?Polic¨ªa o chivato?
Agentes argelinos exiliados en Francia reciben presiones para trabajar como cofidentes
Polic¨ªa en Argelia o chivato en Francia. El agente Zinedine, destinado en Argel, no se plante¨® este dilema hace 5 a?os cuando se arranc¨® el uniforme tras asistir, como casi todos los d¨ªas en aquellas fechas, al entierro de un compa?ero. Hab¨ªa visto y hecho demasiado desde que el Gobierno anul¨® las elecciones que en 1992 dieron a las fuerzas fundamentalistas una clara victoria, desde que el GIA entr¨® en escena a sangre y fuego, iniciando una degollina que parece sacada del pozo m¨¢s inmundo de la historia. Zinedine no soportaba ya participar en esa guerra sucia y despiadada, llena de sombras y equ¨ªvocos fatales, en la que al delirio asesino, inhumano, de los terroristas islamistas se opon¨ªa el poder oscuro, siniestro, de los militares de su pa¨ªs. Ese d¨ªa, el agente convoc¨® a sus familiares para advertirles que a partir de entonces tambi¨¦n ellos corr¨ªan el riesgo de ser represaliados. Despu¨¦s cruz¨® la frontera y consigui¨® llegar a Francia. En la comisar¨ªa de Versalles, lindando con Par¨ªs, el ex polic¨ªa encontr¨® a unos colegas receptivos, actitud que durante alg¨²n tiempo atribuy¨® a esos lazos intangibles que anuda el corporativismo profesional, as¨ª como a la particular sensibilidad francesa por los asuntos argelinos.La visita de dos agentes le sac¨® poco despu¨¦s de su error. "Usted habla bien el ¨¢rabe, nadie aqu¨ª sabe que es polic¨ªa; m¨¦zclese con los islamistas, d¨¦jese ver por las mezquitas y a cambio le daremos un empuj¨®n a su expediente". Zinedine gana tiempo, dice que necesita reflexionar, pero a esta primera visita le suceden nuevos encuentros con personajes diversos -un supuesto capit¨¢n del Ministerio de Interior y agentes todav¨ªa m¨¢s an¨®nimos- que se reparten convencionalmente los papeles del polic¨ªa simp¨¢tico y del polic¨ªa agresivo bajo un mensaje com¨²n cada vez m¨¢s apremiante: "O acepta y legaliza su situaci¨®n o lo lamentar¨¢ m¨¢s adelante". Un chantaje ordinario del paisaje policial, cuya denuncia p¨²blica ni siquiera ha forzado una respuesta por parte del Ministerio de Interior en un pa¨ªs, siempre vigilante con el terrorismo islamista, que ha utilizado repetidamente este sistema de reclutamiento forzado de confidentes. Aunque dif¨ªcilmente pudo llegar a sorprenderle, el chantaje situ¨® al ex polic¨ªa argelino ante un dilema insuperable, dada la escuela de la que procede y su experiencia personal.
?l mismo ha declarado al diario Lib¨¦ration : "Aunque hubiera aceptado no habr¨ªa conseguido los papeles. Tambi¨¦n nosotros en Argelia prometemos cualquier cosa a los indocumentados". "Todo lo m¨¢s", ha dicho, "me habr¨ªan dado un permiso provisional de residencia". Otro ex polic¨ªa argelino, Ahmed, en su misma situaci¨®n, comparte plenamente ese juicio: "El chivato tiene que continuar como chivato, hay que conservarlo, y paro eso tienes que poder mantener la presi¨®n sobre ¨¦l; no, no nos habr¨ªan dado los papeles". Seguramente, sus colegas franceses no le agradecen al ex agente Zinedine el comentario de que "ser polic¨ªa en Argelia, en Francia o en Am¨¦rica, es en todas partes la misma cosa, coger lo que se quiera, cuando se quiera y como se quiera".
Zinedine, Ahmed y al menos cuatro ex agentes de ese mismo pa¨ªs que pusieron rumbo a Francia forman hoy parte de ese ej¨¦rcito fantasmal de 63.000 sans papiers (indocumentados) que deambula por territorio franc¨¦s, sujeto al doble desaf¨ªo cotidiano de subsistir y soslayar al mismo tiempo las peri¨®dicas redadas de sus compa?eros franceses. Al igual que la mayor parte de los indocumentados que han visto rechazada su solicitud de legalizaci¨®n -77.000 por, el contrario, han regularizado su situaci¨®n a lo largo del ¨²ltimo a?o- Zinedine, Admed, Reda, Amine y Fouad tienen asignada te¨®ricamente una plaza en los vuelos semanales que devuelven a los ilegales a sus respectivos pa¨ªses.
Forzados a ganarse la vida de mala manera, en trabajos no declarados, amenazados por la arbitrariedad, la explotaci¨®n y la denuncia, puede decirse que los indocumentados est¨¢n dispuestos a cualquier cosa con tal de hacerse con los preciados permisos, desde las huelgas de hambre hasta el casamiento formal, previo pago de importantes cantidades de dinero, con un o una s¨²bdita francesa. "Yo tambi¨¦n estoy dispuesto a todo, pero no, desde luego, a convertirme en confidente", proclama Zinedine desde las p¨¢ginas de Lib¨¦ration.
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