El ¨²ltimo error de Txelis
ETA expuls¨® al ex miembro de la c¨²pula de la banda porque interfiri¨® en los contactos de HB con la Iglesia
La expulsi¨®n de ETA de Jos¨¦ Luis ?lvarez Santacristina, Txelis, a dos d¨ªas del Acuerdo de Lizarra y a seis del anuncio de la tregua, obedeci¨® al deseo de la organizaci¨®n terrorista de mostrar hasta qu¨¦ punto exigir¨¢ disciplina interna en el futuro inmediato y claridad de intenciones a los contactos que pretendan establecerse con ella. Que ETA haya dejado fuera de sus filas a uno de los defensores de la tregua justo en el momento en que ¨¦sta quedaba acordada significa que cualquier iniciativa al margen de la direcci¨®n oficial estar¨¢ condenada al fracaso, incluso si sus promotores est¨¢n de acuerdo con el posicionamiento actual de la izquierda abertzale. El ¨²ltimo error de Txelis consisti¨® en adelantarse e interferir en los contactos que HB empezaba a establecer con la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica.El mensaje est¨¢ claro tambi¨¦n y sirve igual para quienes alberguen tentaciones, desde posiciones duras, en contra del alto el fuego. La expulsi¨®n cumple el doble objetivo de poner orden dentro y advertir a los de fuera, partidos y Gobierno, qu¨¦ tipo de caminos y maniobras no ser¨¢n aceptados. La direcci¨®n etarra ha mostrado mano dura con un ex dirigente que fue decisivo en la estrategia que ahora culmina y que goz¨® de gran carisma desde su condici¨®n de responsable de la oficina pol¨ªtica. Desde ahora, las iniciativas de Txelis tendr¨¢n "car¨¢cter personal", se afirmaba en el comunicado.
Al negarle representatividad y acusarle de escisionista, ETA est¨¢ advirtiendo de que ser¨¢ firme ante cualquier tentaci¨®n que pueda surgir en esa l¨ªnea.
Las razones m¨¢s cercanas de la expulsi¨®n de Txelis hay que buscarlas en las interferencias que el ex dirigente preso en Francia, convertido a la fe cat¨®lica y firme partidario del cese de la violencia, ha venido realizando entre el sector eclesi¨¢stico, con el que manten¨ªa una estrecha relaci¨®n epistolar. Y en la constataci¨®n, por parte del propio Arnaldo Otegi, de que Txelis no s¨®lo no hab¨ªa desistido de sus anteriores movimientos al margen de la disciplina colectiva, sino que hab¨ªa dado nuevos pasos, esta vez en direcci¨®n a la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica vasca, adelant¨¢ndose e interfiriendo en los contactos que empezaba a establecer HB en los mismos medios.
P¨²blico defensor de la promulgaci¨®n de una tregua, Txelis no ha renunciado a tener protagonismo en este debate que ha ocupado a ETA y su entorno durante los ¨²ltimos a?os. A trav¨¦s de sus relaciones con el mundo eclesial, con el que retom¨® contacto tras su r¨¢pida conversi¨®n al catolicismo en la c¨¢rcel, Txelis ha interferido en uno de los sectores sensibles que la direcci¨®n de HB ten¨ªa especial cuidado en cultivar en este momento en el que la estrategia de la banda ha dado un giro radical. Su ¨²ltima carta, dirigida en marzo a la asamblea que celebraron las asociaciones cristianas de Euskal Herria y a la coordinadora de sacerdotes en el santuario de Ar¨¢nzazu para debatir sobre la situaci¨®n de los reclusos etarras, es otra de las iniciativas que sent¨® muy mal. En ella, Txelis criticaba con dureza la estrategia de la actual direcci¨®n que le sucedi¨® al frente de ETA y sosten¨ªa que la violencia practicada por esta organizaci¨®n -el asesinato de ediles del PP- era la principal causa que dificultaba el acercamiento de los presos al Pa¨ªs Vasco.
Con anterioridad a estas actitudes, el ex dirigente de la c¨²pula detenida en Bidart en 1992 hab¨ªa redactado, en agosto del a?o pasado, tras las movilizaciones de Ermua, una carta en la que cuestionaba la validez de la lucha armada. La peripecia seguida por esa misiva, m¨¢s que su propio contenido, est¨¢ en el origen de la expulsi¨®n acordada ahora: ETA no ha perdonado a Txelis que hiciera llegar su documento a las c¨¢rceles por conductos irregulares que implicaban a una abogada no perteneciente al MLNV y colocaban en el conocimiento de lo que pasaba a un medio de comunicaci¨®n, El Mundo, y al propio Ministerio del Interior.
La carta cr¨ªtica a ETA redactada por su ex dirigente, que firmaron con ¨¦l militantes de prestigio interno como Rosario Pikabea, Jos¨¦ Luis Urrusolo Sistiaga e I?aki Gil Cervera, lleg¨® un mes despu¨¦s del asesinato de Miguel ?ngel Blanco. Para hacer entrar la misiva en las c¨¢rceles espa?olas y recabar apoyos, Txelis utiliz¨® la misma v¨ªa que el Gobierno us¨® para intentar evitar el asesinato del concejal de Ermua: una abogada donostiarra, vieja amiga del etarra encarcelado en Par¨ªs y hermana de una periodista de El Mundo, a la que una gesti¨®n directa del ministro del Interior abri¨® las puertas de la c¨¢rcel francesa, en un desesperado intento de salvar la vida del edil del PP.
En agosto, cuando duraba a¨²n el clamor contra ETA por aquel asesinato y el Gobierno se dispon¨ªa a hacer traer a Espa?a a Eugenio Etxebeste, Antxon, Txelis entreg¨® su documento de once folios a esta abogada, que logr¨® introducirlo en alguna prisi¨®n a trav¨¦s del director general de Instituciones Penitenciarias. Con la carta en la mano, se intent¨® conseguir, entre otros, el apoyo del propio Etxebeste y otros reclusos con peso en la organizaci¨®n. Pero el que ha sido interlocutor de ETA en los contactos con el Gobierno socialista se neg¨® a firmarla alegando la irregularidad del procedimiento utilizado. La carta conten¨ªa una dura cr¨ªtica a la violencia y ped¨ªa una tregua indefinida. La operaci¨®n fracas¨® al no obtener el apoyo de los presos m¨¢s importantes.
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