Poder catal¨¢n
"M¨¢s que de gesti¨®n, hoy les voy a hablar de poder": no podr¨¢ decirse del presidente de la Generalitat que se haya ido por las ramas en el discurso de pol¨ªtica general pronunciado en el Parlamento de Catalu?a. Si algo distingue la conducta p¨²blica de Jordi Pujol es que aparece siempre guiada por un discurso en el que la intenci¨®n del autor coincide exactamente con la intenci¨®n del texto al rev¨¦s de lo que ocurre con los nacionalistas vascos, que sueltan la lengua a paseo en sus verdes praderas para presumir luego de moderados en este secarral castellano.De poder habla Pujol cuando reclama para el Gobierno y el Parlamento de Catalu?a la ¨²ltima palabra en todo aquello que no ponga en peligro la cohesi¨®n del Estado, la conducci¨®n de la pol¨ªtica macroecon¨®mica y la actuaci¨®n internacional. En lo dem¨¢s, incluidas las competencias estatales que la Constituci¨®n declara transferibles o delegables por ley org¨¢nica, las instituciones catalanas no deben sentir ning¨²n l¨ªmite a su poder. Por supuesto, para lo que se refiere a la organizaci¨®n administrativa e institucional del territorio catal¨¢n, Pujol no reconoce ninguna competencia fuera del Parlamento y del Gobierno de Catalu?a.
Eso, afirma Pujol, es tener poder. Y eso, a?ade, es tener soberan¨ªa, aunque sea con las limitaciones que encierra la expresi¨®n "soberan¨ªa compartida". Naturalmente, la reivindicaci¨®n de un poder catal¨¢n soberano deber¨¢ hab¨¦rselas de una u otra forma con la Constituci¨®n. Al abordar el asunto, Pujol no dice que los catalanes no quepan en ella, sino que el objetivo ¨²ltimo de su pol¨ªtica puede alcanzarse dentro de esta Constituci¨®n, a condici¨®n de que se interprete a su manera o, si fuera preciso, planteando su revisi¨®n. En ambos casos, sea por interpretaci¨®n, sea por revisi¨®n, Pujol anuncia la apertura de un periodo "poco o mucho constituyente".
?ste es un concepto in¨¦dito en teor¨ªa constitucional. "Poc o molt" no son adjetivos adecuados a semejante sujeto: o hay proceso constituyente o no lo hay. Pero como Pujol no est¨¢ por las definiciones r¨ªgidas, rodea tambi¨¦n el nuevo proceso de la misma ambig¨¹edad que atribuye a la Constituci¨®n. Poco o mucho constituyente es lo mismo que decir que "el tema de la estructura del Estado no est¨¢ resuelto del todo" al menos en dos frentes, el vasco y el catal¨¢n, "i hores d?ara tamb¨¦ el gallec". Resolver ese tema: he ah¨ª la cuesti¨®n. Y Pujol no ve otro modo que reiniciar un proceso m¨¢s o menos constituyente que culmine en la consagraci¨®n de un poder catal¨¢n soberanamente compartido.
De acuerdo, pero ?con qui¨¦n?, ?con una cuarta entidad llamada Espa?a? Las cosas estaban claras cuando se trataba de una relaci¨®n entre Catalu?a y el resto de Espa?a, al modo de 1931; comenzaron a complicarse cuando a Catalu?a se a?adi¨® Euskadi, como en 1936 y otra vez en 1976-78; y se han acabado de confundir cuando a Catalu?a y Euskadi se suma Galicia y... los que vengan detr¨¢s. Puestos a sacar las ¨²ltimas consecuencias, no habr¨ªa m¨¢s remedio que declarar como sujetos de cosoberan¨ªa a todos los pueblos de Espa?a, o sea, a todas las comunidades aut¨®nomas, que son con ligeras variantes las mismas que all¨¢ por 1873 la nonata Constituci¨®n Federal de la Rep¨²blica Espa?ola declaraba Estados.
No es ¨¦sa, claro est¨¢, la perspectiva de Pujol, que propone negociar con el Gobierno central y con la oposici¨®n la nueva cuota soberana de poder catal¨¢n. Y aqu¨ª es donde radica la clave del asunto: que pueda resolverse el tema de la estructura del Estado depende, seg¨²n Pujol, de la situaci¨®n pol¨ªtica de Catalu?a y de Espa?a. No hab¨ªa mejor manera de decir que la Constituci¨®n del Estado debe revisarse cuando cambia la relaci¨®n de fuerzas entre partidos pol¨ªticos. Ahora bien, no hay en el mundo Estado que aguante si sus bases constitucionales se modifican seg¨²n la cambiante composici¨®n de sus parlamentos, elemental principio que Gobierno y oposici¨®n debieron haber aprendido hace ya un mont¨®n de a?os.
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