Ibarrola cree que restaurar el "bosque pintado" es el mejor homenaje a sus 50 a?os de profesi¨®n
El arco iris que Agust¨ªn Ibarrola pint¨® sobre los pinos del valle de Oma vuelve a brillar con colores espl¨¦ndidos. La silueta de los hombres est¨¢ otra vez definida con trazo firme sobre la corteza de los ¨¢rboles y decenas de ojos vigilan desde los troncos. Las figuras del bosque pintado han revivido despu¨¦s de una minuciosa restauraci¨®n realizado por cinco estudiantes de Bellas Artes que, becadas por la Universidad del Pa¨ªs Vasco, han trabajado bajo la supervisi¨®n de Ibarrola. "La restauraci¨®n es el mejor homenaje en el 50 aniversario de mi primera exposici¨®n", dice el autor.
En el bosque de Oma sobreviven la mitad de los pinos que Ibarrola comenz¨® a pintar en 1982. Sobre cerca de 500 troncos se mantienen los trazos y las manchas de color que juegan con la perspectiva hasta sugerir otras figuras. Los labios, los circulos, los p¨¢jaros, los zapaburus (renacuajos) y el arco iris vuelve a verse sobre los pinos. "Les he salvado de ir a la papelera", dec¨ªa ayer Ibarrola, de 67 a?os, satisfecho al ver concluido el repintado que reclamaba desde hace tiempo. La restauraci¨®n es necesaria cada seis a?os. Como mucho, las pinturas especiales para resistir la vida al aire libre aguantan ocho a?os, pero el deterioro causado por la luz, la lluvia y los cambios de temperatura es imparable. "La Universidad del Pa¨ªs Vasco se plante¨® intervenir de forma r¨¢pida para detener la degradaci¨®n", explic¨® ayer su rector, Pello Salaburu, en una visita al bosque que se convirti¨® en su reinauguraci¨®n oficial. La f¨®rmula elegida fue la convocatoria de cinco becas para alumnos de Bellas Artes dispuestos a restaurar el bosque pintado. Ibarrola, flanqueado por el rector y las restauradoras, estaba plet¨®rico al ver renacer su trabajo m¨¢s popular, unas pinturas que han sido la imagen de las campa?as publicitarias para atraer turistas al Pa¨ªs Vasco y que cada a?o son visitadas por una multitud. "Un a?o m¨¢s tarde no hubiera sido posible recuperarlas", dec¨ªa. Rosa S¨¢nchez, Alicia Jim¨¦nez, Ainhoa Uriarte, Mar¨ªa de Bernardo y Est¨ªbaliz Errazkin vivieron durante los dos meses que invirtieron en la restauraci¨®n del bosque pintado de forma similar a como lo hac¨ªa Ibarrola cuando trabajaba sobre los pinos. La beca que obtuvieron de la Universidad pagaba su alojamiento y manutenci¨®n, y ellas eligieron quedarse cerca del bosque, en los agroturismos de la zona. Desde julio a septiembre la mayor parte de su jornada transcurri¨® entre los pinos, cargadas con botes de pintura, subidas a la escalera a varios metros de altura, repintando las figuras de Ibarrola sobre el tronco de los ¨¢rboles. Fueron las pr¨¢cticas de sus estudios de Bellas Artes y su primera salida fuera del mundo acad¨¦mico. "S¨®lo sab¨ªamos de arte y de artistas por los libros", dec¨ªan ayer ante su trabajo terminado. "Conocer al autor en persona es m¨¢s interesante". Ibarrola y las cinco restauradoras mantuvieron un contacto estrecho durante los trabajos. "No nos hemos limitado a recopiar", aseguraba Rosa. "Ha habido cambios de color y nuevos temas". Cerca de 500 kilos de pintura han sido utilizados en la restauraci¨®n. Mientras ellas repintaban subidas a las escaleras, sujetas con arneses a los pinos para evitar las ca¨ªdas, Ibarrola hac¨ªa nuevos dibujos "As¨ª me ten¨ªan a mano para cualquier consulta". Restaurado y ampliado, el bosque pintado llena de orgullo a su autor. "A punto de cumplir el 50 aniversario de mi primera exposici¨®n, ¨¦ste es el mejor homenaje que puedo recibir de la Universidad del Pa¨ªs Vasco", reconoci¨® ."Yo he puesto mucho empe?o, pero me ha ayudado mucho la presencia de tanta gente". El bosque pintado es para su autor m¨¢s que una obra creada con pinceles. "Es un mundo l¨²dico, donde la persona confiesa lo que lleva dentro", defini¨®. Y ech¨® una mirada a la antropolog¨ªa para recordar a los pastores que se dejan mensajes en los ¨¢rboles y a los enamorados que graban en ellos sus nombres. "El bosque conduce al ser humano a los tiempos m¨¢s remotos de la Historia. Ocurre en todas las viejas culturas. Pintaban en los ¨¢rboles para comunicarse con el Universo y con los dem¨¢s seres humanos".
"Te quiero"
Dos pinos cercanos al r¨ªo que limita el bosque pintado se inclinan hasta que sus copas se rozan a una altura de tres metros. Est¨¢n en el camino hacia el caser¨ªo de los Ibarrola, por donde el pintor se internaba en el monte cuando llenar los ¨¢rboles de colores era s¨®lo una idea. Sobre la corteza de los dos pinos Ibarrola ha escrito con pintura blanca y letra de colegial la leyenda "te quiero". Es una de las novedades que presenta el bosque tras su restauraci¨®n, y el ¨²nico punto en el que Ibarrola ha sustituido los signos por las palabras. ?Para qui¨¦n es la declaraci¨®n amorosa? "Yo le digo te quiero a mi mujer, claro", respondi¨® ayer Ibarrola mientras trepaba feliz por los caminos embarrados del bosque junto a Pello Salaburu. "Voy a hacer unas fotos de este lugar para d¨¢rselas a ella cada vez que le hago enfadar, que son muchas veces y con motivo". Ibarrola invit¨® a los visitantes a acercarse bien acompa?ados a ese lugar. "Que lean lo que pone en los pinos", dec¨ªa. "Y que se decidan a decirlo en voz alta". A pocos metros del lugar alguien anud¨® a un pino con papel blanco un ramo de novia. El origen de las flores es un misterio. "Las rosas se han secado, pero aqu¨ª siguen". Ibarrola est¨¢ encantado. Su bosque tiene vida propia.
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