?Rumores infundados?

La paciencia tiene un l¨ªmite y la de la veterana banda Las M¨¢quinas hace ya tiempo que se agot¨®: 10 a?os despu¨¦s de su nacimiento, todav¨ªa no ha logrado desprenderse de una molesta etiqueta, la de "eterna promesa del pop valenciano", que, muy a su pesar, le ha conducido a un callej¨®n, aparentemente sin salida, desde el que es muy dif¨ªcil vislumbrar el futuro con buen humor y optimismo. La aparici¨®n, a mediados de este mismo a?o, de su tercer ¨¢lbum, significativamente titulado Color¨ªn colorado, vino acompa?ada de algunos rumores, alimentados por los propios m¨²sicos, relativos a la probable disoluci¨®n del grupo o, como m¨ªnimo, a una forzada y totalmente justificada, metamorfosis que afectar¨ªa a los planteamientos y composici¨®n de la banda. La ausencia, durante el concierto del pasado viernes, del guitarrista Jos¨¦ Sales y ciertos comentarios vertidos desde el escenario ("Esta canci¨®n es la ¨²ltima, la ¨²ltima para siempre", dijeron al presentar la pieza con la que finalizaron su actuaci¨®n) dieron pie a todo tipo de interpretaciones y chismes entre el p¨²blico, si bien el cantante y bajista Joan F. Toledo reconoc¨ªa pocos minutos antes de iniciar el espect¨¢culo que los planes de Las M¨¢quinas para los pr¨®ximos meses se centran en la creaci¨®n de nuevos temas. Ya se ver¨¢. En cualquier caso, aunque los conciertos del grupo siempre son una experiencia extremadamente divertida e imprevisible, no hay duda que este ¨²ltimo result¨® especialmente ca¨®tico y desmadrado (en el buen sentido del t¨¦rmino, claro). Da gusto comprobar que todav¨ªa hay bandas que, pese a cualquier infortunio, siguen conservando la sonrisa y el entusiasmo (casi) intactos, disfrutan como principiantes cada vez que pisan un escenario y afrontan cada nuevo pase -y eso que llevan muchos a sus espaldas- como si fuera el primero. La de "Asesino Pinochet" fue la frase m¨¢s coreada durante toda la velada, seguida del estribillo de Ch¨¢ndal; ese exultante e ir¨®nico himno contra la desigualdad con el que abrieron y cerraron la actuaci¨®n. Entre medias, Las M¨¢quinas volvieron a dejar patente su ingenio y destreza para sortear los riesgos del estancamiento y el aburrimiento picoteando, sin prejuicio alguno, de cualquier estilo que pase por su tremenda imaginaci¨®n (pop, tecno, ragga, funky e, incluso, canci¨®n mel¨®dica) o remozando su repertorio m¨¢s a?ejo (Se lo traga todo, Las lentejas, A rodar o Libertad, igualdad, fraternidad) con sorprendentes arreglos electr¨®nicos o de vientos (servidos por los hermanos Tormo; es decir, Los Fabulosos T¨®rmicos) que impiden que los perniciosos efectos del paso del tiempo hagan mella. La imparable m¨¢quina del ritmo valenciana sigue perfectamente engrasada, siempre un paso por delante de la mayor¨ªa de bandas locales y nacionales, y lista para zambullirse de cabeza en el siglo XXI. El d¨ªa que, por culpa del desgaste o del desinter¨¦s del p¨²blico, deje de funcionar, habr¨¢ que lamentarlo.