Cuenta atr¨¢s para salvar la Tierra
Un investigador escoc¨¦s asegura que la humanidad tiene 50 a?os para evitar la cat¨¢strofe clim¨¢tica
Mientras que Nicaragua, Honduras y El Salvador se ahogan entre corrientes de lodo hay un investigador en Edimburgo enfrascado en una cat¨¢strofe muy distinta. "En los tr¨®picos suramericanos", advierte, "escasear¨¢ el agua". Andrew Friend es su nombre. Junto con sus colaboradores ha creado un programa inform¨¢tico que simula c¨®mo reaccionar¨¢n al efecto invernadero los bosques, los desiertos y las estepas.En primer lugar, siempre seg¨²n el pron¨®stico del ordenador de Friend, se agostar¨ªa la jungla del curso inferior del Amazonas. A los pocos a?os se secar¨ªa toda la vegetaci¨®n y los gigantes de la selva virgen se morir¨ªan. Sin embargo, tambi¨¦n otras regiones se ver¨¢n afectadas por el desastre: los granjeros de EEUU se quejar¨¢n de las cosechas perdidas, las hambrunas encontrar¨¢n un lugar en ?frica y Europa se ir¨¢ transformando en una estepa. El ¨²nico consuelo nos llega el a?o 2050, fecha que aparece junto a estas terribles im¨¢genes en la pantalla. Hasta mediados del pr¨®ximo siglo, seg¨²n los resultados de Friend, el hombre dispone de tiempo para cambiar el rumbo de la cat¨¢strofe.
El investigador escoc¨¦s ha dado la voz de alarma a punto para la Conferencia del Clima que concluy¨® esta semana en Buenos Aires. En la capital argentina, pol¨ªticos del medio ambiente de todo el mundo han debatido sobre la protecci¨®n del clima. Hace un a?o firmaron un protocolo en Kioto en el que los pa¨ªses industrializados se compromet¨ªan a regular sus emisiones de di¨®xido de carbono. Ahora se discuten las condiciones del acuerdo. Se dan dos posiciones irreconciliables. Una, defendida primordialmente por la Uni¨®n Europea, que pide que se tomen medidas de modo urgente. La otra, dirigida por EEUU, quiere frenar las acciones exageradas.
En la discusi¨®n de ambas partes, la cuesti¨®n de hasta qu¨¦ punto son fiables los c¨¢lculos de los investigadores desempe?a un papel fundamental. Desde que, a comienzos de los ochenta, los cient¨ªficos empezasen a llamar la atenci¨®n sobre el efecto invernadero se han ido intercalando pron¨®sticos agitadores y apaciguadores. Inicialmente, s¨®lo se consideraba indiscutible un efecto f¨ªsico: el di¨®xido de carbono absorbe los rayos de calor. Por este motivo, el gas tiene el efecto de una cubierta sobre la atm¨®sfera que impide que el calor irradiado por la Tierra llegue al universo. Cuanto m¨¢s gas de dicho tipo sea enviado al aire por el hombre en sus procesos de combusti¨®n de madera, carb¨®n, aceite y gas natural, m¨¢s se refuerza dicho efecto.
La importancia de todo esto para el clima de la Tierra s¨®lo se puede averiguar a trav¨¦s de complicad¨ªsimos c¨¢lculos. Son demasiados los factores que se entremezclan en la climatolog¨ªa terrestre y que se refuerzan o debilitan rec¨ªprocamente. Si, por ejemplo, los glaciares se funden aparece la roca que estaba debajo, la cual puede acumular m¨¢s calor que el hielo, lo cual contribuye a un mayor calentamiento del aire. Si los hielos permanentes de los suelos siberianos se derritieran se producir¨ªa un efecto similar: se liberar¨ªan ingentes cantidades de gas metano, el cual tiene un efecto todav¨ªa m¨¢s fuerte que el del di¨®xido de carbono como carburante gaseoso, contribuyendo a un mayor calentamiento de la atm¨®sfera.
Por otro lado, existen procesos que contrarrestan el calentamiento: si, por ejemplo, se produce un aumento de la cantidad de nubes debido a una mayor vaporizaci¨®n, ¨¦stas protegen la luz solar de efectos calor¨ªficos. Tambi¨¦n los sulfatos, el holl¨ªn o el polvo frenan el efecto invernadero. Los f¨ªsicos han descubierto en el mar un mecanismo a¨²n m¨¢s complicado. Las altas temperaturas, seg¨²n sus c¨¢lculos, debilitan las corrientes del golfo. Si se paraliza este poderoso movimiento de las aguas del norte del Atl¨¢ntico, Europa podr¨ªa encontrarse ante un golpe de fr¨ªo.
