Suave
Se?or alcalde: Tengo 37 a?os, me llamo Rafael y ejerzo una profesi¨®n de la que no me gusta dar pistas a las autoridades. Pero a usted no le quiero enga?ar, porque le aprecio. Madrid necesita que la sujeten y usted es su sost¨¦n, dicho sea sin alusi¨®n a la lencer¨ªa; yo soy algo as¨ª como la bragueta. Podemos entendernos. Me encuentro relajado para abrir mi coraz¨®n y desahogarme. Al mismo tiempo aprovecho para hacerle una propuesta que resumo a continuaci¨®n.
He escrito un op¨²sculo que lleva por t¨ªtulo Tengo que hacer un rosario con tus dientes. Se trata de una propuesta muy seria para disfrutar sin traumas del fin de siglo en esta ciudad, practicando el Realismo Suave, doctrina de la que soy inventor. Los editores me lo tiran a los morros; los amigos y conocidos se desternillan y me tienen el manuscrito sembrado de escupitajos. Pero estoy seguro de que usted, con ese pedazo de sensibilidad que Dios le ha dado, me dar¨¢ su bendici¨®n y una razonable subvenci¨®n.
Un pensador polaco acaba de descubrir que Espa?a no es una naci¨®n. Madrid ser¨ªa capital de algo que no existe: un sue?o que te permite ser m¨¢s nacionalista que nadie y tener m¨¢s patrias que un ave de paso. Yo, por ejemplo, un d¨ªa me siento vasco; al siguiente, canaco; luego, tuareg, carioca, berciano o monegasco. A la hora del crep¨²sculo me convierto en individuo de la tribu amaz¨®nica de los Zo"¨¦. Tambi¨¦n me gusta hacer el indio, despedirme a la francesa, ser enga?ado como un chino, trabajar como un negro y beber como un cosaco. En mis jardines interiores se solazan todos los pueblos de la Tierra con mucha suavidad. No puedo comprender a alguien que siempre est¨¢ cabreado. Arzalluz debiera venir a Madrid con m¨¢s frecuencia, y viceversa.
Mi vida es un ejemplo de lo bien que funciona la pr¨¢ctica del nacionalismo suave: part¨ª de cero, pero enseguida aprend¨ª a partir piernas; me han partido la cara muchas veces. Ahora s¨®lo pretendo partirme de risa y educar a la juventud. Soy suave.
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