La Real Sociedad sigue de gala
El Dinamo maquilla el resultado ante el equipo de Krauss
Y la fiesta contin¨²a. La Real Sodiedad se ha habituado al traje de gala y no lo arruga ni bajo el m¨¢s pertinaz aguacero. Su tr¨¢nsito europeo se ejercita entre la exhibici¨®n y la efectividad, ante rivales poco aplicados y manifestando un cuajo futbol¨ªstico que raya con lo insultante. En Mosc¨² dictamin¨® una lecci¨®n de f¨²tbol ante un rival que reclama demasiadas clases particulares como para aspirar al diploma europeo. En realidad era una ruina ante la arquitectura futbol¨ªstica de la Real. Anoeta asistir¨¢ a un nuevo tr¨¢mite. Desde la primera eliminatoria, el conjunto de Bernd Krauss anunci¨® hechuras en la competici¨®n. La ausencia del concierto continental parece haberle hecho madurar m¨¢s que extra?ar los entresijos de una competici¨®n que reclama por igual cualidades y actitud determinante. Ayer, como entonces en Praga, la Real ense?¨® el pasaporte en el primer tr¨¢mite burocr¨¢tico del encuentro: un saque de esquina, con la rosca habitual que le imprime De Pedro y que no figuraba en el cat¨¢logo del guardameta ruso. Kovacevic lo aprovech¨® y estoque¨® el partido. En el pa¨ªs del papeleo, la Real estamp¨® su visado con una eficiencia envidiable.
DINAMO MOSC? 2
REAL SOCIEDAD 3Dinamo Mosc¨²: Chapuskhin (Kramarienko, m. 13); Koftun, Jajimovitch, Seinberas (Romaschencko, m. 81), Staniuk; Nekrassov; Grichni, Kobelev, Goussev; Tiriojin y Daniliavicius (Isibor, m. 45) Real Sociedad: Alberto; L¨®pez Rekarte, Loren, Antia, Aranzabal; G¨®mez; K¨¹hbauer, Sa Pinto ( Mutiu, m. 45), De Pedro (Gracia, m. 70); Aldeondo (De Paula, m84) y Kovacevic Goles: M. 3. 0-1. De Pedro efect¨²a un saque de esquina muy cerrado que no despeja el guardameta y Kovacevic remacha. 0-2. M. 11. Nuevo error del portero ruso en un centro de Aldeondo y Kovacevic vuelve a empujar en boca de gol. 0-3. M.36. De Pedro transforma un penalty sobre K¨¹hbauer. 1-3. M. 72. Nekrassov bate a Alberto de fuerte disparo desde fuera del ¨¢rea. 2-3. M. 73. Nekrassov culmina una combinaci¨®n con Grissev. ?rbitro: Schocho, suizo. Expuls¨® a Staniuk y amonest¨® a Juan G¨®mez, Sa Pinto, K¨¹hbauer. Unos 4.000 espectadores en el Estadio Dinamo de Mosc¨².
Hasta entonces (cuatro minutos) la desconfianza predominaba en el ambiente. En realidad el equipo ruso segu¨ªa siendo una inc¨®gnita aunque revelaba algo fundamental: no ten¨ªa portero. A los diez minutos no hab¨ªa secretos. La Real estaba s¨®lida y organizada y el Dinamo era un desastre: una tropa tan desorganizada como incapaz, que se vino definitivamente abajo tras el segundo error de su guardameta en un centro sin misterio de Aldeondo. La fiesta trascendi¨® al f¨²tbol. La Real se di¨® cuenta de que no s¨®lo pod¨ªa festejar el resultado incrementado de penalti por De Pedro, sino que pod¨ªa disfrutar jugando al f¨²tbol como pocas veces es posible. El Dinamo era una invitaci¨®n permanente al placer futbol¨ªstico. Y la Real lo entendi¨®. Lo entendi¨® De Pedro, tan desatendido por sus marcadores que resultaba insultante para su calidad futbol¨ªstica. Y no lo entendi¨® Sa Pinto, incapaz de gestionar su libertad en favor de sus compa?eros. La Real, consciente de una jerarqu¨ªa inapelable, mantuvo la compostura y se guareci¨® tras la reanudaci¨®n en espera de ejercitarse en el contragolpe. Pero el partido se complic¨®. El Dinamo recuper¨® la dignidad hizo un amago de arrollar, de aterir a la Real y entonces comprendi¨® la importancia y la necesidad de tener un portero.
En ausencia de igualdad futbol¨ªstica, el Dinamo apremi¨® su fortaleza f¨ªsica, decidi¨® llevar el esp¨ªritu de la guerrilla a sus ¨²ltim¨¢s consecuencias y convertir el encuentro en correcalles. Y en la desesperaci¨®n hall¨® fortuna el equipo ruso: dos goles que m¨¢s que devolverle a la eliminatoria afeaban la figura de la Real Sociedad, sometida durante 45 minutos a una prueba de esfuerzo en desigualdad de condiciones.
Mientras se jug¨® al f¨²tbol, la Real Sociedad jerarquiz¨® el partido de una forma inalcanzable; mas, ay, cuando prevaleci¨® la capacidad muscular el Dinamo de Mosc¨² aument¨® su estatura. Era la viva traducci¨®n de la distancia entre ambos equipos, la distancia que separa la esencia de este juego.
La distancia futbol¨ªstica proven¨ªa de la capacidad natural de los equipos, la distancia muscular resultaba coyuntural: uno,la Real Sociedad, est¨¢ comenzando la Liga, una dura marcha que no concluir¨¢ hasta dentro de varios meses; el otro, el Dinamo moscovita, concluy¨¦ndola. Quiz¨¢ la Copa de la UEFA tambi¨¦n haya terminado para el equipo ruso. Demasiado d¨¦bil para una prueba fundamentalmente futbol¨ªstica. Demasiado reflejo del f¨²tbol que ya no puede ser en los pobres pa¨ªses del Este.
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