Paso a paso, los investigadores del clima han ido construyendo el tejido de estos procesos en programas inform¨¢ticos cada vez m¨¢s complicados. De este modo crearon una Tierra virtual sobre la que pueden simular la climatolog¨ªa de todo un siglo. El aumento de temperaturas en la Tierra previsto en los diferentes modelos para los pr¨®ximos 100 a?os oscila en valores alrededor de los tres grados.
Pero Friend ha guardado una sorpresa para sus colegas. Se inquiet¨® por un defecto que presentaban todos los estudios climatol¨®gicos hasta el momento: no consideraban la influencia de la flora. Si las temperaturas suben, pens¨® ¨¦l, las regiones vegetales se trasladar¨¢n tambi¨¦n, lo cual puede acarrear a su vez consecuencias clim¨¢ticas en el ¨¢mbito mundial. Para poder estudiar a fondo el cambio ecol¨®gico a trav¨¦s del efecto invernadero, Friend hizo la simulaci¨®n del ciclo natural del carbono.
Cada a?o se expulsan aproximadamente 190.000 millones de toneladas de carbono a trav¨¦s del ecosistema tierra. El carbono de los animales, las bacterias o las llamas combustionan en di¨®xido de carbono, y el de las plantas, con ayuda de la fotos¨ªntesis, vuelve a convertirse en materia org¨¢nica. El hombre ha intervenido en este equilibrio, ya que expulsa aproximadamente otros 6.000 millones de toneladas de carbono a trav¨¦s de chimeneas, industrias y tubos de escape. S¨®lo aproximadamente un tercio de ellas se concentra en la atm¨®sfera y contribuye al efecto invernadero. Otro tercio se disuelve en el oc¨¦ano. El paradero de 2.000 millones de toneladas era desconocido. Pero recientemente los cient¨ªficos descubrieron que la naturaleza convierte el carbono restante en biomasa. De a?o en a?o contribuye al crecimiento de los bosques de con¨ªferas de Canad¨¢ y Siberia. Gases de escape como fertilizantes: un descubrimiento al gusto de la industria. Los investigadores siempre hab¨ªan profetizado perjuicios en la utilizaci¨®n de carburantes f¨®siles. Pero ahora resulta que refuerzan el crecimiento de las plantas y con ello contribuyen a la nutrici¨®n de una humanidad en crecimiento.
En realidad, el mecanismo de abono es bien conocido por los bi¨®logos: las plantas se alimentan de di¨®xido de carbono al tomar aire a trav¨¦s de las finas ranuras de sus hojas. Pero cuanto m¨¢s abran las plantas estos poros respiratorios, m¨¢s agua pierden en el intento. As¨ª que, si una planta recibe este gas esencial en mayor cantidad gracias a la industria y al tr¨¢fico, podr¨¢ hacer m¨¢s finas sus ranuras respiratorias y as¨ª ahorrar agua. Consecuencia: crecer¨¢ m¨¢s r¨¢pido. Friend observ¨® precisamente este mismo efecto en su ordenador: los bosques, las hierbas y los arbustos siempre crec¨ªan m¨¢s. La naturaleza demostr¨® su capacidad de convertir m¨¢s de mil millones de toneladas de gases de escape en biomasa de a?o en a?o.
Pero los da?os se van abriendo paso, si bien lentamente. El motivo es que mientras que las temperaturas van aumentando poco a poco, tambi¨¦n se van modificando las reservas de agua de la Tierra. En los a?os cuarenta, la fuerza del ecosistema tropical se agot¨® de golpe. En s¨®lo una d¨¦cada, miles de kil¨®metros cuadrados de jungla fueron arrebatados a causa de una muerte de los bosques como nunca hab¨ªa existido. Con ello comienza un fatal c¨ªrculo vicioso. Las ramas quemadas o podridas volv¨ªan a expulsar todo aquel carbono que hab¨ªan ido acumulando durante d¨¦cadas. La vegetaci¨®n de la Tierra, en otros tiempos un vertedero de residuos que absorb¨ªa el carbono sobrante de la atm¨®sfera, ahora produce, junto con el ser humano, m¨¢s gases estufa, lo cual hace que el horno de la atm¨®sfera se caliente todav¨ªa m¨¢s.
Friend califica el vuelco del balance de carbono de la tierra como "altamente preocupante", incluso cuando sabe que se adelanta temerariamente a sus colegas, ya que su escenario de la cat¨¢strofe se apoya en los pron¨®sticos de precipitaciones, que son los menos fiables de entre todas las predicciones.
? EL PA?S/Der Spiegel.
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