Una faena de ali?o
El primer Presupuesto del euro abandona el ajuste a ultranza del gasto y se acomoda al ciclo
Nada hay en los Presupuestos Generales del Estado para el a?o pr¨®ximo que parezca excesivamente contradictorio o nocivo para la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno. Casi todo es m¨¢s o menos lo esperado, sin esfuerzos estridentes. La presi¨®n fiscal disminuye en dos d¨¦cimas, los gastos se ajustan a ese 3,8% que dicen que crecer¨¢ la econom¨ªa en 1999 y se pretende reducir el d¨¦ficit p¨²blico hasta el 1,6% del PIB.Los grandes objetivos declarados del Presupuesto son los que era de esperar que fueran, es decir, "la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico y el control del gasto" para "afianzar el crecimiento y el empleo", tal como lo explic¨® ayer Rodrigo Rato. El vicepresidente profetiz¨® su cuant¨ªa: 368.000, a m¨¢s de 1.000 empleos diarios.
La inversi¨®n en infraestructuras, en educaci¨®n, en justicia, en pensiones y en defensa aumenta, en algunos casos de forma muy destacada, signo de que se da por terminado el ajuste a ultranza y se transita ya por una v¨ªa moderada, de acompasamiento del ciclo econ¨®mico. Nada chirr¨ªa con excesiva estridencia, es de agradecer que se vuelva a la inversi¨®n selectiva y que no se recorten los gastos sociales. Sin embargo, el primer Presupuesto del euro presenta varios flancos d¨¦biles.
Carece, en primer lugar, de ajustes estructurales que modifiquen la mec¨¢nica extrapolaci¨®n de ingresos y gastos -comprimidos en algunas partidas, expandidos en otras- y permitan en el futuro soportar una evoluci¨®n del gasto sobre bases m¨¢s bajas.
La incorporaci¨®n de la Sanidad al Presupuesto del Estado en su totalidad es un buen ejemplo de amenaza latente que el Gobierno no parece preocupado en atajar con la aplicaci¨®n de medidas de fondo. Lo mismo puede decirse de otros ¨¢mbitos que tienen una influencia decisiva sobre el gasto, como las pensiones o el tama?o de la Administraci¨®n p¨²blica. ?ste es uno de esos presupuestos ante los que el Banco de Espa?a suele poner cara de p¨®ker y mirar hacia otro lado.
Tampoco est¨¢ clara la posici¨®n de Econom¨ªa ante los efectos de la crisis financiera que empez¨® por los mercados asi¨¢ticos y est¨¢ llegando a la econom¨ªa real latinoamericana. El recorte de la previsi¨®n de crecimiento de 1999 en una sola d¨¦cima es una respuesta sin contenido. No basta con decir que el impacto de la crisis sobre Europa ser¨¢ moderado porque as¨ª lo aseguran los gobiernos europeos y las previsiones oficiales de la UE. Si existe una probabilidad real de empeoramiento econ¨®mico, hay que esperar del Gobierno que adopte las prevenciones oportunas, adem¨¢s de apuntar en el papel que el crecimiento bajar¨¢ una d¨¦cima -sin que tal descenso se traduzca adem¨¢s en otras consecuencias, por ejemplo, en alguna minoraci¨®n de ingresos-; y si no la hay, que es lo que cree el Gobierno, sobran las disposiciones a medio camino.
El Presupuesto del a?o pr¨®ximo exhibe tambi¨¦n algunas inconsistencias internas. Es una inc¨®gnita d¨®nde soporta el Gobierno la reducci¨®n del d¨¦ficit, porque la moderaci¨®n de los salarios de los funcionarios y la rebaja en los costes financieros de la deuda, que son los ¨²nicos recortes expl¨ªcitos, no bastan para soportar una ca¨ªda real del d¨¦ficit de cinco d¨¦cimas sobre 1998; ni siquiera con una previsi¨®n de aumento de los ingresos del Estado del 4,5% (que en realidad es una ca¨ªda del 0,2% sobre la recaudaci¨®n real de este a?o).
Tambi¨¦n debe someterse a alguna prueba de consistencia el argumento de que con la reforma del IRPF en marcha, incluida una rebaja importante en las retenciones, su recaudaci¨®n vaya a aumentar el 2,8% en t¨¦rminos de caja; o que la recaudaci¨®n por el impuesto sobre sociedades vaya a descender s¨®lo el 1,8% el a?o que viene (en t¨¦rminos de caja) cuando se reconoce que una de las razones de su crecimiento espectacular en 1998 es la recaudaci¨®n obtenida por la tributaci¨®n de los beneficios obtenidos por privatizaciones, cuando se advierte previamente que en 1999 no est¨¢ presupuestada privatizaci¨®n alguna.
El Gobierno da por hecho que continuar¨¢n aumentando los beneficios de las empresas, pero no precisa si al mismo ritmo que este a?o ?No hay interacci¨®n entre las expectativas de crecimiento y las cuentas de resultados?
Las virtudes de este Presupuesto son las mismas que sus defectos: no rompe nada, pero tampoco arregla nada. No hay reacci¨®n ante una hip¨®tesis de crisis, pero el margen en el d¨¦ficit es suficiente para permitir la inacci¨®n. Lo peor que puede pasar es que los recortes en la inversi¨®n para infraestructuras y educaci¨®n tengan que empezar a partir de abril.
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