El AVE como compromiso
Existen razones para oponerse al AVE. As¨ª lo hace Antonio Serrano, por el que tengo una estima profesional e intelectual que sin duda merece, seg¨²n cuenta este peri¨®dico en su edici¨®n del 6 de octubre. Sus argumentos tienen evidente peso, por s¨ª mismos y por quien los emite, y por ello los comparto, aunque matizadamente. Pienso, como ¨¦l, que es despilfarrador tender una nueva l¨ªnea de ferrocarril entre Valencia y Madrid, pero, al tiempo, creo que es forzoso reconocer los inconvenientes que tiene el actual trazado: la amplia curva que describe la l¨ªnea entre Madrid y Albacete, en un recorrido que s¨®lo se justifica en t¨¦rminos de funcionalidad econ¨®mica ochocentista, podr¨¢ reducirse dr¨¢sticamente, y con tal reducci¨®n, la de los tiempos de viaje. Por otro lado, es verdad que el AVE es contaminante, pero menos que otras alternativas de transporte con las que compite. La emisi¨®n de C02 aumenta ligeramente desde una velocidad de 200 a 300 kil¨®metros por hora en ferrocarril pero se dispara en sus alternativas reales: para velocidades promedio de s¨®lo 75 kil¨®metros por hora, el autom¨®vil contamina cuatro veces y media m¨¢s, mientras que, en un trayecto equivalente, el avi¨®n la supera en m¨¢s de tres veces. Por ¨²ltimo, una hora de ganancia parece un tiempo escaso, pero para trayectos de ida y vuelta en el mismo d¨ªa, que ser¨ªan los m¨¢s habituales, la ganancia real ser¨ªa de dos horas diarias (un 40% menos del tiempo invertido en viaje), y permitir¨ªa utilizar la ma?ana en Madrid para realizar gestiones y volver a trabajar por la tarde en Valencia (o viceversa), lo cual resulta menos factible si el viaje durase dos horas y media. Pero no es la refutaci¨®n parcial de los argumentos precedentes lo que realmente me inclina a situarme a favor del AVE: lo que realmente cuenta son otras razones. Sobre todas, la sensaci¨®n de agravio. Las mejoras ferroviarias previstas para el pr¨®ximo decenio no observan, ni por asomo, dos de los criterios esenciales que han de cumplir todos los planes territoriales: la equidad y la oportunidad econ¨®mica. La propuesta ministerial incurre en un incremento de las desventajas competitivas de la Comunidad Valenciana a favor de otras regiones menos productivas, algo que resulta incomprensible desde la perspectiva econ¨®mica e intolerable desde una ¨®ptica territorial. Mientras que los tiempos de desplazamiento se reducen en un 43% para la cornisa cant¨¢brica, un 61% con Barcelona y un 44% con Andaluc¨ªa occidental, en el ¨¢rea levantina lo hacen s¨®lo en un 31%. Se potencia al m¨¢ximo el transporte hacia cinco de las siete ciudades principales de Espa?a, que estar¨¢n conectadas con Madrid por AVE. De esas siete grandes ¨¢reas urbanas s¨®lo Valencia y Alicante quedar¨¢n excluidas. ?Qu¨¦ otro calificativo merece este trato si no es el de agraviante? Porque las ventajas que se otorgan no favorecen ¨²nicamente a las dem¨¢s grandes ciudades. El plan prev¨¦ enormes inversiones para mejorar la accesibilidad de territorios deprimidos y/o en declive, como es el caso de buena parte de la cornisa Cant¨¢brica. Si se excluye al Pa¨ªs Vasco y se contemplan las actuaciones s¨®lo desde Valladolid, el conjunto de la red de AVE prevista para acceder a Cantabria, Asturias y Galicia equivale en kilometraje y supera ampliamente en costo a la que dar¨ªa servicio a la Comunidad Valenciana y Murcia. Y, sin embargo, el binomio Comunidad Valenciana-Murcia tiene, en comparaci¨®n con el tr¨ªo de comunidades aut¨®nomas septentrionales antes mencionadas, mayor poblaci¨®n censada, superior nivel de renta, mayor tasa de crecimiento demogr¨¢fico y econ¨®mico, exporta por valor de m¨¢s del doble, tiene casi cuatro veces m¨¢s pernoctaciones tur¨ªsticas y dispone de residencias secundarias en proporci¨®n de tres a uno. Cabr¨ªa esperar, como m¨ªnimo, una igualdad de trato, pues las magnitudes demogr¨¢ficas y macroecon¨®micas no permiten duda alguna sobre su oportunidad y justicia, pero se ha preferido invertir all¨ª donde la rentabilidad es menor y abandonar a su suerte a una regi¨®n que, por su dinamismo productor, requiere estas infraestructuras. En Madrid parecen no enterarse de la potencialidad de la Comunidad Valenciana, quiz¨¢ porque la peculiar distribuci¨®n de la poblaci¨®n en una potente red de ciudades de alta estabilidad demogr¨¢fica, parece reducir la significaci¨®n aparente de nuestras capitales. Una propuesta territorialmente solidaria exigir¨ªa, como m¨ªnimo, un tratamiento uniforme para las ¨¢reas contribuyentes y las receptoras. Pero la que se efect¨²a desde el Ministerio de Fomento se desequilibra neta y peligrosamente contra la Comunidad Valenciana y Murcia. Una afrenta para un ¨¢rea altamente productiva que viene a acrecentar el hist¨®rico desfase que sufre en materia de inversi¨®n p¨²blica. Una propuesta que prima a las regiones perif¨¦ricas y subsidiadas y castiga inmerecidamente a una de las regiones que tienen una econom¨ªa m¨¢s productiva y que, ya desde hace mucho tiempo, quiz¨¢ por dejadez y rebosante autocomplacencia, ha ido perdiendo, en el terreno de las inversiones infraestructurales buena parte de lo que ganaba en el campo de la iniciativa privada.
Jos¨¦ Miguel Iribas es soci¨®logo.
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