El Madrid sale vivo de un partido inh¨®spito
El equipo de Hiddink gan¨® en Zaragoza con un ejercicio de precisi¨®n, pero adoleci¨® de falta de car¨¢cter
El Madrid sali¨® ganador de un partido inh¨®spito y alborotado, con tantos goles como crispaci¨®n. La clase de partido que no sigue una l¨ªnea argumental y se vuelve fragmentado, emotivo por los goles y desagradable por un exceso de adrenalina. O violencia. Desbrozando en el barullo, el Madrid hizo un extraordinario aprovechamiento de la precisi¨®n de sus delanteros y del inter¨¦s de Mijatovic y Ra¨²l por sacar adelante el encuentro. Pero se mantienen las dudas sobre el temperamento del equipo, que volvi¨® a flaquear en los momentos de tensi¨®n. Al Madrid le falt¨® car¨¢cter para poner al Zaragoza en su sitio, para no darle alas en cada uno de sus intentos por recortar una ventaja que pareci¨® suficiente tras los dos primeros goles. Hubo una cierta mandanga en el Madrid, la sensaci¨®n de equipo desatento que s¨®lo est¨¢ para los tiempos de paz. S¨®lo as¨ª se explican los tres goles del Zaragoza, todos convertidos por la distracci¨®n del portero y la defensa del Madrid. En el primero se equivoc¨® Illgner y se confi¨® Hierro; en el segundo fallaron todos (Illgner se despist¨® y el resto se se daba ch¨¢chara en la barrera mientras Gustavo L¨®pez met¨ªa la pelota en la porter¨ªa); y en el tercer¨® se aturdi¨® Sanchis, que despej¨® mal y dej¨® el bal¨®n a Kily. Demasiados errores para pensar en la fiabilidad del Madrid, a pesar de los cuatro goles que anot¨®.
Durante un rato, el Madrid dio la impresi¨®n de recoger el hilo de la pretemporada. En el arranque del partido, el equipo funcion¨® con naturalidad, quiz¨¢ porque las funciones de los jugadores eran las adecuadas a sus caracteristicas. Ra¨²l actu¨® en la media punta, que no es su sitio, pero es el m¨¢s aproximado a su condici¨®n de delantero. Savio jug¨® en la punta, y Jarni recorri¨® la banda, con m¨¢s oficio de centrocampista. En la derecha, Karembeu, un jugador disciplinado, de gran aliento, pero indiscutiblemente peleado con la pelota, como si fuera nuevo en esto del f¨²tbol. En cualquier caso, el equipo no estaba preso del cubismo como en otras tardes, en las que el ojo estaba en la nariz, la nariz en la oreja y la boja en el ojo.
Mientras se trat¨® de una cuesti¨®n estrictamente futbol¨ªstica, y eso ocurri¨® durante los primeros 20 minutos, el Madrid puso sobre la mesa la calidad de sus jugadores. En ese periodo marc¨® dos tantos y pareci¨® libre de cualquier sospecha. Mijatovic estuvo por encima de todos y plante¨® problemas irresolubles a los centrales del Zaragoza, que no sab¨ªan si servir o pedir criada. Dos aperturas suyas fueron decisivas en los dos primeros goles del Madrid, el segundo con un excelente centro de Jarni y un magn¨ªfico cabezazo de Roberto Carlos.
El Zaragoza, que hab¨ªa penado para descifrar al Madrid, decidi¨® llevar el partido al terreno f¨ªsico, a un estado de m¨¢xima tensi¨®n que puso a prueba la capacidad de respuesta del equipo de Hiddink. En esta cuesti¨®n, el Madrid suspendi¨® el examen. Al Madrid le faltaron oficio y coraje para impedir la embestida del Zaragoza, que poco a poco entendi¨® por d¨®nde iban las cosas. Si no pod¨ªa desde el academicismo, lo har¨ªa por coraz¨®n y atropello. Casi se sale con la suya.
Ra¨²l coron¨® el tercer gol de manera formidable. Un ca?o a Paco y una vaselina maravillosa a Juanmmi. Era el mejor Ra¨²l, el jugador afilado y certero que tanta ilusi¨®n provoc¨®.
El Zaragoza prosigui¨® en la suya hasta el final. Hab¨ªa algo de descoyuntado en su juego, un exceso de adrenalina que podr¨ªa haberle perjudicado frente a un equipo con tablas, pero el Madrid le dio carrete. Fallos como el del segundo gol hablan de una ingenuidad inexplicable en futbolistas de primer orden. Pero lo otro tambi¨¦n cuenta: el poder devastador de un equipo que tiene la capacidad para tumbarte de diez maneras diferentes.
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