Cuando entonces: el Premio Biblioteca BreveJORDI GRACIA
No s¨¦ qu¨¦ puede suceder cuando uno reencuentra 30 a?os despu¨¦s a la mujer de su vida. Pero puedo ya empezar a saber qu¨¦ tipo de alarma asalta cuando el reencuentro se produce con un premio literario, casi 30 a?os despu¨¦s de haber muerto: es la nostalgia de lo no vivido. La nostalgia de lo que fue un pasado de leyenda que se ha le¨ªdo e imaginado, que la mayor parte de los lectores de hoy no han podido vivir, porque termin¨® hace muchos a?os. El d¨ªa 1 de octubre anunci¨® Basilio Baltasar, hoy director de Seix Barral, que la editorial volv¨ªa a convocar el Premio Biblioteca Breve. Seg¨²n cont¨® en este diario Ignacio Vidal-Folch, lo hizo acompa?ado de gentes respetables de las letras de hoy. All¨ª estaba uno de sus autores hist¨®ricos, Guillermo Cabrera Infante, que gan¨® el premio con una obra maestra con abreviatura de dinamita, Tres tristes tigres. Y tambi¨¦n estaban Josep Maria Castellet y Pere Gimferrer, ambos empleados de la editorial en etapas distintas, y estaban Eduardo Mendoza, y Rafael Argullol, y Javier Fern¨¢ndez de Castro, y en la sombra, estando sin estar, deb¨ªa de presagiarse la inteligencia ir¨®nica de F¨¦lix de Az¨²a, que tambi¨¦n trabaj¨® cerca de Barral, o cerca de Pepe Barras y la editorial Barras y Estrellas, que es como sal¨ªa ese magn¨ªfico lobby literario en la Historia de un idiota contada por ¨¦l mismo. Quienes no est¨¢bamos all¨ª ¨¦ramos nosotros. Pero es que somos muchos m¨¢s todav¨ªa quienes no est¨¢bamos tampoco cuando exist¨ªa el mismo Premio Biblioteca Breve, entre 1958 y 1972. Para las gentes que hoy leemos, y que todav¨ªa no hemos sucumbido abatidos por la pesadumbre de la cultura global y banal, la noticia tiene calor de recuerdo inventado. Saber que reaparece ese premio tiene algo de fantas¨ªa hist¨®rica, de fen¨®meno ucr¨®nico y gal¨¢ctico, de forma de realidad virtual. Algunos nos hemos so?ado en el claroscuro de una pesadilla, merodeando entre las mesas de los a?os sesenta con un dry martini en la mano y una malicia verbal de Gabriel Ferrater en el o¨ªdo, evitando el vuelo de la capa de Barral y asombrados de la trasl¨²cida anatom¨ªa de Castellet, echando de menos el pelo que le faltaba a Gil de Biedma y desconcertados ante la imperturbabilidad gestual de Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo. Quienes tienen memoria hist¨®rica han de recordar a ese jovenc¨ªsimo pero ya muy puesto Luis Goytisolo de Las afueras llev¨¢ndose la primera convocatoria del premio, aunque hoy asegure, muy serio, que no ve narradores a su altura -y por debajo de su edad-, lo mismo que Eduardo Mendoza, que tampoco ve nada claro el futuro de la novela, o como el mismo De Az¨²a, que ha dudado de las aficiones literarias de los j¨®venes. Hablando sobre el poeta y ornit¨®logo Ferrer Ler¨ªn, sonri¨® a las c¨¢maras de Barcelona Televisi¨® para asegurar que ya, hoy, en estos tiempos, no se escriben poemas de amor ni de rencor. Los chavales entre los 12 y los 23, por decir algo, ya no escriben como se hac¨ªa en ese tiempo de ilustraci¨®n y sensibilidad alborotada que fue el tardofranquismo. Pero si la melancol¨ªa del tiempo y la decepci¨®n sobre la novela actual tienen ese peso sombr¨ªo sobre los mejores autores de hoy mismo, ?de d¨®nde van a salir los libros premiables? ?Qui¨¦nes van a escribirlos y, peor a¨²n, qu¨¦ pat¨¦tica minor¨ªa criptoherm¨¦tica se dedicar¨¢ a hojearlos? Quiz¨¢, quiz¨¢, no todos est¨¢n bajo la misma pesadumbre anal¨ªtica y algunos han visto luces solitarias o estrellas distantes. Basilio Baltasar se ha propuesto resucitar una editorial con "un premio que comprenda las demandas difusas de su tiempo", y puedo jurar con las dos manos que la lista de autores que supo encontrar la primera etapa del Biblioteca Breve dej¨® muy bien enfocado y nada difuso el valor de la narrativa como iluminaci¨®n del tiempo: Luis Goytisolo, Garc¨ªa Hortelano, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Guillermo Cabrera Infante, Juan Benet o Juan Mars¨¦. Ninguno de ellos, cuando entonces, ten¨ªa el nombre, el empaque ni el pasado de quienes han avalado y respaldado -por fortuna- una iniciativia tan turbadora de la memoria sentimental inventada. Contra la nostalgia de lo no vivido, me quedo sin duda con vivir hoy el Biblioteca Breve como juguete literario, alboroto medi¨¢tico, aventura esc¨¦ptica, o incluso como ejercicio urgente de reanimaci¨®n de una casa editorial.
Jordi Gracia es profesor de Literatura en la UB.
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