El s¨ªndrome de C¨¢novas
La siempre fiel isla de Cuba ha vuelto a confirmar su lealtad a Espa?a despu¨¦s de los torpes comienzos de la pol¨ªtica de Aznar con el r¨¦gimen de Castro. Por fin el rey don Juan Carlos ir¨¢ el a?o que viene a La Habana y podr¨¢ pasear desde el Malec¨®n al popular paseo del Prado, o ir por la calle Infantas hasta la zona de Carlos III: la monarqu¨ªa espa?ola est¨¢ todav¨ªa viva en la capital cubana, as¨ª que, como dijo Castro, el Rey "ir¨¢ a su casa".El flor¨®n antillano de la monarqu¨ªa dar¨¢ un gran recibimiento a don Juan Carlos, el primer rey espa?ol que visita la isla. Y en el centenario del 98 que se acaba quedar¨¢n en el recuerdo la pol¨ªtica "del ¨²ltimo hombre y la ¨²ltima peseta" de C¨¢novas, la estrategia militar de "a la guerra con la guerra" del capit¨¢n general Weyler, e incluso las torpezas recientes de nuestro Gobierno conservador: la ida del Rey va a poner un definitivo punto final a los desencuentros hist¨®ricos.
El Gobierno de Aznar hab¨ªa seguido hasta hace poco en Cuba la consigna del gran maestro de los conservadores espa?oles, C¨¢novas del Castillo. Hab¨ªa cre¨ªdo que la Gran Antilla era todav¨ªa una especie de colonia con la que se pod¨ªa utilizar un lenguaje imperial. Hab¨ªa pasado "del ¨²ltimo hombre y la ¨²ltima peseta" que nos llev¨® al completo desastre del 98 a la ¨²ltima pol¨ªtica que nos llev¨® al completo aislamiento del 96. La pr¨®xima visita del Rey va a terminar por fin con "el s¨ªndrome C¨¢novas" y a normalizar unas relaciones que siempre debieron ser normales.
Sin embargo, para llegar a esta normalidad de ¨²ltima hora, Espa?a se tuvo que poner a la cola del mundo occidental, porque primero el rechazo de Canad¨¢ y de la UE a la extraterritorialidad de la ley Helms-Burton y luego la visita del Papa a la isla forzaron a Estados Unidos a rectificar aspectos del embargo, a permitir la ayuda humanitaria y a aceptar una soluci¨®n para Cuba "m¨¢s all¨¢ de Castro", como declar¨® oficialmente la secretaria de Estado, Madeleine Albright. Esa nueva situaci¨®n internacional evidenci¨® el aislamiento del Gobierno de Aznar: Cuba se abr¨ªa al mundo, y el mundo, a Cuba, como reclamaba el Papa, as¨ª que el anuncio del pr¨®ximo viaje real confirma la rectificaci¨®n de la pol¨ªtica con la isla y sella el nuevo hermanamiento hispano-cubano.
Atr¨¢s queda aquella ¨²ltima pol¨ªtica que exig¨ªa "mover ficha" a Castro, que impulsaba el establecimiento en Espa?a, de la mano del PP, de la Fundaci¨®n Nacional Cubano-Americana del recalcitrante anticastrista Mas Canosa, que abr¨ªa la Embajada de Espa?a en la isla a la oposici¨®n al r¨¦gimen, que romp¨ªa solemnes acuerdos firmados entre los dos pa¨ªses (como la inversi¨®n de Paradores), o que recortaba las ayudas a la isla. Atr¨¢s quedan los desplantes, las referencias al "caballerito" y la crisis diplom¨¢tica. Atr¨¢s quedan, por fin, los tiempos del fundamentalismo anticastrista del Gobierno espa?ol, aliado con el exilio radical de Miami, y se impone, en resumen, el sentido com¨²n con un pa¨ªs hermano, mientras el Rey, como buen estadista, declara que no hay "pesares" que condicionen su pr¨®xima visita.
Y no hay pesares porque Cuba es nuestra patria chica de ultramar y nuestro Rey es -como su abuelo- un monarca "americanista" que ten¨ªa pendiente este viaje al ¨²ltimo pa¨ªs de Am¨¦rica Latina que le faltaba por visitar, cuando en realidad deb¨ªa ser el primero por v¨ªnculos hist¨®ricos, por razones socioecon¨®micas, por lazos familiares y hasta por profundos sentimientos de amistad entre los espa?oles y los cubanos.
