Errores a pares
No pasa semana sin que el Gobierno de la Generalitat se saque de la manga o agrande un agravio al universo de la cultura ind¨ªgena. Esta vez han sido dos los agravios y errores. De un lado, la delirante iniciativa, estampada en una proposici¨®n no de ley, para fiscalizar si en las aulas se cita el t¨¦rmino estatuario Pa¨ªs Valenciano o se comulga con la unidad de la lengua catalana y valenciana. Una payasada promovida por quien puede ser el m¨¢s zoquete de los diputados que pueblan el hemiciclo de las Cortes y que el PP ampar¨® con tanto gusto como inconsciencia. ?Qu¨¦ r¨¦dito puede decantarle esta trastada al partido gobernante y qu¨¦ verosimilitud podemos otorgarle a sus ¨ªnfulas centristas y liberales? Por lo pronto ha conseguido poner en pie de guerra a la comunidad universitaria y, con ella, a cuantos, con obediencia o sin ella a unas siglas, odian la censura y las provocaciones. De otro lado, resulta ciertamente indignante, por injusto y miope, el desd¨¦n con que el consejero de Cultura, Francisco Camps, trata a los editores del Pa¨ªs Valenciano. Si su antecesora en el cargo, la inefable Marcela Mir¨®, les reprochaba ser unos exaltados, ¨¦ste ni siquiera se digna a recibirlos, por m¨¢s que se lo pidan debido a la n¨®mina de problemas y propuestas pendientes. De su cerraz¨®n s¨®lo cabe colegir que responde a una pol¨ªtica exterminadora del libro en valenciano, no obstante la entidad econ¨®mica de este sector, con sus 8.000 puestos de trabajo, 40.000 de negocio, 2.900 libros editados al a?o -y lo que el joven Camps olvida- una descomunal capacidad de resistencia frente al hostigamiento. Tiempos peores han superado, s¨®lo que entonces no cab¨ªa la menor esperanza de que se les equipase con una ley del libro (?para cu¨¢ndo?), ayudas, promociones y alguna palabra amistosa. Ahora, tampoco. En cambio, menudean las descortes¨ªas, como dar la callada por respuesta o esa reciente que ha supuesto que ning¨²n personaje de la Administraci¨®n compareciese en el III Encontre d"Editors. No acudiendo se eximen de ser contagiados por letra impresa. Ya puede, ya, la directora general de Promoci¨®n Cultural, Consuelo C¨ªscar, tender puentes, poner tintas y multiplicarse. Pero lo suyo es una misi¨®n admirable e imposible.
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