Una gran ¨¦poca se borra
En tres d¨ªas, tres actores espa?oles de una gran ¨¦poca han desaparecido: aquel teatro se va haciendo ahora borroso, amparado en el recuerdo, o resistiendo en las pel¨ªculas que se pod¨ªan hacer. ?ngel Picazo, Rafael Alonso, Luis Prendes, apenas ten¨ªan nada que ver entre s¨ª, ni sus maneras de interpretar ni sus f¨ªsicos, pero pod¨ªan estar, no s¨¦ si lo estuvieron, en un mismo reparto y completarse unos a otros, en esa virtud que todav¨ªa existe de formar compa?¨ªa. Recuerdo, en este impromptu de la muerte, a Picazo y Luis en una Vida es sue?o que dirigi¨® Jos¨¦ Luis G¨®mez, en el Espa?ol: ?ngel Picazo daba la majestad que el ten¨ªa de por s¨ª al rey Basilio y a su famoso discurso -"Corte ilustre de Polonia..."-, Prendes era Clotaldo.Prendes tuvo su propia compa?¨ªa; como su hermana Mari Carmen, inclinada hacia un teatro de humor, al que ha estado aportando hasta ahora su gran manera de hacer. La hermana mayor, Mercedes Prendes, era una bella primera actriz que hizo largas temporadas en el Espa?ol, int¨¦rpretes de Shakespeare y de Lope, con la direcci¨®n de Cayetano Luca de Tena. Fue la primera en irse de los tres hermanos de esta dinast¨ªa. Mari Carmen y Luis llegaron a estar juntos en una compa?¨ªa, con la hija de Luis, Mar¨ªa Jos¨¦ luego cantante -la tradici¨®n din¨¢stica se perpetuaba: pero el hijo de Luis se hizo abogado- llegaron a estar juntos en una misma compa?¨ªa, en el estreno de Una hija de su madre, de Germ¨¢n Bueno, en un local que resisti¨® tenazmente a desaparecer, el Espronceda.
Veo la lista de las compa?¨ªas que estaban trabajando simult¨¢neamente en aquel a?o de 1980: Fern¨¢n G¨®mez con su Alcalde de Zalamea tan especial, tan pensado; la de Tamayo con Contradanza; Concha Velasco y Sazatornil en una Filomena Marturano de la que tengo los mejores recuerdos, Juanjo Men¨¦ndez y Jes¨²s Puente con la famos¨ªsima Violines y trompetas de Moncada; Marsillach con el Tartufo de Moli¨¨re/Llovet que marc¨® ¨¦poca en el teatro pol¨ªtico, agudo e inteligente; Lola Herrera y las Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes, otra creaci¨®n inolvidable... El a?o de Petra Regalada, el de Do?a Rosita la soltera dirigida por Lavelli con Nuria Espert, en el Mar¨ªa Guerrero; la visita del Roy Hart, Els Joglars haciendo su particular versi¨®n de La odisea.
Cuando Mercedes estaba en el Espa?ol, Luis Prendes estaba todav¨ªa en el otro gran teatro nacional que dibujaban en el oscuro tiempo franquista un relieve singular. Fue int¨¦rprete afortunado de adaptaciones de Dostoeiwski (le recuerdo muy bien en Endemoniados; o Demonios, lo que no recuerdo es la traducci¨®n del titulo) y de Dickens, un teatro narrativo y novelesco al que pon¨ªa un rostro equ¨ªvoco de Pr¨ªncipe inocente. O en un Strindberg dirigido por Miguel Narros, Danza macabra, un drama preexistencialista, kiergardiano, donde los personajes est¨¢n encerrados en un viejo fuerte, con la angustia del tiempo y el espacio. El protagonista de Luis Prendes manten¨ªa una continuidad de situaci¨®n, con extremos peligros¨ªsimos en cualquier actor -agresividad continua, cortada por un desmayo, por una huida hacia dentro- que no pudiese controlar bien su actuaci¨®n. Se le tachaba, a veces, de fr¨ªo: esa frialdad era necesaria para estas muestras de teatro excesivo y con angustia exterior e interior.
El caso es que Luis Prendes (Melilla, 1913) no estaba destinado a ese trabajo: iba por la carrera militar en la Armada, lleg¨® a estar en la Escuela Naval, pero fue el tir¨®n de teatro de sus dos hermanas el que le llev¨® a este gran salto; entr¨® con Carmen D¨ªaz, sigui¨® con Concha Catal¨¢: dos grand¨ªsimas de antes y de despu¨¦s de la guerra. Hizo todo lo que hay que hacer: sus Tirsos, su Tenorio. M¨¢s Strindberg, teatro biogr¨¢fico... Llev¨® todo el prestigio del teatro al cine. Hizo cientos de pel¨ªculas; a veces melodramas, a veces comedias quinterianas, a veces tragedias nacionales, a veces el repertorio antiguo que se trataba de rodar, como Alma de Dios. Fue villano, bueno, polic¨ªa, gal¨¢n, traidor: el rostro a veces aparec¨ªa como encubierto por las malas sombras de lo dudoso, a veces sonre¨ªa... Cine, televisi¨®n, ense?anza pero, sobre todo, teatro.
La ¨¦poca ha cambiado, todo se hace ahora de otra manera, el teatro es m¨¢s sensible a la t¨¦cnica y su trasposici¨®n a otras formas de la literatura dram¨¢tica, pero en esencia el actor sigue siendo el actor.
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