Carta a Pedro Duque
?C¨®mo te va en el espacio, Pedro? Desde aqu¨ª no te vemos demasiado bien cuando miramos al cielo, bueno, no te vemos en absoluto, s¨®lo suponemos que est¨¢s ah¨ª porque tu foto sale en los peri¨®dicos; y sin embargo no estamos seguros. Perm¨ªteme que te haga una pregunta: ?por qu¨¦ te vas tan lejos? A veces a los que pisamos la Tierra nos da la impresi¨®n de que el mundo no conf¨ªa demasiado en s¨ª mismo y que por eso ensaya la huida, sospecha que puede explotar en cualquier momento, teme convertirse en un trozo de roca envenenado tras el bombazo de ¨¢ntrax o de neutrones, reventado por un asteroide divino, por millones de a?os yerto, naturaleza muerta o polvo c¨®smico. Una humanidad previsora vale por dos. No es descabellado: ya que vamos a joder la Tierra, hay que ponerse a buscar otra. Sabemos que es dif¨ªcil, s¨ª, pero creemos que tras esa nebulosa tan brillante de ah¨ª, tirando hacia la izquierda, hay un planeta verde, parecido a este. Si sus habitantes son comestibles, perfecto. Despu¨¦s de todo, el presupuesto del programa espacial es el mismo presupuesto multimillonario de hace seis a?os, s¨®lo servir¨ªa para salvar las vidas de unos miles de personas hambrientas o enfermas en la tierra, y hay que ser realistas: es necesario primar el bien de la humanidad sobre el de unos miles de individuos. Por el momento s¨®lo se les ha ocurrido intentar salvar este mundo a los ingenuos de los ecologistas, esos locos que se empe?an en conservar lo que tenemos. Igual de locos que los que hace cien a?os pretend¨ªan alcanzar la luna. Lo de los experimentos est¨¢ muy bien, porque la humanidad enferma de pobreza quiere saber si una alubia crece hacia arriba o hacia abajo en condiciones de gravedad cero, y aquel ni?o con la tripa hinchada como un bal¨®n que come arena en el Sud¨¢n est¨¢ atormentado por la crucial pregunta: ?envejecer¨¢ m¨¢s lentamente el astronauta Glenn en el espacio? Pero es cierto lo que dicen los cient¨ªficos: la tierra s¨®lo durar¨¢ unos cuantos millones de a?os m¨¢s, no lo s¨¦ exactamente pero lo s¨¦, as¨ª que hay que apresurarse. Practicar deporte en el espacio: viajes, experimentos, colonias, expansi¨®n. Visite otros planetas y olv¨ªdese de la tierra. Y el ni?o sudan¨¦s habr¨¢ muerto muchos siglos atr¨¢s, pero es que eso era inevitable. Y, ?has pensado cuando se acabe el Universo, Pedro? Seg¨²n apuntan los cient¨ªficos, el Universo har¨¢ un Big Crunch. Y si no lo hace ¨¦l, nos lo cargamos nosotros, que ya estaremos en todas partes, si lo pensamos en t¨¦rminos de ultraciencia-ficci¨®n. ?Ad¨®nde iremos entonces? Para visualizarlo mejor, huyamos de la ciencia-ficci¨®n y hagamos poes¨ªa. Uni-verso, s¨®lo uno. Qu¨¦ peque?as deben resultar las miserias humanas desde el espacio, y qu¨¦ corta e insignificante debe parecer la vida. Lejos quedan las guerras y el hambre, aunque, parad¨®jicamente, seg¨²n dicen, un astronauta piensa mucho en todo eso cuando mira la bola azul, rob¨¢ndole horas al sue?o, desde la ventanilla de la nave. No me juzgues mal, Pedro, en la tierra nos sentimos solos y tenemos que encender la televisi¨®n aunque sea sin volumen para que nos haga compa?¨ªa. Y de pronto sale tu fotograf¨ªa, pero no nos han explicado muy bien de qu¨¦ van todos esos experimentos tan interesantes que vas a hacer. Adem¨¢s, somos unos catetos, y seguro que no los entender¨ªamos. Reconozco que tal vez me haya salido del Universo y te pido que consideres esta carta que nunca leer¨¢s como una broma. Te voy a confesar un secreto: desde peque?o yo siempre quise ser astronauta.
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