de fondo: no dejar escapar la oportunidad sin hacer concesiones pol¨ªticas a los terroristas. La convivencia se basa en el reconocimiento mutuo. Los terroristas tienen todav¨ªa que incorporarse al espacio de la aceptaci¨®n del otro. ?sta es la primera tarea, que tiene m¨¢s que ver con las mentalidades que con las leyes. C¨®mo el mundo cerrado de HB se hace socialmente permeable. C¨®mo socializar la tregua, de modo que sea ya del Pa¨ªs Vasco y no de ETA. El proceso de reconciliaci¨®n nacional sobre el que se construy¨® la transici¨®n qued¨® incompleto en Euzkadi. Y el nacionalismo no puede presentarse como el garante exclusivo de la misma. El nacionalismo vasco ha sido m¨¢s diferenciador que integrador (la doctrina del Rh de Arzalluz). Cuando se
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dice que se echa en falta liderazgo del Gobierno, simplemente se quiere decir que la reconciliaci¨®n no puede cojear de una pierna.
5. La cita m¨¢s inminente son las elecciones vascas. Definir¨¢n las relaciones de fuerza pol¨ªticas que marcar¨¢n el proceso de fin de la violencia. Los nacionalistas han hecho sus movimientos. Si Ardanza frena, probablemente es por miedo a que la ciudadan¨ªa sienta el v¨¦rtigo de la aventura. Los partidos no nacionalistas tambi¨¦n tienen que decir la suya. ?Garantes del statu quo? Se dice que los electores de las sociedades posmodernas no quieren sobresaltos ni demasiadas sutilezas. Y, sin embargo, habr¨ªa que pedir claridad a todas las partes. Que cada uno diga claramente cu¨¢l es su programa de m¨¢ximos. Y que los electores escojan. Despu¨¦s habr¨¢ que ritualizar el proceso de incorporaci¨®n del mundo abertzale a la vida democr¨¢tica. No ser¨¢ un periodo de concesiones pol¨ªticas. Ser¨¢ el momento de hablar de la situaci¨®n de los presos. Si as¨ª se llega al 2000 sin violencia, ser¨¢ la din¨¢mica democr¨¢tica del conflicto la que plantear¨¢ la agenda que algunos quieren acelerar. El debate constitucional puede enmarcarse perfectamente en la necesidad de ajustar las instituciones al dise?o pol¨ªtico europeo.
6. El PP y el PSOE deber¨¢n hacer frente a seductoras tentaciones partidarias, en un proceso que exige mucha prudencia. El PP puede ver en el final de la violencia un trampol¨ªn hacia la mayor¨ªa absoluta. El PSOE puede pensar que cuanto m¨¢s avance el proceso m¨¢s pronto acabar¨¢ su calvario judicial. A menudo, los vicios privados redundan en p¨²blicas virtudes, pero entrar¨ªamos en zona de riesgo si el PP se dejara cegar por el obsesivo objeto del deseo que hasta hoy las urnas le han negado y si el PSOE transfiriera su delirio paranoico al proceso que acaba de empezar. Si se consigue el fin de la violencia, todo lo dem¨¢s se dar¨¢ por a?adidura.
7. Dicen los socialistas que ETA ha aprovechado un momento de debilidad del Estado con la complicidad del PNV. Y apuntan dos razones: la falta de un proyecto de Estado por parte de un PP hipotecado por los nacionalismos perif¨¦ricos y la sentencia del caso Marey. Tengo la impresi¨®n de que aqu¨ª la ¨²nica debilitada es ETA: si tan fuerte se sintiera, ?por qu¨¦ daba el paso? Puede, sin embargo, que lleven raz¨®n en el primer argumento. El proyecto de Estado, desde que lleg¨® al Gobierno, al PP s¨®lo se le supone. Pero ?por qu¨¦ los socialistas, durante los trece a?os de gobierno, ni siquiera empezaron a esbozar el Estado federal que defienden sus correligionarios socialistas catalanes? Del caso Marey, el Estado s¨®lo ha salido fortalecido. A pesar del PP, que lo utiliz¨® de modo espurio, y del PSOE, al que le provoc¨® melanc¨®licas fantas¨ªas extraparlamentarias. Los etarras vieron que la justicia act¨²a igual para todos.
8. Atenci¨®n a los factores psicol¨®gicos: la ansiedad y el s¨ªndrome de Estocolmo. La ansiedad, las ganas de acabar con la pesadilla de la violencia, puede hacer dif¨ªcil que la ciudadan¨ªa acepte las complicaciones del proceso y puede provocar aceleraciones poco calculadas de los gobernantes, presionados por la opini¨®n. El s¨ªndrome de Estocolmo empieza a traducirse en una rid¨ªcula comprensi¨®n de los asesinos, como si hubiera algo que agradecerles. Tambi¨¦n en esto, hay que decirlo, el PNV ha sido pionero: siempre les ha tratado como las ovejas descarriadas de la familia. Y es conocida la alegr¨ªa que produce el retorno del hijo pr¨®digo a la casa del padre. Hace veinticinco a?os, por lo menos, que ETA deber¨ªa haber dejado de matar. As¨ª lo entendieron entonces sus mejores hombres y mujeres. La tregua es un alivio, pero nunca un triunfo. De nadie.
9. Se pregunta Kepa Aulestia: ?vale la paz una mentira? El Pa¨ªs Vasco del documento de ETA, el Pa¨ªs Vasco del documento de Lizarraga, es una mentira. Dos mentiras, en sus diferencias de matiz. Un retrato de pa¨ªs trazado al corte de los nacionalistas, como si Euzkadi fuera un universo cerrado. Si ¨¦ste es el marco de referencia, el futuro es realmente problem¨¢tico. No se puede dejar a medio pa¨ªs en la alternativa de adaptarse o resignarse. Y, sin embargo, siempre qued¨® claro que el problema s¨®lo pod¨ªa resolverse desde Euzkadi. El PNV tom¨® la iniciativa. Los dem¨¢s no le siguieron. Ahora tiene que saber incorporarlos. Incorporarlos no quiere decir situarles ante un "lo toma o lo deja". La paz a cualquier precio, no es paz.
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