Votar sin miedo
LAS DE hoy son las sextas elecciones auton¨®micas vascas. ?Son unas elecciones especiales? De momento son las primeras que se celebran sin el temor al sobresalto de un atentado. En los 30 d¨ªas anteriores al refer¨¦ndum sobre el Estatuto de Gernika, hoy hace 19 a?os, se produjeron 16 atentados, con el resultado de siete personas muertas. En v¨ªsperas de las primeras elecciones auton¨®micas, celebradas cinco meses despu¨¦s, hubo 13 atentados y seis v¨ªctimas mortales. As¨ª ha seguido siendo en casi todas las elecciones. Antes de las generales de 1996 hubo ocho atentados y dos muertos. No es que haya desaparecido la coacci¨®n, porque se mantiene la espada de Damocles de una vuelta a las andadas; pero llegar a la jornada electoral sin la presi¨®n adicional de los atentados es ya una diferencia sustancial. Desde ese punto de vista, s¨ª son unas elecciones especiales. Lo son adem¨¢s porque el Parlamento y el Gobierno que de ellas salgan deber¨¢ seguramente gestionar el proceso del que depende la conversi¨®n de la tregua en paz; m¨¢s concretamente: la eliminaci¨®n definitiva de la coacci¨®n terrorista. De ah¨ª que los partidos se esfuercen en presentarse como la mejor garant¨ªa de que el proceso desembocar¨¢ en la paz. Para ello, cada cual explica la gestaci¨®n de la tregua bajo la luz que m¨¢s le favorece: unos, como resultado de su empe?o en tender puentes hacia el mundo nacionalista radical; otros, como efecto de su apuesta persistente por la movilizaci¨®n ciudadana, o, en fin, por la firmeza institucional frente a los desaf¨ªos terroristas.
De acuerdo con ese presupuesto, el PNV, que lleva 18 a?os en la presidencia vasca, ha tratado de acreditar que la paz depende en buena medida de que se mantenga la hegemon¨ªa nacionalista. Su mensaje ha sido que la culminaci¨®n del proceso debe estar en manos de los que han cre¨ªdo desde el comienzo en su posibilidad; es decir, en la posibilidad de convencer a ETA mediante un acuerdo nacionalista como el plasmado en Estella. Pero ese acuerdo desemboca en la incertidumbre -?cu¨¢l es la alternativa al estatuto?-, que es lo que m¨¢s teme el sector moderado del electorado nacionalista.
La figura y el mensaje moderado de Ibarretxe ha sido la baza del PNV para contrarrestar esa inquietud. Su empe?o en reprochar a los dem¨¢s planteamientos frentistas -como si no lo fuera el de Estella- tiene que ver seguramente con su temor a perder la posici¨®n central que le ha permitido gobernar con alianzas m¨²ltiples en todas las instituciones.
Frente a ese doble mensaje, el de socialistas y populares ha sido que una paz a cualquier precio no es paz, sino incertidumbre. Ambas formaciones han levantado la bandera de la Constituci¨®n como garant¨ªa frente a lo desconocido. Pero ser constitucionalista significa hoy ser autonomista, y no es seguro que el PSOE y el PP hayan acertado a transmitir al electorado esa idea: que pluralismo y estatuto son hoy en Euskadi t¨¦rminos sin¨®nimos, porque ninguna otra f¨®rmula suscita un apoyo equivalente ni ofrece mayores garant¨ªas de convivencia.
El retroceso que los sondeos auguraban a HB tras Ermua ha influido seguramente en el giro que parece encarnar Otegi. Con ¨¦l ha aparecido un discurso pol¨ªtico bastante incoherente -?c¨®mo casa el reconocimiento del pluralismo con el rechazo del marco auton¨®mico o con la exigencia de reconocimiento previo de la vasquidad de Navarra?-, pero que podr¨ªa permitir un di¨¢logo en t¨¦rminos tambi¨¦n pol¨ªticos. Hasta ahora, ese mundo se identificaba m¨¢s con unos medios -la legitimidad de la lucha armada- que con unos fines, lo que imped¨ªa un debate racional. Una de las inc¨®gnitas es comprobar si la retirada de ETA del primer plano favorece o perjudica las expectativas electorales de su brazo pol¨ªtico.
En fin, Eusko Alkartasuna argumenta que ha sido HB la que se ha pasado a su posici¨®n -independentismo sin violencia-, e Izquierda Unida, que la autodeterminaci¨®n es una consigna de izquierda que les han copiado los nacionalistas. Ambos partidos tienen raz¨®n en parte, pero la polarizaci¨®n de unas elecciones tan especiales ha dejado escaso margen para las formaciones menores, vistas como subalternas.
Todos los votos valen, sin embargo, lo mismo. Y por primera vez en muchos a?os, los ciudadanos van a poder votar en el Pa¨ªs Vasco sin que la presencia de ETA, sino su ausencia, sea un factor decisivo en la decisi¨®n de su voto. Ojal¨¢ que nadie desaproveche la ocasi¨®n y que una alta participaci¨®n sea el anuncio de una vida pol¨ªtica m¨¢s libre; sin la coacci¨®n de ETA.
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