La dif¨ªcil objetividad
Orquesta de Valencia Obras de Mozart y Schumann. Thomas Zehetmair, viol¨ªn. Ruth Killius, viola. Orquesta de Valencia. Director: Miguel ?. G¨®mez Mart¨ªnez. Palau de la M¨²sica, Sala Iturbi. Valencia, 13 noviembre 1998.Mozart sabiamente adjetiv¨® su Sinfon¨ªa en Mi bemol KV 364 como concertante, buscando una f¨®rmula de di¨¢logo m¨²ltiple entre los dos solistas y el conjunto de grupos instrumentales en que divide la orquesta, y a la vez manteniendo la geom¨¦trica proporci¨®n de la forma. El error de percepci¨®n en esta obra ser¨ªa jerarquizar las intervenciones de los solistas, otorgando a uno de ellos la primac¨ªa en la conducci¨®n del discurso musical. Casi nadie recuerda que Mozart afina aqu¨ª la viola un semitono m¨¢s alto, realzando el vuelo t¨ªmbrico de este instrumento frente al viol¨ªn. La sorpresa en Killius vino de la rotunda y oscura sonoridad de una viola distante del a¨¦reo terciopelo habitual, que m¨¢s bien se asemej¨® a un violonchelo por su volumen y s¨®lo relativa agilidad. Tambi¨¦n choc¨® su din¨¢mica, pues en Mozart no son s¨®litos pianissimos tan radicales. Las licencias m¨¦tricas, m¨¢s all¨¢ del rubato ordinario, y las respuestas con acusadas variantes de fraseo respecto al viol¨ªn abonaron la perplejidad o la irritaci¨®n de los entendidos, seg¨²n casos. La ejecuci¨®n de Zehetmair fue m¨¢s ortodoxa, si bien menos dial¨¦ctica. Resplandor Aquel hiperromanticismo de los solistas fue respondido en la l¨ªnea que G¨®mez Mart¨ªnez, con recto juicio acad¨¦mico, estima objetiva. Es decir, todo puesto en el sitio que indica la partitura. No yerra en esto el director granadino frente a la Orquesta de Valencia. Semejante pedagog¨ªa explica que en la obertura de Las bodas brillase por su ausencia el esp¨ªritu loco de la comedia de Beaumarchais. Los par¨¢metros formales de la Sinfon¨ªa Primavera rondaron alg¨²n modelo cr¨ªtico aplicado a la m¨²sica de Schumann a comienzos de este siglo por maestros como Steinbach, director de la Orquesta de Meiningen. En la versi¨®n comentada se trat¨® de reordenar las dimensiones temporales de la sinfon¨ªa, para hacerlas m¨¢s razonables. Por ejemplo, aligerando el tempo del Allegro molto vivace, aunque as¨ª se mitigase el majestuoso resplandor en la vuelta de la llamada de la Primavera o el cantable lirismo del tema en 4/4 que surca la coda. Cargando el ¨¦nfasis sobre el intermezzo en 3/8 que forma el segundo movimiento, como si fuese un maduro Brahms, lo que llev¨® a tornar pesante el Scherzo y desequilibrar el luminoso Allegro animato e grazioso, en su final impulsado hacia una carrera en pos de los acordes resolutorios que dej¨® un raro sabor de boca. Claro que la objetividad es cosa dif¨ªcil de obtener cuando se ha de regir por la b¨²squeda de la pura disciplina orquestal. En el ¨¦xito de ese empe?o se ver¨¢ si fue o no acertado el fichaje del actual director titular.
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