Un acuario sin delfines
En sus m¨¢s de 20 a?os de existencia, Converg¨¨ncia Democr¨¤tica de Catalunya (CDC) ha sido incapaz de producir un sucesor que no se derritiera con la proximidad de Jordi Pujol. L¨ªderes de la talla de Miquel Roca han perecido en el intento. Su desaparici¨®n pol¨ªtica dej¨® a CDC hu¨¦rfana de heredero. La falta de un claro n¨²mero dos propio -no importado, como ser¨ªa el caso del l¨ªder democristiano Josep Antoni Duran Lleida- y el paso de los a?os han hecho que las distintas familias pol¨ªticas de CDC tomen ahora posiciones para el combate sucesorio, si antes no se expresa de forma inequ¨ªvoca la voluntad de Pujol. Aumenta, pues, un impreciso colectivo de aspirantes que velan sus armas. Las aguas del acuario convergente no est¨¢n agitadas por los saltos de los delfines, pero no falta el movimiento de piezas propias de la pesca de altura. El partido quiere prepararse en silencio para el pospujolismo, la palabra que nadie se atreve a pronunciar. Crece el protagonismo del partido, siempre y cuando Pujol no decida lo contrario. Desde el aparato de CDC hay quien se?ala que entre 1992 y 1996 el partido no exist¨ªa. Desde que tomaron las riendas Pere Esteve, el actual secretario general, y Felip Puig, secretario de organizaci¨®n, las cosas cambiaron y el sector m¨¢s nacionalista de Converg¨¨ncia se sinti¨® satisfecho. Gracias a ellos hoy se habla de soberan¨ªa compartida, de relectura de la Constituci¨®n o del Estatuto, un lenguaje que no exist¨ªa cuando el secretario general era Roca. Entre los entusiastas de ese discurso -aunque a veces no con la persona que lo formula- se encuentra la fam¨ªlia o el pinyol. Casi todos sus miembros son dirigentes de la federaci¨®n de Barcelona de CDC y algunos incluso son familiares del propio presidente. Por ejemplo, Oriol Pujol Ferrusola, director general de Asuntos Interdepartamentales. Felip Puig es referente para el sector duro, el pinyol, de CDC. "Ese sector cobra toda su fuerza en 1996, con la ca¨ªda de Miquel Roca", afirman desde CDC. Hasta entonces, y desde 1992, se hab¨ªa producido una complicada traves¨ªa del desierto, a juicio de los duros. "Entonces en el partido se agrupaban roquistas [L¨®pez de Lerma, Recoder...]; pujolistas con pedigr¨ª [Joan Maria Pujals, Artur Mas, Felip Puig] y pujolistas coyunturales, como Pere Esteve [que arrastra el pecado original de haber empezado como roquista] o Xavier Trias", explican. Al frente del partido se sucedieron personas como Ramon Camp, Enric Renau, Josep Caminal. "El a?o 1996 es aquel en el que se aparca a los roquistas y a partir de entonces empiezan a pasar a la reserva personalidades hist¨®ricas: el propio Roca, Maci¨¤ Alavedra o Josep Maria Cullell. Derrotas pol¨ªticas o esc¨¢ndalos econ¨®micos hicieron prudente una retirada del primer plano", subrayan las citadas fuentes. Aparcados o no, Pujol sigue recabando todav¨ªa hoy consejo a algunos de sus antiguos hombres fuertes, pol¨ªticos con perfil propio, una especie en franco retroceso en CDC. "La sumisi¨®n ha abierto el sendero de la mediocridad en los distintos ¨¢mbitos nacionalistas", aseguran antiguos roquistas. "Despu¨¦s de tantos a?os de Gobierno nacionalista, ?cu¨¢l es la herencia?", critican desde el citado sector. Los viejos roquistas, aunque nunca mueren, est¨¢n en franca minor¨ªa. Algunos de ellos incluso pasan del partido. Una parte se agrupa en la Fundaci¨® Barcelona. El aparato les llama "los pijos" porque ocupan cargos en empresas o provienen de familias con cierto pedigr¨ª burgu¨¦s. Jordi Pujol utiliz¨® esta fundaci¨®n para frenar los efectos confederales de la Declaraci¨®n de Barcelona -un documento de trabajo que abogaba por ese modelo de Estado-. Mientras Xos¨¦ Manuel Beiras (BNG), Xabier Arzalluz (PNV) y Pere Esteve se hallaban reunidos, cit¨® a los representantes de la Fundaci¨® Barcelona e inmediatamente se hizo p¨²blico su documento. Abogaba por un nacionalismo m¨¢s light, menos esencialista en cuestiones de lengua e identidad y m¨¢s duro en la exigencia de buena administraci¨®n. ?Qui¨¦n integra esa fundaci¨®n? Se trata, entre otros, de antiguos dirigentes de la Joventut Nacionalista de Catalunya, hombres cercanos a Miquel Roca. Hay nombres como Joan Oliveres, Llu¨ªs Recoder, Josep Maria Via, Antoni Gelonch o el mismo Joaquim Triad¨². Una mezcla que confirma la regla de que las etiquetas en pol¨ªtica no siempre cuadran. Los miembros de la fundaci¨®n son conscientes de que poco pueden aspirar al delfinato. En contraste, el pinyol avanza con paso firme. Los a?os y alguna galerna les ha hecho perder uno de sus buques insignia: el consejero Joan Maria Pujals (Cultura). Otro permanece intacto: Felip Puig; y mientras, en las atarazanas convergentes se ha fabricado otro nuevo y flamante: Artur Mas. El consejero de Econom¨ªa ha sido el ¨²ltimo llamado a integrar el sanedr¨ªn de notables, el secretariado permanente de CDC, integrado por Alavedra, Puig, Esteve, Cullell, Joaquim Molins, Roca y Xavier Trias. Hay quien asegura que Mas ser¨¢ conseller en cap en la pr¨®xima legislatura. Otros afirman que Pujol confiar¨¢ en Mas y en Xavier Trias, en un ejercicio de equilibrio pol¨ªtico. En todo caso, el delf¨ªn, aseguran pacientes analistas de la compleja vida del partido, no vendr¨¢ de la generaci¨®n que sigue a la de Pujol: Esteve, Molins o Trias. Partir¨¢ de la segunda generaci¨®n: la de los Mas, Puig, Pujals, Triad¨² o Pere Macias. M¨¢s o menos, de la quinta de Josep Antoni Duran Lleida.
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