"A cada paso sal¨ªan personas muertas"
Los principales atractivos tur¨ªsticos de Nicaragua, sus lagos y sus volcanes, parecen haberse aliado para traer la destrucci¨®n a este pa¨ªs castigado por huracanes, terremotos, maremotos y erupciones volc¨¢nicas. Las escenas del desastre ocurrido en la ladera del volc¨¢n Casitas acent¨²an su dramatismo cuando se acompa?an de los testimonios de los pocos supervivientes que han tenido la suerte de ser rescatados. S¨®lo en esa zona el recuento supera el millar de muertos. Los cad¨¢veres a¨²n est¨¢n al aire libre. La Cruz Roja y el Ej¨¦rcito queman los cuerpos para evitar epidemias y al caer la noche las tareas de b¨²squeda y rescate se suspenden mientras se escucha un fantasmag¨®rico crepitar desde los cr¨¢teres del Casitas y de su vecino, el volc¨¢n San Crist¨®bal, que sepultan los lamentos de personas enterradas y los ladridos de los perros."Busqu¨¦ todo el d¨ªa, rescat¨¦ gente, y cuando comenz¨® a oscurecer me fui sin encontrar a mi esposa, mis dos hijos, padres y hermanos". Jos¨¦ Mercedes Flores, un campesino de 25 a?os, relataba con el rostro descompuesto c¨®mo la tragedia le hab¨ªa sorprendido fuera de la casa donde viv¨ªa toda su familia. Al d¨ªa siguiente sali¨® temprano. "Pero el fango no me dejaba avanzar. A cada paso me sal¨ªan personas muertas y otras que gem¨ªan de dolor".
Entre los cad¨¢veres tambi¨¦n patrulla Manuel Caldera. Tiene 12 a?os y busca a sus padres y hermanos. "Quiero verlos, por eso los busco, pero el lodo no me ha dejado llegar adonde era la casa". Camina descalzo sobre los pedazos de ¨¢rboles para no hundirse y recuerda el d¨ªa de la tragedia con l¨¢grimas desbordando sus ojos. "Estaba con mi abuela cuando o¨ª un fuerte crujido. Cre¨ªa que era un avi¨®n...". Su voz se ahoga en su propio llanto.
Rigo Neira qued¨® atrapado entre los troncos de dos ¨¢rboles arrastrados por el lodo. Neira suplic¨® a Cruz Miranda, su vecino, que lo salvara de aquella trampa mortal. Miranda afirma que Neira le ofreci¨® una cadena de oro puro que rodeaba su cuello si lo rescataba. La respuesta de Miranda ilustra el sufrimiento de que se ti?e la tragedia: "Yo le dije: adi¨®s hermano, no tengo fuerzas".
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