Paliza final

Con m¨¢s sentimiento que nunca y con el fr¨ªo ambiental de costumbre. As¨ª se escribe la cr¨®nica de una despedida, del adi¨®s definitivo del Madrid al escenario en el que ha escrito su historia m¨¢s reciente. Diez a?os han pasado desde que el conjunto blanco abandonara su viejo pabell¨®n de la Ciudad Deportiva para trasladarse al Palacio. El baloncesto estaba, por entonces, en auge. Eran otros tiempos, el a?orado pasado. Pero incluso en un d¨ªa tan emotivo como el de ayer falt¨® calor. Calor, ambiente, ruido y todas esas cosas que regalan unas gradas pobladas. La deserci¨®n de la afici¨®n ha llevado al club a volver atr¨¢s, a regresar a la modestia de su ahora reformado, o a punto de serlo, pabell¨®n.El Madrid quer¨ªa dejar huella en el d¨ªa de su despedida y lo que dej¨® fue un socav¨®n. Bajo sus pies de gigante qued¨® el peque?o Samara, al que apale¨®. Demostr¨® ser el cuadro ruso un enemigo impropio de tan se?alada fecha y, lo que es peor, impropio de la m¨¢xima competici¨®n del baloncesto europeo. Result¨® el evento un magn¨ªfico entrenamiento para el Madrid, al que le sobr¨® ¨¢nimo y acierto. Y le sobr¨® tambi¨¦n Herreros, que ya es sobrar. El Samara ense?aba a Petenev, un p¨ªvot zurdo que ven¨ªa precedido de una cierta fama. Ser¨ªa, quiz¨¢, por sus 2,13 de estatura. Seguro que s¨ª, porque su baloncesto, si lo tiene, muri¨® arrollado por Struelens y por un Tanoka Beard, que en Europa act¨²a sin pa?uelo pero con los mismos argumentos que en el torneo dom¨¦stico.

Domin¨® el Madrid bajo su aro, bajo el del rival, en las cercan¨ªas de su per¨ªmetro, en el otro, aqu¨ª y all¨ª, corriendo y sin correr. Marc¨® diferencias desde el pitido inicial, ?o fue antes? Engord¨® el marcador c¨®mo y cu¨¢ndo quiso. 15-7, 33-15, 56-35, 77-46. Herreros descans¨® y se limit¨® a lanzar tres triples. Y a meterlos, claro. La labor de bombardeo lejano qued¨® ayer en manos de Angulo, posiblemente el jugador espa?ol con m¨¢s descaro a la hora de disparar.

Clifford Luyk dio oportunidad a los no habituales y todos se lucieron: Iker Iturbe, Sergio Luyk e incluso el juvenil Antonio Bueno. Aparecer ayer en la cancha del Palacio vestido de blanco era una invitaci¨®n al ¨¦xito.

La diferencia final qued¨® en 29 puntos (101-72). As¨ª firm¨® el Real Madrid su segunda victoria en la Liga Europea y as¨ª, de manera demoledora, dijo adi¨®s al escenario de los ¨¦xitos y fracasos de sus ¨²ltimos diez a?os. Se fue el Madrid a lo grande, con un resultado y un juego ruidoso, como corresponde a un equipo cuyo pasado asombra y cuyo futuro promete una barbaridad, por mucho que sufra el abandono de buena parte de los suyos.