Venezuela, ante la espada de Ch¨¢vez
El desenga?o y la frustraci¨®n de la poblaci¨®n, armas electorales del ex militar golpista
ENVIADO ESPECIALEl teniente coronel Hugo Ch¨¢vez calzaba boina roja de paracaidista cuando el 27 de febrero de 1992 se sublev¨® contra la corrupci¨®n y la desverg¨¹enza. Fue derrotado a ca?onazos, y Caracas sepult¨® casi 400 cad¨¢veres. Gobernaba Venezuela el caudillo socialdem¨®crata Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, detestado por la clase media que naci¨® como tal hace cuatro decenios gracias a los cuantiosos ingresos petroleros pero que regres¨® poco a poco, a partir de 1978, a la pobreza de donde hab¨ªa salido. Perdi¨® en dos d¨¦cadas el 70% de su capacidad adquisitiva, y resopla airada.Estos venezolanos ra¨ªdos por la voracidad de pol¨ªticos, banqueros o empresarios con fortunas calculadas en m¨¢s 100.000 millones de d¨®lares en cuentas extranjeras, aplaudieron aquel cuartelazo, y la segunda intentona de nueve meses despu¨¦s porque atribuyen su decaimiento m¨¢s que a la ineficacia en la gesti¨®n p¨²blica a la continuada depredaci¨®n de gentes arrimadas al Ejecutivo y a los partidos tradicionales: Acci¨®n Democr¨¢tica (AD), socialista, y Copei, democristiano.
"?El pueblo est¨¢ triunfante, ah¨ª viene el comandante!", gritaban muchos de ellos en los m¨ªtines previos a las elecciones legislativas y regionales de hoy. El gallo de la cresta colorada y los discursos tronantes progresa en andas del desenga?o, y avisa a todos que habr¨¢n de atarse los machos porque a partir del 6 de diciembre pr¨®ximo, cuando sea elegido presidente, mandar¨¢ a parar. Analistas financieros y empresarios temen que el Movimiento Quinta Rep¨²blica (MVR) y el aviador de Maracay acaben deteni¨¦ndolo todo: desde las inversiones hasta la entrada en vigor de las leyes de estabilizaci¨®n macroecon¨®mica dise?adas para devolver la confianza en las posibilidades de una Venezuela en permanente crisis econ¨®mica, con el 50% de su poblaci¨®n activa en el empleo informal.
Sus habitantes asisten a la frecuente violaci¨®n de la Constituci¨®n y las leyes por los propios organismos del Estado, tienen un presidente con limitado respaldo pol¨ªtico, un Congreso desprestigiado, tribunales tomados por la influencia pol¨ªtica y una polic¨ªa que se percibe m¨¢s corsaria que decente. Por eso crecen hombres como Hugo Ch¨¢vez Fr¨ªas, y el independiente de centroderecha Enrique Salas, p¨²blicamente contrario a cualquier alianza con los partidos porque en el ayuntamiento le va la ruina.
La cosa con Estados Unidos se pondr¨¢ fea en este pa¨ªs de 23 millones de personas maleadas por el facilismo petrolero. "Nos transformamos en una sociedad de c¨®mplices. Como lo que se robaba era dinero que no sal¨ªa de mi bolsillo, sal¨ªa del subsuelo, pues ?que importaba?", dice el economista Pedro A. Palma, presidente del grupo financiero Heptagon.
Ch¨¢vez, antes lo hicieron otros, promete acabar con ese bandolerismo expeditivamente. El tiempo demuestra que el militar prepara cambios de calado impredecible porque probablemente ni ¨¦l mismo sabe hasta donde puede llegar en un mundo globalizado, en una naci¨®n que pas¨® de ser la primera latinoamericana en estabilidad monetaria a la primera en inflaci¨®n. Marcado por el atraso del ambiente rural en que creci¨®, el ex-golpista progresa. Piensa que los males de Venezuela son profundos, y sus intenciones libertadoras bien permiten un meneo del Estado de derecho para incorporar a su ordenamiento enmiendas revolucionarias, o al menos radicales. No sorprende pues que le atribuyan un programa avasallador: la convocatoria a la brava de una Asamblea Constituyente capaz de disolver el Congreso, y la Corte Suprema, la creaci¨®n de redes de poder populares a semejanza de los Comit¨¦s de Defensa de la Revoluci¨®n (CDR) cubanos, la sustituci¨®n de los tribunales de justicia ordinarios por Comit¨¦s de Salud P¨²blica, la suspensi¨®n de los pagos de la deuda externa, la revisi¨®n de los contratos de privatizaci¨®n, y un aumento de la presencia del Estado en la econom¨ªa.
"No es para tanto", precisan sus asesores, la mayor¨ªa intelectuales de izquierdas vinculados a la Universidad de Caracas. "Decir es una cosa y gobernar es otra. Est¨¢ por la econom¨ªa de mercado y la democracia. Ya ha cambiado el contenido y su lenguaje". Sus enemigos est¨¢n de acuerdo en eso: la complejidad de la correlaci¨®n de fuerzas en Venezuela, Estados Unidos y la globalizaci¨®n econ¨®mica evitar¨¢n disparates.
El jefe del Ej¨¦rcito, Rub¨¦n Rojas, acot¨® el camino de su compa?ero de armas: no permitir¨¢ ninguna infracci¨®n del texto fundamental, ni la vuelta al servicio activo en la cadena de mando de los golpistas expulsados. De ah¨ª, a los rumores de golpe de Estado, un paso. "No hay duda de que a los inversionistas les aterra una victoria de Ch¨¢vez", admiti¨® Eduardo Cabrera, Gerente de Estrategia en Am¨¦rica Latina, de la consultora Merrill Lynch. "Es imposible imaginar un giro positivo si gana". La necesidad s¨ª lo concibe porque anda con las verg¨¹enzas al aire. Se encomienda al arriscado aviador de Maracay buena parte del 85% de los venezolanos registrados como pobres o m¨ªseros por el Consejo Nacional de Econom¨ªa, los moradores de las chabolas de televisi¨®n y tejadillo de Caracas, desde hace a?os colgados de los cerros y de la frustraci¨®n.
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