El arresto de Pinochet
No es simplemente un viejo con un pasado malvado. Es un antiguo dictador cuyas manos est¨¢n manchadas de sangre inocente. En la medida en que la ley lo permita -cosa que habr¨¢n de decidir los tribunales- habr¨ªa que pedirle cuentas por sus cr¨ªmenes. Quienes opinan de forma distinta emplean diversos argumentos, uno de los cuales es patentemente equivoca do: es equivocado afirmar que la amnist¨ªa que el dictador impuso a su propio pa¨ªs cuando volvi¨® a la democracia le pone fuera del alcance de los tribunales de otros lugares. Pinochet no es, ni mucho menos, el peor ex dictador del mundo, ni siquiera de Latinoam¨¦rica. Pero hay razones para creer que ha violado multitud de leyes internacionales. Incluso aunque Pinochet de verdad estuviera librando una guerra civil, como pretende, las cuatro convenciones de Ginebra proh¨ªben que en un conflicto interno un Gobierno asesine o torture a quienes no tomen parte activa en la contienda, hayan depuesto las armas o est¨¦n enfermos, heridos o detenidos. Adem¨¢s, una vez que tom¨® el control del pa¨ªs, los asesinatos, torturas y encarcelamientos sobre los que presidi¨® violan claramente la Carta de N¨²remberg y la Convenci¨®n de la ONU contra la Tortura. (...) Pinochet padece sus actuales dificultades (...) porque el general cometi¨® el error de pasearse por el mundo en lo que ha resultado ser la err¨®nea creencia de que la decisi¨®n de Chile vinculaba al resto de los tribunales del mundo. (...) El arresto de Pinochet se?ala un modesto paso hacia un mundo en el que los poderosos se lo pensar¨¢n dos veces antes de hacer el mal. 24 de octubre
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