La monta?a y el rat¨®n

TODOS TEN?AN el m¨¢ximo inter¨¦s en que se llegara a un acuerdo. El l¨ªder palestino Yasir Arafat, porque el proceso de paz con Israel va tan retrasado que s¨®lo alg¨²n avance pod¨ªa justificar su continuidad; el primer ministro israel¨ª, Benjamin Netanyahu, porque su t¨¢ctica ha sido en todo momento tensar la cuerda en una deliberada demora que haga cualquier progreso car¨ªsimo a la otra parte, pero sin romperla nunca, y en eso es un virtuoso; y el presidente Clinton, quiz¨¢ el m¨¢s necesitado en el corto plazo, porque ha de probar que pese al affaire Lewinsky y el riesgo de impeachment sigue al pie del ca?¨®n atendiendo a los problemas del mundo. Todos esos factores han influido para que haya habido acuerdo en la finca Wye Plantation de Maryland, donde estaban encerrados los negociadores, sobre la pr¨®xima retirada israel¨ª de los territorios ocupados. Pero lo que se conoce del acuerdo puede leg¨ªtimamente plantear la duda de si ha habido un avance sustancial o tan s¨®lo lo m¨ªnimo para que no se caiga el conductor de la bicicleta.

Tras superar un obst¨¢culo digno de la mejor comedia de suspense, la liberaci¨®n de un esp¨ªa israel¨ª encarcelado en EEUU como parte del paquete de acuerdos, Israel se compromete a una retirada de otro 13% de Cisjordania -con lo que los palestinos no toman el control ni siquiera del 20% de los territorios ocupados- a cambio de garant¨ªas, que ha de verificar la CIA, de que la polic¨ªa de Arafat combate de verdad el terrorismo, as¨ª como de la entrega de un cierto n¨²mero de sospechosos palestinos a las autoridades israel¨ªes.

Pero el acuerdo contiene otros compromisos de realizaci¨®n no inmediata que podr¨ªan apuntar a m¨¢s altos objetivos. Israel asegura que acepta llevar a cabo una tercera retirada para negociar despu¨¦s el status final de los territorios -por ejemplo, si lo que surja de los acuerdos va a ser llamado Estado palestino o no- la suerte del Jerusal¨¦n ¨¢rabe que los palestinos reclaman para capital de su Estado, el problema de los refugiados y alg¨²n fleco m¨¢s. Y si se tiene en cuenta que el 4 de mayo de 1999 deber¨ªa haber concluido el periodo negociador, como estipulan los pactos de Oslo, se comprender¨¢ que no bastaba con resolver el asunto de esta segunda retirada israel¨ª para tener alg¨²n remota posibilidad de que se cumpla la cronolog¨ªa de la paz.

De ser as¨ª Arafat hab¨ªa prometido que no le quedar¨ªa m¨¢s remedio que declarar en esa fecha la independencia palestina, con acuerdo o sin ¨¦l. Ante esta advertencia Netanyahu respondi¨® que obrar¨ªa en consecuencia, lo que parec¨ªa insinuar una liquidaci¨®n por la fuerza de todo lo que se hecho hasta la fecha. Y ¨¦se s¨ª que hubiera sido el fin irremediable del proceso.

Por todo ello es dif¨ªcil determinar hoy si, como escribi¨® Horacio, la monta?a ha parido un rat¨®n o algo digno de medirse con la escala Richter de lo pol¨ªtico. Pero, tan escasos como vamos de buenas noticias en el frente israelo-palestino, el hecho de que un nuevo acuerdo permita afirmar que el proceso sigue es en s¨ª mismo una buena noticia para el mundo entero.

Por lo que se sabe hasta la fecha, sin embargo, los palestinos no pueden aspirar a extraer del primer ministro derechista de Israel en el aspecto territorial m¨¢s que un pa¨ªs hecho de retales y sembrado de numerosos enclaves. Pero, quiz¨¢, ¨¦se es hoy el ¨²nico camino posible para la paz en Oriente Pr¨®ximo.