Pinochet, detenido
EL CERCO internacional en torno a Augusto Pinochet se cerr¨® ayer de repente en Londres con el anuncio de la detenci¨®n del ex dictador chileno. Scotland Yard, por orden de la justicia brit¨¢nica y a instancias del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garz¨®n, localiz¨® y detuvo al general, que se encontraba en la capital brit¨¢nica para someterse a una operaci¨®n de hernia. Pinochet, otrora todopoderoso dictador militar en Chile, traidor al orden constitucional que hab¨ªa jurado como militar, pero ante todo responsable ¨²ltimo de miles de muertes, ha sido detenido por su presunta implicaci¨®n en delitos de genocidio, terrorismo internacional, torturas y desaparici¨®n de personas. El Gobierno chileno ha protestado por la decisi¨®n de las autoridades brit¨¢nicas, como lo viene haciendo por la insistencia de dos magistrados espa?oles en perseguir judicialmente al ex dictador por sus cr¨ªmenes contra v¨ªctimas espa?olas. Es l¨®gico que el Gobierno democr¨¢tico chileno proteste contra la detenci¨®n de un senador vitalicio con inmunidad diplom¨¢tica, aunque tal condici¨®n s¨®lo pueda explicarse por las peculiaridades de la transici¨®n chilena y el papel de fiscalizador amenazante de la misma que se reserv¨® el Ej¨¦rcito. Parece tambi¨¦n claro que existen conflictos de competencias entre las instituciones implicadas en este caso, as¨ª como ciertos problemas derivados de la pr¨¢ctica habitual del derecho internacional. Todo ello puede discutirse y tratarse con tranquilidad y esp¨ªritu de cooperaci¨®n, pero ahora, con el presunto criminal ya despojado de una impunidad que no ha dejado de utilizar para insultar a sus v¨ªctimas.
En la lucha por los derechos humanos y de persecuci¨®n de los crimenes contra la humanidad, la comunidad internacional est¨¢ pisando terreno nuevo, conquistando continuamente nuevos espacios que se arrebatan a la impunidad de la que han gozado tradicionalmente estos criminales. Esa impunidad no s¨®lo es una afrenta a las v¨ªctimas, sino una instigaci¨®n a que se repitan tales cr¨ªmenes. Casi todos los meses, aunque todav¨ªa con cuentagotas, criminales de guerra de la ex Yugoslavia son puestos a disposici¨®n del Tribunal Internacional de Cr¨ªmenes de Guerra en la ciudad holandesa de La Haya. Desde hace a?os, terroristas de ETA son entregados por Francia a la justicia espa?ola. Y algunos de los m¨¢ximos responsables de las matanzas en Burundi son sometidos a un juicio internacional en Tanzania. Por los mismos motivos, es de justicia que un personaje como Pinochet, que sigue dando pruebas diarias de su absoluta falta de arrepentimiento, tenga que responder ante un tribunal, con plenas garant¨ªas, de todas las acusaciones que pesan contra ¨¦l.
La detenci¨®n de Pinochet llega cuando acaban de cumplirse 25 a?os de su golpe de Estado, que abri¨® las puertas a una oleada de cr¨ªmenes de los que ahora se le acusa. Algunos dir¨¢n que es tarde. No es as¨ª. Primero, porque ¨¦l mismo se ha encargado una y mil veces de dejar claro que sigue siendo el mismo y que volver¨ªa a hacer lo que hizo. Segundo, porque la comunidad internacional est¨¢ ya plenamente de acuerdo en que hay cr¨ªmenes que no prescriben, y Pinochet est¨¢ acusado de varios de ellos.
La detenci¨®n y el eventual juicio, en caso de que se produzca, demostrar¨¢ a todos los criminales habidos y por venir, a los que hoy mismo siguen actuando desde una sensaci¨®n de impunidad en Kosovo y tantas otras zonas del mundo, que nunca podr¨¢n vivir tranquilos, que por mucho tiempo que pase siempre se ver¨¢n perseguidos por un mundo que est¨¢ decidido a penalizar esta clase de cr¨ªmenes. La detenci¨®n de Pinochet es todo un aviso para quienes creen que las fronteras de su propio pa¨ªs les ponen a salvo de cualquier juez.
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