Un ministro brit¨¢nico cercano a Blair acusa al ex general Pinochet de ser un "brutal dictador"
Atrapado finalmente en el estricto sistema judicial brit¨¢nico y sin m¨¢s compa?¨ªa que un fornido guardaespaldas y una vieja biograf¨ªa de Napole¨®n, el ex dictador chileno Augusto Pinochet pas¨® ayer su segundo d¨ªa de detenci¨®n en una cl¨ªnica de Londres. Los m¨¦dicos dicen que la salud del octogenario militar ultraderechista es buena. Su futuro pol¨ªtico, no tanto. El ministro de Comercio brit¨¢nico, Peter Mandelson, no dud¨® en calificarle ayer en los micr¨®fonos de la BBC como "brutal dictador". Mandelson es considerado en Londres como uno de los principales ide¨®logos del Gobierno de Tony Blair.
Para Pinochet, cuyo nombre es sin¨®nimo universal de represi¨®n, el proceso en curso se ha convertido en un verdadero calvario. Desde su c¨®moda prisi¨®n en una peque?a habitaci¨®n del octavo piso de la London Clinic, Pinochet no pod¨ªa ver a las decenas de manifestantes que bland¨ªan pancartas con su rostro y, por debajo, en letras grandes y negras, la palabra "asesino". Desde el punto de vista del Gobierno laborista del primer ministro Tony Blair, el pasaporte diplom¨¢tico con el que el general y su peque?o cortejo de guardaespaldas y ayudantes llegaron al aeropuerto internacional de Heathrow -donde fue recibido por personal de la Embajada chilena en Londres- no vale.
Desde ese mismo punto de vista, Pinochet no es un estadista, sino un l¨ªder suramericano que sol¨ªa regalar bombones y chocolatinas cuando acud¨ªa a tomar el t¨¦ con la ex primera ministra conservadora Margaret Thatcher en los a?os ochenta, cuando la afinidad pol¨ªtica era m¨¢s patente entre Santiago y Londres, igualados por la derecha inspirada en el anticomunismo.
Pero ahora, a los ojos de un Reino Unido bajo el liderazgo de un joven laborista, Pinochet resulta a todas luces, un presunto delincuente. Sobre todo a la luz de una pol¨ªtica exterior a la que el propio Tony Blair quiere imprimir la etiqueta de "¨¦tica".
Los portavoces del Gobierno brit¨¢nico se pasaban anoche la patata caliente. El pasaporte diplom¨¢tico de Pinochet no sirve, dec¨ªa el Foreign Office. "Es una cuesti¨®n policial", insist¨ªa el despacho del Ministerio del Interior.
Scotland Yard no ha variado la l¨ªnea: "?ste es un caso estrictamente policial. Espa?a tiene 40 d¨ªas para formalizar la petici¨®n de extradici¨®n de Pinochet", replicaban los responsables policiales.
Eso significa que Pinochet podr¨ªa quedarse figurativamente encadenado a una cama de la London Clinic, con polic¨ªas provistos de chalecos blindados apostados a la puerta de su habitaci¨®n. ?se es nada m¨¢s que un discreto sabor a una c¨¢rcel inesperada.
El miedo constru¨ªa ayer un pared¨®n para los abogados chilenos del general, que tienen que llegar a Londres en las pr¨®ximas horas encabezados por el hijo del dictador.
Mientras los diarios brit¨¢nicos describ¨ªan ayer la triste habilidad de Pinochet para hacer desaparecer a las personas, el viceministro brit¨¢nico de Interior, Alun Michael, advert¨ªa que la posesi¨®n de un pasaporte diplom¨¢tico "no garantiza necesariamente la inmunidad diplom¨¢tica". Michael destac¨® que "una vez hospitalizado [Pinochet], se present¨® una petici¨®n de las autoridades espa?ola, y el Ministerio del Interior decidir¨¢ en su momento si prosigue el procedimiento, que est¨¢ perfectamente claro y en el que no se ha recibido ninguna presi¨®n".
Grupos de presi¨®n
La oposici¨®n conservadora, por su parte, ha criticado al Gobierno laborista por la forma en que se ha desarrollado la detenci¨®n del exdictador chileno. El diputado Michael Howard, responsable de Asuntos Exteriores en el Partido Conservador, expres¨® su inquietud ante la decisi¨®n adoptada por el Gabinete de Blair. "Lo que resulta m¨¢s inquietante en todo este asunto son las sospechas de que la detenci¨®n no se ha producido por los procedimientos normales, sino por la acci¨®n de grupos de presi¨®n y de algunos diputados laboristas", advirti¨® Howard.
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