Un mito del siglo XX
Una de las fotos fundacionales de la generaci¨®n del 27 presenta a la plana mayor del grupo po¨¦tico y a un personaje misterioso en el centro. Su expresi¨®n alegre, su importante posici¨®n en el encuadre y su elegante atuendo denotan seguridad en s¨ª mismo. Varios grandes poetas del 27 -Vicente Aleixandre, Federico Garc¨ªa Lorca, Jorge Guill¨¦n, Pedro Salinas, D¨¢maso Alonso y Jos¨¦ Bergam¨ªn- rodean a este personaje cuyo nombre era Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas. ?Qui¨¦n merec¨ªa ocupar el centro de la foto? Nada menos que un torero, escritor y mecenas. Uno de los cr¨ªticos literarios espa?oles m¨¢s destacados, Andr¨¦s Amor¨®s, ha publicado recientemente un libro sobre S¨¢nchez Mej¨ªas en Alianza Editorial. Su destino en la arena fue inmortalizado por Federico Garc¨ªa Lorca en su c¨¦lebre Llanto por Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas. Andr¨¦s Amor¨®s es famoso por su magn¨ªfica edici¨®n de Rayuela, la novela de Julio Cort¨¢zar, por sus estudios sobre narrativa y por sus obras sobre tauromaquia. Su libro sobre este torero sevillano se inicia de forma tajante: "Si Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas hubiera sido norteamericano -hip¨®tesis, desde luego, harto improbable- estoy seguro de que se le hubiera convertido ya en protagonista de varias pel¨ªculas". Amor¨®s contin¨²a con su elogio pocas l¨ªneas despu¨¦s: "Ignacio fue una personalidad excepcional y de un atractivo singular¨ªsimo. Muy pocos podr¨ªan compar¨¢rsele en nuestro siglo: Lawrence de Arabia, Chaplin, Picasso...". Amor¨®s cita unas palabras del poeta Rainer Maria Rilke para recordar c¨®mo "su tr¨¢gica muerte le convirti¨® tambi¨¦n en un h¨¦roe" a S¨¢nchez Mej¨ªas. "Oh, Se?or, da a cada uno su muerte propia, una muerte que derive de su vida. La gran muerte que cada uno lleva en s¨ª es el fruto en torno al cual todo gravita", escribi¨® Rilke. "Su destino se complet¨® como un arco cerrado, tr¨¢gicamente perfecto", rubrica Amor¨®s. S¨¢nchez Mej¨ªas muri¨® en Madrid en la madrugada del 13 de agosto de 1934. Dos d¨ªas antes, el toro Granadino le hab¨ªa inferido una grave cornada en Manzanares. Lorca ley¨® el Llanto por Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas en p¨²blico por primera vez el 12 de marzo de 1935 en el Teatro Espa?ol de Madrid. La obra fue editada ese mismo a?o. "La cr¨ªtica y el p¨²blico son un¨¢nimes: es el poema m¨¢s completo de Lorca y, junto a las Coplas por la muerte de su padre, de Jorge Manrique, la obra cumbre de la poes¨ªa funeraria espa?ola", escribe Amor¨®s. "S¨¢nchez Mej¨ªas ha quedado gracias a esta eleg¨ªa como una figura inmortal. El pintor Francis Bacon, el bailar¨ªn Julio Bocca, el m¨²sico Tom¨¢s Marco toman como motivo a Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas. Las artes de vanguardia siguen tocando el tema de Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas porque es un h¨¦roe y un mito", afirma Amor¨®s. "Tardar¨¢ mucho tiempo en nacer, si es que nace, / un andaluz tan claro, tan rico de aventura", profetiz¨® Lorca en su poema, sin saber entonces que le quedaba muy poco tiempo de vida. Amor¨®s cierra su libro con una glosa sobre el poema: "No se ha hecho el elogio de un torero, de sus cualidades t¨¦cnicas o art¨ªsticas. Se ha cantado a un andaluz, a un hombre, a un prototipo de ser humano ejemplar". S¨¢nchez Mej¨ªas uni¨® la reflexi¨®n y la acci¨®n como pocos. "Me preguntan