Los rusos hablan "sobre eso"
El tab¨² que para los sovi¨¦ticos era el sexo se ha roto con un programa de televisi¨®n que lo trata sin tapujos
El sexo era tab¨² en los puritanos tiempos sovi¨¦ticos y millones de rusos conservan todav¨ªa el reflejo de que es mejor no hablar "sobre eso", un eufemismo que puede rastrearse hasta las p¨¢ginas de Los hermanos Karam¨¢zov. Pero en la Rusia de hoy, dividida entre quienes abominan del comunismo y los que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor que esta seudodemocracia corrupta, apenas queda espacio para los tab¨²es, aunque algunos s¨®lo se desmoronen a golpe de esc¨¢ndalo.Ese cambio sociol¨®gico encuentra su campo natural de expresi¨®n en la peque?a pantalla, donde lo mismo se fabrica un presidente con un pu?ado de ¨®rganos enfermos y un buen fajo de billetes de 100 d¨®lares que se habla sin tapujos sobre eso, traducci¨®n del t¨ªtulo del popular talk show de la cadena NTV Pro eto.
Cada s¨¢bado, millones de personas se congregan en toda Rusia ante el televisor, pasada la medianoche; se enteran de la fuerza de un idioma, el lat¨ªn (fellatio, cunnilingus, etc¨¦tera), capaz de derribar a un presidente norteamericano, y descubren que lo suyo, despu¨¦s de todo, no es tan raro.
Aprenden la lecci¨®n con una maestra de ceremonias, Elena Janga, de 35 a?os, quien, con su sola presencia, y en un decorado chill¨®n rosa, azul y amarillo, rompe otro tab¨²: el de la raza. La exuberante presentadora, aunque de nacionalidad rusa, lleva en la piel (aunque no en el pelo, te?ido de rubio) la huella indeleble de que su padre fue un estudiante tanzano que lleg¨® a primer ministro de su pa¨ªs hasta que muri¨® durante un golpe de Estado, en tanto que su madre era hija de un afroamericano y una estadounidense jud¨ªa llegados a la URSS en los a?os treinta para construir el comunismo.
El racismo brota entre muchos rusos ante el m¨ªnimo est¨ªmulo, y no s¨®lo se dirige contra extranjeros, sino tambi¨¦n a compatriotas jud¨ªos o con la piel menos blanca, como cauc¨¢sicos o asi¨¢ticos. En tiempos sovi¨¦ticos, miles de africanos estudiaban en la Universidad Patricio Lumumba de Mosc¨², pero hoy, cuando ya no paga el Estado, su n¨²mero ha disminuido dr¨¢sticamente.
Colocar al frente de Pro eto a una mujer de color refuerza la idea de transgresi¨®n, clave de su ¨¦xito. La propia cadena anuncia la emisi¨®n diciendo que Janga es la ¨²nica presentadora que nunca se pone roja. En su boca, los temas m¨¢s escabrosos se tratan con tanta naturalidad como si se hablase de la cosecha de patatas.
En la emisi¨®n de la pasada medianoche se recogieron dos historias ejemplares. En una de ellas, una pareja de paral¨ªticos cerebrales, con su vida reducida a una silla de ruedas, relat¨® c¨®mo hace el amor clandestinamente en el hospital. En la otra, una mujer de 40 a?os que perdi¨® una pierna a los 20 explic¨® que emigr¨® a EE UU porque s¨®lo ve¨ªa compasi¨®n, pero no amor o deseo, en los ojos de los hombres rusos. All¨ª, dice, ha montado una agencia de citas basada en lo contrario: la atracci¨®n de los estadounidenses por las minusv¨¢lidas.
El director del programa, Andr¨¦i Loshak, explica a EL PA?S que le llueven quejas de diputados, gente de la calle e incluso de la fiscal¨ªa, pero que sale al paso de las acusaciones de minar la moral de la sociedad con dos argumentos. Uno, cierto: que en Pro eto se habla de eso, pero no se muestra nada. Otro, falso: que los personajes son actores. En realidad acuden voluntariamente o son localizados por cazadores del equipo.
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