Dos lenguas y una calle
S¨®lo el 31% de los vascos domina el euskera pese a los esfuerzos del Gobierno de Vitoria por fomentarlo
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Cuando Leire Bustingorri piensa en su novio, todo lo que le pasa por la cabeza transcurre en euskera. En cambio, si se acuerda de las amigas de su ¨¦poca escolar, las ideas de esta vasca de 27 a?os brotan en castellano. Y eso que estudi¨® en una ikastola, donde el vascuence era el ¨²nico idioma que se o¨ªa. Cuenta que, al salir al recreo, autom¨¢ticamente cambiaban al castellano, que se o¨ªa y se oye m¨¢s en la calle. Profesora de Formaci¨®n Profesional, en su vida cotidiana usa las dos lenguas oficiales de Euskadi. Salta de una a otra con naturalidad, "dependiendo de con qui¨¦n hable y d¨®nde est¨¦". Le sale sin pensarlo: en euskera, cuando pasea con su chico por Ondarroa, el pueblo pesquero de Vizcaya al que se ha mudado; en castellano, con su cuadrilla de San Sebasti¨¢n, donde se cri¨®.
Como Leire, el 31% de quienes viven en el Pa¨ªs Vasco conoce bien el euskera, seg¨²n los datos oficiales de 1996, los ¨²ltimos disponibles. Esta lengua se abre paso poco a poco en unas calles dominadas por el castellano. Cuatro a?os antes, un 25% de la poblaci¨®n sab¨ªa vascuence. Pero, pese al empe?o del Gobierno vasco en fomentar su uso, la mayor¨ªa (53%) no sabe ni palabra. El resto (16%) est¨¢ en el amplio tramo que separa el chapurreo de una m¨ªnima soltura.
Elena, una bilba¨ªna de 46 a?os, est¨¢ en ese tramo. Con 26 a sus espaldas como maestra, acude dos horas a diario a una academia de euskera tras salir del colegio privado donde trabaja. Como ella, muchos profesores. Porque la demanda de ense?anza en lengua vasca se ha disparado en los primeros cursos. Sobre todo, en Guip¨²zcoa. El interior de esta provincia y la costa vizca¨ªna son a¨²n hoy las zonas vascoparlantes por excelencia. Aunque tambi¨¦n es cierto que ya sorprende poco o¨ªrla en cualquier ciudad.
El Parlamento vasco es un reflejo de la calle: s¨®lo el 17% de los plenos de esta legislatura se ha desarrollado en euskera. Eso, a pesar de que la proporci¨®n de vascohablantes es superior a la media y disponen de traducci¨®n simult¨¢nea.
En las salas de juicios tambi¨¦n la hay, lo que no ha evitado tensiones por la cuesti¨®n ling¨¹¨ªstica, casi siempre en Guip¨²zcoa. Una docena de vistas han sido suspendidas por el rechazo de un pu?ado de abogados de la izquierda abertzale a la traducci¨®n bajo el pretexto, rechazado por buena parte de los juristas, de que vulnera el derecho a la tutela judicial efectiva de sus clientes vascohablantes. Los juicios traducidos son habituales. Ocurre en Euskadi con algunos de los inmigrantes ilegales.
Excepto los de uno de ellos, los hijos de todos los candidatos hablan vasco. Juan Jos¨¦ Ibarretxe (PNV) y los otros dos aspirantes con hijos peque?os, Carlos Iturgaiz (PP) y Javier Madrazo (IU), han optado por que sus ni?os se eduquen en el denominado modelo D: todas las asignaturas en euskera, salvo Lengua Espa?ola. Los de Pablo Mosquera (UA) lo hicieron en el A, en castellano, con el vascuence como asignatura. Nicol¨¢s Redondo Terreros (PSE) no tiene hijos y los de Carlos Garaikoetxea (EA) estudiaron ¨²nicamente en vasco en una ikastola. Un aprendizaje que exige serios esfuerzos.
Los padres de Gonzalo y Luc¨ªa se han visto obligados a matricularles en el modelo B, biling¨¹e, porque su anterior colegio, el Franc¨¦s de San Sebasti¨¢n, cerr¨® el pasado junio por falta de subvenci¨®n ante su negativa a aumentar las horas de euskera. Su madre, no nacionalista, quiere que lo hablen "porque viven aqu¨ª", pero le duele ver el enorme esfuerzo que le est¨¢ costando a Gonzalo. Con 9 a?os, todos los d¨ªas se apura a la hora de comer para ir a las clases extras que le permitir¨¢n entender a sus profesoras. "Menos en Matem¨¢ticas y Lengua, todo es en euskera", explica la madre. A la peque?a, que ya sab¨ªa algo, le ha pillado con 6 a?os y se ha adaptado bien.
A Elena, la profesora, le pasa lo que a Gonzalo. "Me supone much¨ªsimo esfuerzo aprender ahora euskera". Hace 20 a?os lo intent¨®, pero la falta de pr¨¢ctica hizo que lo olvidara. Conoce situaciones "terribles". Elena habla de compa?eros que incluso est¨¢n de baja por depresi¨®n ante su impotencia para aprender una lengua tan compleja antes del a?o 2002 con el fin de mantener sus puestos de trabajo. En su caso, "el sentimiento es contradictorio", dice. Opina que los ni?os tienen derecho a educarse en euskera, pero admite que ello choca con los de los docentes castellanoparlantes. Incluso Juan Jos¨¦ Ibarretxe ha tenido que hincar codos para cumplir uno de los requisitos impuestos por el PNV para aspirar a la presidencia del Gobierno vasco: saber euskera. Los m¨ªtines han demostrado que va aprendiendo.
Cada a?o, el Gobierno vasco libera a 1.175 profesores -el 90% de centros p¨²blicos- para que aprendan vascuence. Es parte de la pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica, que se financia con 1,5 de cada 100 pesetas del presupuesto de la comunidad. Con mayor o menor intensidad, los partidos nacionalistas defienden la discriminaci¨®n positiva hacia el euskera. IU matiza que no se debe actuar igual en la margen izquierda del Nervi¨®n, donde se habla poco, que en n¨²cleos rurales dominados por la lengua vasca. Socialistas y populares reclaman que este idioma tambi¨¦n es patrimonio suyo. Mientras el PSE pide a los nacionalistas que aminoren el ritmo de euskaldunizaci¨®n, el PP propugna que no se exija para trabajar en la Administraci¨®n auton¨®mica.
Hablar euskera s¨ª es un requisito para servir mesas en el Antzokia, un cine de Bilbao reconvertido en caf¨¦ por varios vascohablantes. Los camareros arrancan en euskera. Cuando el cliente entiende, siguen en ese idioma. Si mira sorprendido, pasan al castellano. Si Leire fuera all¨ª con su novio, pedir¨ªa las ca?as en euskera; con sus amigas de la infancia, en castellano.
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