Sociedad europea, medios nacionales
No hay medios de comunicaci¨®n europeos propiamente dichos. Una excepci¨®n puede ser el Financial Times, pero es un medio que responde a una ¨¦lite casi por definici¨®n transnacional. Aunque otros puedan optar a esta definici¨®n, chocan con la barrera del idioma. Finalmente, el principal diario europeo puede acabar siendo el International Herald Tribune, que es un medio... americano. Como lo es la CNN. Aunque quepa considerar que existe una sociedad, aunque no un pueblo, europeo, los medios europeos siguen siendo esencialmente nacionales. Como los programas de televisi¨®n. No hay ning¨²n programa europeo, como recuerda el soci¨®logo alem¨¢n Ulrich Beck (?Qu¨¦ es la globalizaci¨®n?, Paid¨®s 1998) que realmente compita con los nacionales. Y, sin embargo, Europa no se queda corta en producci¨®n de ficci¨®n: 78% de los estrenos en las televisiones europeas de ficci¨®n y entretenimiento fueron producidas en estos pa¨ªses, seg¨²n un reciente estudio de M¨¦diam¨¦trie y otras empresas. El problema es que estas producciones -como en gran medida ocurre con el cine- no cruzan las fronteras, no se exportan. En contrapartida, el cine americano viene en los ¨²ltimos a?os sacando de sus exportaciones -en un 80% a Europa- la mitad de sus ingresos.Tal situaci¨®n lleva a una primera conclusi¨®n respecto a los medios y Europa: que lo local es local, y lo global, esencialmente, americano. ?Es Europa una dimensi¨®n inexistente en t¨¦rminos medi¨¢ticos? ?Es esto un reflejo de la Europa que se est¨¢ construyendo? No necesariamente. Pues en los ¨²ltimos tiempos se ha producido un nuevo fen¨®meno: si no medios europeos, empiezan a surgir grupos medi¨¢ticos europeos, por medio de participaciones cruzadas, o con esquemas de cooperaci¨®n m¨¢s estrecha y recursos compartidos, como est¨¢n desarrollando, por ejemplo EL PA?S y Le Monde, que esta semana han convocado en Madrid su I Foro Internacional, un intento de discutir con serenidad y en profundidad sobre cuestiones de inter¨¦s com¨²n para las sociedades espa?ola y francesa y para la sociedad europea, en esta ocasi¨®n, la nuevas dimensiones de la seguridad.
As¨ª, en vez de unos medios de comunicaci¨®n europeos, podr¨ªan estar surgiendo unas redes de medios europeos, de modo paralelo a la forma en que Europa no se constituye en un Estado, sino en un sistema-red. ?Qu¨¦ precede a qu¨¦? ?Los medios a la pol¨ªtica europea o al rev¨¦s? Probablemente vayan a la par. Y como la democracia europea carece de un demos sobre el que construirse, los medios europeos tampoco pueden crecer sobre esa inexistente constituency, que dir¨ªan los ingleses.
Sin embargo, estos medios, ya sea integrados o en red, son absolutamente necesarios para la construcci¨®n europea. Son un elemento esencial para impulsar el desarrollo de la ciudadan¨ªa europea, concepto que Espa?a logr¨® introducir en el Tratado de Maastricht, pero que no puede imponerse desde arriba. La ciudadan¨ªa europea, que es una idea opuesta a la de los clanes, debe surgir desde abajo. Los medios de comunicaci¨®n resultan esenciales a la hora de expresarla, como se se?al¨® en los Segundos Encuentros Europeos, en Luxemburgo, dedicados este a?o a las Sociedades y Medios en Europa. Los medios pueden y deben contribuir a crear ese espacio europeo, incluso una inteligencia colectiva, aspiraci¨®n que se puede ver facilitada por las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n. Claro est¨¢, la "ciudadan¨ªa no puede dejar de ser cr¨ªtica", como ha escrito Joseph Weiler. Y la primera cr¨ªtica debe partir de una reciente constataci¨®n de Jacques Delors: que como objeto pol¨ªtico, como sistema institucional, el valor emocional de Europa es nulo. Carencia que cobra un nuevo relieve ahora que se han puesto en boga las teor¨ªas neurocient¨ªficas sobre la contribuci¨®n de las emociones a la racionalidad del ser humano.
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