Ese sentimiento de afecto rec¨ªproco no se rompi¨® ni en los peores momentos de la insurrecci¨®n cubana. Jos¨¦ Mart¨ª, el l¨ªder de la independencia, criollo hijo de valenciano y de canaria, cant¨® en un famoso verso su pasi¨®n por la tierra aragonesa, donde estudi¨® ("Para Arag¨®n en Espa?a tengo yo mi coraz¨®n...."), critic¨® con dureza el oprobioso r¨¦gimen colonial, pero proclam¨® el amor a los espa?oles y predic¨® una nueva Cuba libre, "con todos y para el bien de todos"; por eso, como ha escrito hace poco el gran historiador cubano Moreno Fraginals, despu¨¦s de aquella "guerra civil" no hubo un solo caso de atropello alevoso contra los espa?oles que se quedaron a vivir en la isla.
Y al rev¨¦s, porque una vez acabado el conflicto colonial, la emigraci¨®n de espa?oles a Cuba se multiplic¨® hasta alcanzar proporciones nunca vistas, as¨ª como los actos de amistad hispano-cubana; el acontecimiento m¨¢s memorable tuvo lugar en 1915, cuando, ante un "gent¨ªo inmenso" -seg¨²n cuentan las cr¨®nicas period¨ªsticas- se levant¨® en el paseo de Atocha de Madrid un monumento en honor a los h¨¦roes del Caney, a aquellos valientes soldados espa?oles, con su general Vara del Rey al frente, que resistieron en julio de 1898, poco antes de la derrota final, la embestida de un ej¨¦rcito norteamericano diez veces superior cerca de Santiago de Cuba. Cuenta el que fue presidente de la Comisi¨®n del Monumento, el senador Rafael Mar¨ªa de Labra, que el obelisco fue costeado por "algunos de los antiguos y m¨¢s salientes jefes militares de la insurrecci¨®n separatista", que el acto fue presidido por el Rey y toda la Familia Real, que Alfonso XIII hizo "alarde de sus opiniones americanistas", y, por ¨²ltimo, que, dirigi¨¦ndose al ministro cubano presente en el acto, le dijo: "Me complazco mucho en que los cubanos hayan contribuido con su dinero y con su amor a este monumento, que estrecha m¨¢s y m¨¢s el lazo de uni¨®n que debe existir siempre vivo entre Cuba y Espa?a. Haga usted presente a su Gobierno mi satisfacci¨®n por este hecho y mi deseo de que en todo tiempo reine entre ambos pueblos la m¨¢s perfecta cordialidad".
Para Labra, aqu¨¦l fue "el acto m¨¢s saliente y emocionante que ha tenido efecto en Espa?a desde hace muchos a?os". Pues bien, aquella "empresa de intimidad" entre Cuba y Espa?a, como la llam¨® Labra, tuvo su continuidad en la isla a mediados de este mismo a?o, cuando, con ocasi¨®n del centenario de la destrucci¨®n de la Armada espa?ola en Santiago, Fidel Castro rindi¨® un homenaje al hero¨ªsmo del almirante Cervera y de los marineros espa?oles que fueron a estrellarse contra la potente escuadra norteamericana, poniendo punto final al dominio espa?ol en las Antillas.
Ese desastre final fue pronto advertido por la reina regente -la bisabuela de don Juan Carlos- cuando le confesaba al embajador franc¨¦s en Madrid que C¨¢novas y su capit¨¢n general en la isla, Weyler, eran "hombres nefastos" por no rectificar su pol¨ªtica de "reconcentraci¨®n" con los insurrectos a sangre y fuego, y por no o¨ªr las propuestas de mediaci¨®n de EE UU, lo que conducir¨ªa a la postre al aislamiento internacional de Espa?a y a la p¨¦rdida del imperio ultramarino.
Ahora, con el pr¨®ximo viaje del Rey, se acaba por fin ese reciente aislamiento internacional de Espa?a, esa ¨²ltima pol¨ªtica "nefasta" de Aznar, ese "s¨ªndrome de C¨¢novas" que ha marcado hasta hace poco los torpes pasos del Gobierno conservador del PP con la isla. Ahora, al rey don Juan Carlos le toca inaugurar en Cuba otro monumento a todos los h¨¦roes del 98, a los h¨¦roes mambises y espa?oles de aquella "guerra civil", como s¨ªmbolo de la fraternidad entre espa?oles y cubanos, como reconocimiento a la lealtad de la "siempre fiel isla de Cuba". Ahora, en definitiva, la nueva "empresa de intimidad" ser¨¢ coronada con la visita real al viejo flor¨®n de la Monarqu¨ªa. Ya era hora.
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