El ¨¦xito de los placebos revela el poder de la mente
Los cient¨ªficos investigan los mecanismos biol¨®gicos que intervienen en las respuestas positivas
Muchos m¨¦dicos conocen la historia de Wright, a quien le diagnosticaron un c¨¢ncer en 1957 y le dieron apenas unos d¨ªas de vida. Hospitalizado en Long Beach, California, con tumores del tama?o de naranjas, se enter¨® de que se hab¨ªa descubierto un suero de caballo, el krebiozen, que pod¨ªa ser eficaz contra el c¨¢ncer. Su m¨¦dico, Philip West, accedi¨® a administr¨¢rselo un viernes por la tarde. El lunes siguiente, fuera de su "lecho de muerte", el paciente bromeaba con las enfermeras, y d¨ªas despu¨¦s constat¨® que los tumores "se hab¨ªan fundido como bolas de nieve".
Dos meses despu¨¦s, Wright ley¨® unos informes que calificaban el suero como un remedio de curandero. Sufri¨® una inmediata reca¨ªda. El m¨¦dico dijo entonces a Wright: "No crea lo que lea en los peri¨®dicos", y le inyect¨® agua dici¨¦ndole que era una versi¨®n "doblemente eficaz del medicamento". Una vez m¨¢s, el tumor se fundi¨®. Wright fue "la viva imagen de la salud" durante dos meses m¨¢s, hasta que ley¨® un informe definitivo en el que se dec¨ªa que el krebiozen era in¨²til. Muri¨® dos d¨ªas despu¨¦s.
Esta historia es considerada uno de esos casos raros que la medicina no puede explicar. Pero ahora los cient¨ªficos observan que el efecto placebo es m¨¢s poderoso de lo que se cre¨ªa y estudian los mecanismos biol¨®gicos que pueden convertir un pensamiento en un cambio celular. Tambi¨¦n se est¨¢n dando cuenta de que gran parte de la percepci¨®n humana no se basa en el flujo de informaci¨®n que llega al cerebro desde el mundo exterior, sino en lo que el cerebro espera que ocurra.
Complacer
Un placebo -del lat¨ªn placere- siempre ha sido un falso tratamiento que un m¨¦dico administra para complacer o tranquilizar. Unos m¨¦dicos de Tejas llevaban a cabo un estudio de cirug¨ªa artrosc¨®pica de la rodilla, para la que se utiliza anestesia general, en el que se asigna a pacientes con rodillas doloridas y desgastadas una de estas tres operaciones: raspar la articulaci¨®n de la rodilla, limpiar la articulaci¨®n o no hacer nada. En la operaci¨®n que consist¨ªa en no hacer nada, los m¨¦dicos anestesiaban al paciente, hac¨ªan tres peque?os cortes en la rodilla como si fueran a insertar los instrumentos habituales y despu¨¦s fing¨ªan que operaban. Dos a?os despu¨¦s de la intervenci¨®n, los pacientes que se hab¨ªan sometido a la cirug¨ªa falsa revelaron el mismo alivio del dolor y la hinchaz¨®n que aquellos que hab¨ªan sido realmente operados. Una reciente revisi¨®n de un estudio sobre medicamentos antidepresivos revel¨® que los resultados de los placebos no eran inferiores a los de los f¨¢rmacos.
Irving Kirsch, el psiquiatra de la Universidad de Connecticut que llev¨® a cabo la revisi¨®n, afirma: "Si uno espera ponerse mejor, lo consigue". Sus descubrimientos fueron recibidos con gran escepticismo. Pero un estudio reciente de un remedio contra la calvicie revel¨® que en un 86% de los hombres que lo utilizaron se detuvo la ca¨ªda del cabello, al igual que en el 42% de aquellos a quienes se hab¨ªa administrado placebo.
Algunos estudios tratan de explorar espec¨ªficamente la efectividad de los placebos. En Coche Island, Venezuela, se hizo oler vainilla a unos ni?os asm¨¢ticos y se les administr¨® un medicamento broncodilatador dos veces al d¨ªa. Despu¨¦s, solamente el olor a vainilla sirvi¨® para aumentar la funci¨®n pulmonar en un 33% de los casos.
Kirsch afirma que los placebos son entre un 55% y un 60% aproximadamente tan eficaces como la mayor parte de los medicamentos activos en el tratamiento del dolor. Adem¨¢s, los placebos que alivian el dolor se pueden bloquear con un medicamento, el naloxone, que tambi¨¦n bloquea la morfina. Durante un tiempo, muchos cient¨ªficos pensaron que los placebos pod¨ªan funcionar al liberar unas sustancias naturales del organismo parecidas a la morfina llamadas endorfinas. Pero Kirsch afirma que ¨¦sa no es la ¨²nica explicaci¨®n.
Los placebos pueden actuar globalmente en el organismo, pero tambi¨¦n pueden tener efectos muy espec¨ªficos. Por ejemplo, en Jap¨®n se llev¨® a acabo un estudio en 13 personas que eran al¨¦rgicas a la hiedra venenosa. Se frot¨® a cada una de ellas con una hoja inofensiva, pero se les dijo que era venenosa y se les toc¨® el otro brazo con hiedra venenosa dici¨¦ndoles que era inofensiva. Las 13 tuvieron un sarpullido en el lugar donde se frot¨® la hoja inofensiva. S¨®lo dos reaccionaron ante las hojas venenosas.
Las explicaciones sobre por qu¨¦ funcionan los placebos se pueden encontrar en un nuevo campo de la neuropsicolog¨ªa cognitiva llamado teor¨ªa de las expectativas: lo que el cerebro piensa acerca del futuro inmediato. Como la teor¨ªa del condicionamiento de Pavlov, las expectativas implican un aprendizaje asociativo. Kirsch afirma que los tratamientos m¨¦dicos que se reciben durante la vida son pruebas condicionantes que hacen que esperemos un alivio. Este aprendizaje previo muestra c¨®mo se adquieren las expectativas, pero no explica la fuerza y persistencia de los efectos del placebo. Kirsch a?ade que estas respuestas se dan casi instant¨¢neamente, sin pensamiento consciente y, por tanto, conectadas con el cerebro.
?The New York Times.
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