con frecuencia si fue un gran torero. Baste con decir que altern¨® dignamente con su cu?ado Joselito y con Juan Belmonte para apreciar su grandeza taurina", escribe Amor¨®s. Pero es que, adem¨¢s, S¨¢nchez Mej¨ªas redactaba cr¨®nicas period¨ªsticas sobre las corridas en que hab¨ªa participado o le¨ªa en un ateneo el comienzo de una novela que estaba escribiendo pocas horas despu¨¦s de v¨¦rselas con un morlaco. La novela se titul¨® al principio La amargura del triunfo. S¨¢nchez Mej¨ªas cambi¨® luego este t¨ªtulo por el de Marujilla, la de las perlas negras. El torero estren¨® tambi¨¦n un drama, Sinraz¨®n, que, seg¨²n Amor¨®s, "quiz¨¢ es la primera huella directa de Freud en la escena espa?ola" y disert¨® sobre tauromaquia en la Universidad de Nueva York. Su papel estelar en la generaci¨®n del 27 no se corresponde al mero entusiasmo de un bi¨®grafo. El grupo po¨¦tico tom¨® su nombre del acto de homenaje a G¨®ngora celebrado en 1927 en el Ateneo de Sevilla. La persona que patrocin¨® este homenaje con su generoso bolsillo fue S¨¢nchez Mej¨ªas. "Fue el elemento aglutinante en su momento fundacional de una de las dos mejores generaciones de la literatura espa?ola: la del 27. La otra es, obviamente, el Siglo de Oro", explica Amor¨®s. Este torero nacido en Sevilla en 1891 estren¨® en 1928 dos obras teatrales, Sinraz¨®n y Zaya. Sinraz¨®n transcurre en un manicomio y fue saludada por la cr¨ªtica. Zaya, su segunda obra, es de ambiente taurino y obtuvo menos ¨¦xito que la anterior. De 1930 es Ni m¨¢s ni menos, una comedia que no se estren¨® ni edit¨® en su tiempo. Ese mismo a?o fue nombrado presidente del Betis y el equipo lleg¨® a la final de Copa. El Athletic de Bilbao impidi¨® a los verdiblancos ser campeones. S¨¢nchez Mej¨ªas muri¨® en el ruedo tres a?os despu¨¦s. En ese momento naci¨® un mito que a¨²n pervive en la memoria.
Alberti y los saboteadores
Las butacas del teatro han sido durante mucho tiempo lugares donde se produc¨ªan simulacros de batallas campales. Los pateos y los aplausos, los gritos y los silbidos, los insultos y las aclamaciones, han sido hasta hace fechas relativamente recientes moneda com¨²n en los estrenos. Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas no fue una excepci¨®n en este panorama. Su obra Sinraz¨®n se vio amenazada por un esc¨¢ndalo. Sin embargo, su gran calidad pudo evitar una tormenta. Rafael Alberti cuenta en sus memorias que la cr¨ªtica "m¨¢s exigente y puntillosa" concedi¨® "al torero la oreja, el rabo y los pitones, saludando en ¨¦l la aparici¨®n de un nuevo autor dram¨¢tico". Y eso que el estreno se presentaba con los peores augurios. "Cuando llegu¨¦ al teatro -el Calder¨®n- herv¨ªa todo ¨¦l. Por la cazuela se agitaban extra?os tipos de pa?uelos al cuello y tremendos garrotes en las manos. Entre bastidores, la compa?¨ªa temblaba (...) El tendido de sol -la cazuela, quiero decir- pateaba y silbaba al comp¨¢s de las trancas contra el suelo, ante la indignaci¨®n de los palcos y el patio de butacas, quienes, pretendiendo acallar aquel esc¨¢ndalo may¨²sculo, lo aumentaban a¨²n m¨¢s con sus protestas. Por fin, son¨® un clar¨ªn, digo, se alz¨® el tel¨®n, produci¨¦ndose un inst¨¢ntaneo silencio", relata Alberti. Los saboteadores juramentados para hundir el estreno de Sinraz¨®n fracasaron en su intento. La obra fue un ¨¦xito, se public¨® poco despu¨¦s y fue traducida al alem¨¢n y al portugu¨¦s.
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