GENTE
RUGIR O NO RUGIRLa celebraci¨®n del D¨ªa de la unidad alemana, en la embajada de Alemania en Madrid, hace un a?o, dej¨® m¨¢s de un mal sabor de boca y trajo cola. Las secuelas de un desagradable incidente ocupan estos d¨ªas a los tribunales de justicia de la ciudad de Hamburgo, lugar del litigio jur¨ªdico entre el embajador alem¨¢n en Madrid, Henning Wegener, y el semanario econ¨®mico Wirtschaftswoche. El contencioso se produjo por un qu¨ªtame all¨¢ esa invitaci¨®n. Silvia Escobar, ex-presidenta de Amnist¨ªa Internacional en Espa?a, que ocup¨® el cargo de encargada para los Derechos Humanos en el ministerio de Exteriores, se consider¨® invitada a la recepci¨®n en la embajada alemana y pens¨® que no hab¨ªa recibido la preceptiva tarjeta por un cambio de domicilio. Al intentar entrar y acercarse a saludar al embajador Wegener y su esposa, se produjo un incidente, cuando el diplom¨¢tico le dijo a Escobar que no estaba invitada, aunque ella incluso portaba en la solapa el lazo de la orden de Isabel la Cat¨®lica. El tono del embajador hiri¨® a Escobar, quien se consider¨® humillada, y abandon¨® el lugar al borde de las l¨¢grimas. El incidente aument¨® en decibelios cuando el representante de la fundaci¨®n socialdem¨®crata Friedrich Ebert en Espa?a, Dieter Koniecki, afe¨® la conducta del embajador y se origin¨® un duro intercambio de palabras. Dos semanarios alemanes de prestigio, el econ¨®mico Wirtschaftswoche, con un suelto titulado Embajador grit¨®n, y nada menos que Die Zeit, en su columna Pasillos de Bonn, informaron del incidente en forma muy negativa para Wegener, quien se sinti¨® ofendido y exigi¨® rectificaciones. Die Zeit public¨® una carta de Wegener. Wirtschafswoche se neg¨® a rectificar nada y esto provoc¨® una demanda del embajador. Encarg¨® Wegener el caso a un as del derecho de prensa alem¨¢n, al bufete de Matthias Prinz, el abogado de Carolina de Monaco y otras figuras de las revistas del coraz¨®n. Hace unos d¨ªas, los contendientes comparecieron ante un tribunal de Hamburgo, con Koniecki como testigo del semanario y la esposa del embajador en favor de su leg¨ªtimo. El tribunal tiene ahora que decidir si la expresi¨®n que Wegener le rugi¨® a Koniecki: ?C¨®mo puedes invitar a esa persona ? se ajusta a lo ocurrido o no. En definitiva: rugir o no rugir. Esta parece ser la cuesti¨®n.-
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