Dos paral¨ªticos manejan un ordenador mediante electrodos conectados al cerebro
Cient¨ªficos de la universidad Emory de Atlanta (EE UU) han implantado en el cerebro de dos pacientes totalmente paralizados unos electrodos que les permiten mover el cursor de un ordenador simplemente pensando en ello.El implante registra los impulsos el¨¦ctricos de un ¨¢rea cerebral -el c¨®rtex motor- que normalmente regula los movimientos. Las se?ales que se producen cuando los sujetos piensan en mover algunas partes de su cuerpo son transmitidas directamente desde su cerebro hasta un receptor y un amplificador situados en el cuero cabelludo. De ah¨ª, las se?ales viajan hasta un ordenador port¨¢til programado para convertir los impulsos el¨¦ctricos en un movimiento del cursor. Ello permite comunicarse a los pacientes, que utilizan el cursor para destacar en la pantalla iconos basados en el lenguaje.
El implante es el primer dispositivo que permite una comunicaci¨®n directa entre el cerebro y un ordenador. Los investigadores esperan que futuros implantes con caracter¨ªsticas similares permitan a la gente que est¨¢ totalmente paralizada controlar miembros artificiales.
Mitchell Brin, neur¨®logo de la Escuela de Medicina Mount Sinai de Nueva York y experto en dispositivos de simulaci¨®n cerebral para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson, ha afirmado: "Es sorprendente. Las oportunidades de curar a personas que padecen enfermedades neurol¨®gicas y de mejorar sus funciones motoras son ilimitadas".
Durante seis meses
Uno de los pacientes, paralizado por una esclerosis lateral amiotr¨®fica, tuvo el implante durante dos meses antes de morir como consecuencia de su avanzada enfermedad. El otro paciente, un hombre de 53 a?os con apoplej¨ªa, ha portado el implante durante seis meses y ha aprendido a utilizar su cerebro para mover el cursor y comunicarse utilizando un lenguaje basado en iconos. El movimiento del cursor es, por el momento, variable y lento.El implante es creaci¨®n de Phillip R. Kennedy, un investigador de Georgia (EE UU) que ha trabajado en el Instituto de Tecnolog¨ªa de Georgia y en la universidad Emory de Atlanta en el perfeccionamiento del sistema electr¨®nico. Kennedy tiene la patente del electrodo. Las dos operaciones sobre pacientes fueron llevadas a cabo por el neurocirujano Roy Bakay, tambi¨¦n de Emory. Bakay present¨® el trabajo un Congreso de Neurocirujanos celebrado recientemente en Seattle.
El neurocirujano coment¨®: "Esta t¨¦cnica tiene profundas implicaciones para toda la gente que sufre par¨¢lisis. El proyecto demuestra la viabilidad de efectuar registros el¨¦ctricos del cerebro humano durante periodos de tiempo prolongados". El cerebro es una intrincada red de conexiones el¨¦ctricas y qu¨ªmicas, y los investigadores han sido capaces de generar unas condiciones en las que los impulsos nerviosos pueden comunicarse con cables conectados a un ordenador.
Para conseguirlo, los cient¨ªficos implantaron un diminuto sensor encerrado en una c¨¢psula de vidrio directamente en el c¨®rtex motor del cerebro. El sensor, del tama?o de la punta de un bol¨ªgrafo, estaba impregnado con unas sustancias qu¨ªmicas (factores de crecimiento) que estimularon a las neuronas a crecer hasta unirse ¨ªntimamente con el implante artificial. Cuando se produjo la uni¨®n, los cient¨ªficos consiguieron registrar las se?ales el¨¦ctricas del cerebro.
Ambos pacientes eran incapaces de mover sus miembros o de hablar. El primer paciente s¨®lo aprendi¨® a controlar las se?ales "de forma intermitente". El segundo, llamado J. R., con una inteligencia normal y completamente consciente, se someti¨® a la ciruj¨ªa experimental despu¨¦s de que los m¨¦dicos recibieran el permiso de la junta de evaluaci¨®n ¨¦tica del hospital.
Uno de los electrodos fue implantado en la parte de su c¨®rtex motor que en su d¨ªa controlaba un brazo, y el otro en un ¨¢rea que controla normalmente el movimiento facial. Las se?ales empezaron a aparecer progresivamente cuando el nuevo tejido creci¨® en el extremo del electrodo.
Kennedy explica que lo ¨²nico que J. R. ten¨ªa que hacer era pensar en mover el brazo para crear impulsos el¨¦ctricos que pudieran ser le¨ªdos por el ordenador. Despu¨¦s, era cuesti¨®n de entrenarle para que controlase sus pensamientos de una forma coherente que le permitiese mover el cursor como ¨¦l quisiera.
Seg¨²n Bakay, J. R ten¨ªa al principio problemas para detener el env¨ªo de se?ales de su cerebro, con lo que el cursor no dejaba de moverse por la pantalla. Pero los cient¨ªficos programaron una pausa en el sistema para que se detuviera siempre que encontrase un icono.
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