Apostillas a un consejero
El consejero de Presidencia, Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, arquitecto de profesi¨®n, fue concejal del Ayuntamiento de Alicante antes de asumir el cargo que hoy ocupa. Que a m¨ª me conste, ese era el cap¨ªtulo principal de su bagaje pol¨ªtico, adem¨¢s de contar, obviamente, con la confianza plena del presidente Eduardo Zaplana. A pesar de su parquedad expresiva, ejerce de portavoz del Consell, pero apenas si se nota. En ocasiones decanta la impresi¨®n de que le fastidia informar acerca de los asuntos de inter¨¦s general que trata el Gobierno, sobre los que suele pasar de puntillas. No sabe uno si por inopia, discreci¨®n o timidez. No obstante, el martes pasado, en estas mismas p¨¢ginas, se dejaba entrevistar por Miguel Olivares, lo que debido a su rareza tiene trazas de constituir un hito period¨ªstico, por el hecho en s¨ª y por lo que dijo. De Joan Romero, el l¨ªder del PSPV, por ejemplo, aventur¨® que era "un vendedor de brochas". Caray, estos t¨ªmidos son temibles cuando se sueltan el pelo. En otros apartados estuvo m¨¢s comedido, como muy ce?ido a su papel. De los valencianos asegur¨® que nos sentimos "muy valencianos y, al mismo tiempo, muy espa?oles, englobados en un proyecto general pero incardinados en su propia realidad". Bella cosa esa de saberse explicar como un libro abierto. Donde el consejero pone un huevo muy dif¨ªcil de incubar es cuando afirma que los populares y socialistas valencianos "representan dos modelos distintos de sociedad". ?S¨ª? L¨¢stima que tan perspicaz observaci¨®n se quede en mero apriorismo por no establecerse algunos de los atributos que diferencian presuntamente los modelos aludidos. Adem¨¢s de ilustrar al vecindario en punto a las ventajas respectivas de los modelitos, el PP y el PSPV se encontrar¨ªan medio acabados los programas electorales en cuya confecci¨®n se ocupan. Por desgracia para todos, por el empobrecimiento ideol¨®gico que conlleva, las pretendidas diferencias son epid¨¦rmicas, poco menos que virtuales y m¨¢s relacionadas con el talante personal de los pol¨ªticos en ejercicio que con el modelo partidario y manera de gestionar los problemas valencianos. A la postre, todos liberales, centristas y amigos de sus amigos. Es lo que ha venido a demostrar la tan cacareada segunda transici¨®n hacia parte alguna. Coherente con esta apostilla es una segunda discrepancia con el consejero cuando proclama que el "PP ha generado esa ilusi¨®n que le faltaba" al Pa¨ªs Valenciano. Pues hombre, debe tratarse de una ilusi¨®n que va por barrios que no frecuento, pero a simple golpe de vista no se percibe por parte alguna esa euforia, excepci¨®n hecha de la que galvaniza al sector de la construcci¨®n, que est¨¢ como en sus mejores a?os de desarrollismo desmadrado. Tampoco, ciertamente, estamos en un valle de l¨¢grimas. Aqu¨ª, como siempre, prima un sabio escepticismo y una sana sorna en torno a la labor de los gobernantes. Por otra parte, si la derecha, por m¨¢s centrada que se postule, lograse ilusionarnos ser¨ªa cosa de encomendarnos colectivamente al loquero. Ya comprendo que el consejero se atiene a las necesidades del gui¨®n, que ni por asomo contempla la m¨¢s leve autocr¨ªtica. De ejercerla, tampoco empa?ar¨ªa las perspectivas electorales y, en cambio, sugerir¨ªa la posibilidad de enmienda, de enmendar las quiebras, m¨¢s lamentables por gratuitas, que afean el liberalismo que predica su partido.
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