Retablo de amor y de muerte
Porgy and Bess De George Gershwin, DuBose y Dorothy Heyward e Ira Gershwin, por New York Harlem Teather. Con Larry Marshall, Stephen Finch, Sharon Simms, Marjorie Wharton, Jerris Cates... Iluminaci¨®n, John McLain. Vestuario, Christina Giannini. Escenograf¨ªa, Michael Scott. Coreograf¨ªa y direcci¨®n, Baayork Lee. Direcci¨®n musical, William Barkhymer. Teatro Principal. Valencia, 5 de noviembre.Autor de partituras folk del profundo sur norteamericano de tanto predicamento como Rapsodia en blue o, por otros motivos, Un americano en Par¨ªs, Gershwin compone en Porgy and Bess la primera ¨®pera de ra¨ªces populares en Estados Unidos, centrada, de manera casi antropol¨®gica, en los problemas de la poblaci¨®n afroamericana, fascinado por la novela de Dubose Heyward hasta el punto de pasar largas temporadas en Charleston para familiarizarse con su peculiar entorno. Un tema de amor y de muerte, a los compases iniciales de la dulc¨ªsima canci¨®n Summertime, es el hilo conductor de una especie de fresco costumbrista emparentado con el drama rural que terminar¨¢ tr¨¢gicamente, truncando de ra¨ªz la posibilidad de amor entre los protagonistas. Este argumento eterno, con la variante aqu¨ª de la minusval¨ªa f¨ªsica de Porgy y la dependencia de Bess del happy dust, est¨¢ servido por la melancol¨ªa del blues y el jazz sure?os, evocando estados de ¨¢nimo en todo acordes con la fatalidad de la historia. Una brillante y muy manejable escenograf¨ªa, que pasa del patio de vecindad al interior de una vivienda en un instante, acoge a una abigarrada multitud de vecinos que juegan a los dados, salen a pescar, se pelean o se aman, en una sucesi¨®n de escenas que van destilando el drama suavemente y sin que se perciban apenas las transiciones entre la composici¨®n de conjunto y el protagonismo de las voces principales en sus intervenciones. La armon¨ªa es perfecta, la funci¨®n interpretativa est¨¢ cuidada hasta en sus menores detalles, y a la notable -y bella- veracidad de la representaci¨®n contribuye decisivamente la presencia en vivo de la orquesta desde el foso donde brillan los metales y la a veces repentina severidad de la cuerda. La concienzuda emotividad del drama fue justa y repetidamente aplaudida.
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